ECONOMÍA

AVAL DEL FMI

Más allá de los bonistas: Comunicación exitosa entre Alberto y Kristalina y posible Standy-by para el país

El presidente Alberto Fernández y la titular del FMI, Kristalina Georgieva, analizaron la oferta a los bonistas, y hablaron de un posible Stand-by para la Argentina. Pero, ¿bajo qué condiciones asistiría nuevamente al país?


A fines del año pasado, Alberto Fernández no titubeba al afirmar que su gobierno no solicitaría los 11 mil millones de dólares que restaban del acuerdo Stand By al Fondo Monetario Internacional (FMI). "No es la solución", sentenciaba.

"¿Si tenés un problema porque estás muy endeudado, creés que la solución es seguir endeudándose?", se preguntó el presidente electo en declaraciones radiales, y de inmediato respondió: "No es la solución". "Es más o menos como el tipo que tomó mucho y está un poco borracho. La solución no es que siga tomando, es que deje de tomar. Es una de las primeras reglas que tenemos que tener es dejar de pedir dinero", amplió.

Se refería al dinero que había acordado el anterior gobierno de Mauricio Macri cuyo último desembolso no se había concretado. 

Al mismo tiempo, Fernández manifestaba que había mantenido una conversación telefónica con la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, a quien le reiteró que la Argentina presentaría un plan económico que pueda cumplir y le aclaró que está "en condiciones de proponer" un acuerdo de pago pero "sin más ajustes".

Pasó agua bajo el puente, pero sobre todo, pasó la pandemia de Covid-19 y se llevó puesto no solo vidas sino también palabras, cientos y cientos de palabras. Y Alberto y Kristalina volvieron a dialogar, esta vez para analizar la oferta a los bonistas pero también, según especulan algunos medios, sobre un posible Stand-By para la Argentina.

La conversación desarrollada a kilómetros de distancia sirvió para acelerar el diseño financiero de la propuesta oficial a los acreedores privados que hoy se registrará en la Comisión de Bolsa y Valores de los Estados Unidos (SEC).

El Presidente había solicitado a la directora gerente un informe del staff del FMI estableciendo las condiciones para determinar la sostenibilidad de la deuda externa frente a las exigencias económicas y financieras de los acreedores privados. Una manera técnica-política de explicitar el apoyo del FMI a las negociaciones que estaba emprendiendo Martín Guzmán.

Y Georgieva aceptó la propuesta de Alberto Fernández e incluso avaló un informe que establecía que Argentina no podía destinar más del 3% del Productor Bruto Interno (PBI) al año para la deuda externa contraída en moneda extranjera.

Ese límite al gasto público avalado por la directora gerente del FMI implicó que la primera oferta oficial naufragara. Los bonistas se plantaron, y al Presidente y su ministro de Economía no les quedó otra alternativa que enterrar las recomendaciones que Georgieva había mandado a escribir a su staff a pedido de la quinta de Olivos.

Alberto Fernández explicó a la directora gerente que debía quebrar los límites de sostenibilidad de la deuda recomendados por el FMI, frente a la promesa de evitar un default y cerrar un deal con los bonistas de New York. Georgieva, la principal aliada del Gobierno en Washington, avaló la decisión del jefe de Estado.

La directora gerente del FMI había recomendado -a través de su informe técnico- que el Valor Presente Neto (VPN) de los bonos a canjear no podía pasar el límite de los 49.90 dólares por cada lámina de cien dólares. Y detrás de ese número supuestamente infranqueable, se había mantenido Guzmán ante la ofensiva de los acreedores privados que pedían un VPN de 50 dólares y más.

Ahora, con el aval de Georgieva y la propuesta que se registrará en la SEC establece que el VPN de la mayoría de los bonos será de 53.4 dólares por cada lámina de 100 dólares. Y en el caso de los Exchange 2005-2010, su Valor Presente Neto pasa los 57 dólares.

De hecho, si la directora gerente hubiera dicho que no, Argentina caminaba inexorablemente al default.

Ello no implica que habrá acuerdo entre el Gobierno y los acreedores privados, pero el gesto político de la directora gerente ayuda muchísimo a una negociación trabada que tiene final abierto, ya que éstos exigen la "certificación" del FMI.

Pero más allá de la negociación con los bonistas, Alberto Fernández y Georgieva analizaron las relaciones institucionales entre la Argentina y el FMI. Se deben 44.000 millones de dólares, y el board del organismo multilateral espera un programa de economía y un plan de pago de esa deuda externa pública.

El Presidente recordó a la directora gerente que su intención es honrar la deuda contraída, pero que su decisión política es evitar los planes de ajuste a cambio de cumplir con el Fondo.

Por eso motivo, su intención sería obtener un nuevo Stand-By, ante la opción de acordar un Crédito de Facilidades Extendidas. En el Stand-By hay margen de maniobra para evitar ajustes y reformas vinculadas al sistema previsional -por ejemplo-; en el caso del Crédito de Facilidades Extendidas, se aplica un programa de medidas excepcionales que siempre dejó más perdedores que ganadores.

Si la negociación con los acreedores privados concluye en septiembre, la intención del Presidente y Guzmán es iniciar durante octubre un diálogo de aproximación con el staff técnico del FMI. En este sentido, Alberto Fernández y su ministro de Economía consideraran que las negociaciones con Georgieva se estirarán hasta principios de 2021.

Claro que ninguna ayuda es gratis. Hace una semana, desde el FMI lo dejaron claro respecto a la ayuda a los países asiáticos:

"Los países asiáticos están experimentando la reapertura, y las políticas deben estar orientadas a apoyar la recuperación incipiente sin exacerbar las vulnerabilidades. Deben utilizar el estímulo fiscal con prudencia y complementarlo con reformas económicas . Las prioridades incluyen:

Estrecha coordinación entre la política monetaria y fiscal. La política monetaria debería ayudar a garantizar el flujo de crédito a los hogares y las empresas. Los países que enfrentan mayores restricciones fiscales también podrían usar el balance del banco central de manera más flexible, agresiva y transparente para apoyar los préstamos bancarios a empresas más pequeñas. Ante las grandes salidas, los desajustes en el balance y el alcance limitado de la maniobra de política macroeconómica, pueden ser necesarias medidas temporales de salida de capital.

Reasignación de recursos. Una recuperación robusta depende de salir de la fase actual de apoyo y hacer la transición a nuevas políticas que ayuden a asegurar que los recursos se reasignen de manera adecuada más allá del enfoque inicial en la prevención de quiebras de empresas establecidas y, por lo tanto, fortalezcan la solvencia de las empresas. Por ejemplo, aplanar la curva de bancarrota simplificando los marcos de reestructuración e insolvencia; asegurar que los bancos estén adecuadamente capitalizados; y facilitando inyecciones de capital en empresas viables y capital de riesgo para nuevas empresas.

Abordar las desigualdades. Se debe ampliar el acceso a la salud y los servicios básicos, las finanzas y la economía digital. Las redes de seguridad social deberían ampliarse para extender la cobertura del seguro de desempleo a los trabajadores informales. Abordar la informalidad generalizada también requerirá reformas integrales del mercado laboral y de productos para mejorar el entorno empresarial y eliminar obstáculos legales y reglamentarios onerosos (especialmente para las nuevas empresas), y políticas para racionalizar el sistema tributario."

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