OPINIÓN

DESPUÉS DE LAS PASO

La agonalidad política

"Si a los porcentajes obtenidos por  los “oficialismos provinciales” le hubiéramos sumados el caudal propio de Cristina, nos hubiéramos encontrado con un 50% que es prácticamente lo que obtuvo Alberto Fernandez, en estas inútiles PASO", recuerda el autor.

La cultura y en especial la política argentina transitan desde hace muchos años, probablemente desde el origen de nuestra historia, por la agonalidad.

Nuestra política es de lucha, de enfrentamiento, en una palabra combativa.

Los conflictos se resuelven de modo agonal y los problemas de modo arbitrario, esto explicaría que la nuestra es una cultura  de “vencedores y vencidos”, lo que genera no solo ese afán fundador y constituyente que se manifiesta luego de cada cambio de gobierno, sino asimismo ese apego a lo abstracto que nos impide percibir la realidad de las cosas.

La agonalidad genera una suerte de campo arrasado o de un muy extenso terreno arenoso, infértil en el que es más difícil encontrar ideas que dar con un oasis.

En este escenario de suma mediocridad y hasta de impotencia se realizaron las famosas PASO, intrascendentes en cuanto a su significado, pero que impactaron de lleno en la base de flotación del gobierno de Mauricio Macri que, en su conferencia de prensa de ayer puso de manifiesto, no solo su lejanía con la gente y diría su falta de sensibilidad con sus problemas. 

Es obvio que Macri, no solo por su origen económico sino además porque no lee las encuestas del INdEC no entiende ni puede entender la situación de un segmento muy grande de la sociedad cuyos ingresos no alcanzan para cubrir necesidades mínimas.

Digamos que recién a partir del octavo decil se supera la barrera de ingresos de $ 30.000,00 mensuales. 

A ese segmento les habla de abstracciones que esconden el desconocimiento de su realidad.

Esa insensibilidad la comparten con muchos funcionarios que deben tomar decisiones en materia económico financiera cuyos patrimonios los ponen a resguardo de cualquier crisis.

Los opositores intentan explotar esas falencias del gobierno de Macri, pero carecen de la valentía cultural para exponer sus prioridades y el “cómo” hacer o se deberían hacer las cosas. 

Es obvio que no lo hacen por temor a “perder votos”, lo que acredita que se reconocen como carentes de “autoridad”, esa virtud que legitima los regímenes políticos.

La carencia de “autoridad” es la causa de nuestro endémico y largo proceso de atraso y fracaso.

Cuando Macri habla del mundo que nos apoya, también  fantasea porque solo hemos recibido “capitales especulativos” y créditos políticos ordenados por el presidente de los USA, Donald Trump, sin ese apoyo ni el FMI hubiera financiado el “default” macrista.

Uso la palabra default en el sentido que el gobierno quedó sin fuentes de crédito privado o financiación mientras que el riesgo-país es el termómetro de nuestra frágil y mínima credibilidad. 

Esta agonalidad cultural se pone de manifiesto asimismo  en la forma que enfrentamos la “conflictividad”. 

El conflicto se manifiesta mas por las emociones personales que por una voluntad sincera de resolverlo mediante el dialogo racional.

También buscamos resolver los conflictos  mediante la fuerza y haciendo culto a la irracionalidad y al uso abusivo de epítetos mutuamente descalificativos.

La política debe tener por finalidad capacidad para resolver  conflictos y garantizar la ejecución de la solución alcanzada y en su caso disponer de un sistema de arbitraje compulsivo para todos aquellos conflictos que afecten el funcionamiento de los servicios públicos.

Las PASO pusieron de manifiesto que en el mercado de las encuestas cabalga la improvisación y parecería que asimismo una buena dosis de voluntarismo, que podría responder a un interés comercial. 

Se oye hablar de la “compra y venta de encuestas” a medida del cliente ocasional. Recuerdo que hace tiempo Jorge Giacobbe en un programa de “La Mirada”, de Roberto Garcia, abordó ese tema.

Jorge Giacobbe en La Mirada
 

Sin embargo era fácil advertir que en las elecciones locales el “oficialismo” estaba en un nivel de minoría con un muy bajo porcentaje de votos favorables y que se desdoblaban para eludir el lastre electoral que significaba la precandidatura de Mauricio Macri para su reelección.

Era una obviedad que la capacidad del oficialismo de ser votado estaba en torno al 30% y era obvio que el “peronismo”, quizás con la excepción de Jujuy y Córdoba  se diferenciaba del oficialismo nacional, aunque hubiera obtenido beneficios  económicos y financieros.

Si a los porcentajes obtenidos por  los “oficialismos provinciales” le hubiéramos sumados el caudal propio de Cristina, nos hubiéramos encontrado con un 50% que es prácticamente lo que obtuvo Alberto Fernandez, en estas inútiles PASO.

Es obvio que más de un gobernador, se debe estar lamentando por haber dejado pasar esta “oportunidad” que podría haber marcado el inicio de un era distinta.

Por último, ¿el “oficialismo” podría jugar alguna carta de último momento?

Me animaría a decir que estas PASO, podrían convertirse en algo útil si las seis personas que quedaron confirmadas como “candidatos”, marcando sus diferencias pudieran negociar un presupuesto para ejecutar los próximos dos años hasta las próximas elecciones de medio término.

Para ello el presidente Macri debería convocarlos con una agenda pública bien definida.
Como dice Nassim Taleb para ello, los seis deberán “jugarse la piel”.

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