La codicia de Cristina
La Constitución Nacional de 1994 fue una frustración: no modificó las estructuras que debían cambiarse. Solamente fue una distribución de favores a la UCR para que le permitiera a Carlos Menem otro mandato presidencial. Y la reforma que proyecta Cristina Fernández corre un peligro similar, sin necesidad de Pacto de Olivos, aparentemente.
27 de enero de 2012 - 10:01
por EDGAR MAINHARD
CIUDAD DE BUENOS AIRES (2015). Reformar la Constitución Nacional de Carlos Menem tiene un efecto simbólico importante para el falso progresismo gobernante.
Para comenzar, se trata de la Constitución que impulsó lo que quienes militan en ese espacio llaman "el neoliberalismo argentino", cuyo ícono en los años '90 fue Menem (hoy aliado del Frente para la Victoria, por esas cuestiones que tiene la heterodoxia).
Luego, se trata de la Constitución consecuencia del Pacto de Olivos, acuerdo político que cuestiona el falso progresismo gobernante porque sostiene que fue un "contubernio", aún cuando varios de sus líderes terminaron aprobando el texto resultante, porque le encontraron algún beneficio.
Además, hay que abrirle la puerta a la permanencia de Cristina Fernández en el poder, de manera tal de evitar la imagen vulnerable que provocaría, creen ellos, que éste sea su último mandato como Presidente constitucional... y a Máximo no le da... no le da, pese a los esfuerzos por imaginarlo...
No importa que quienes aplauden la posibilidad de una re-reelección de Cristina hayan condenado el frustrado intento de Menem de buscar una re-reelección.
Precisamente por situaciones como ésta es que ellos son ladriprogresistas, condición indispensable para pertenecer al Frente para la Victoria.
Así quedará confirmado aquello que dijo y luego desdijo la diputada nacional Adriana Conti: Cristina quiere/necesita permanecer.
En verdad, Cristina necesita permanecer a causa de que el proyecto del Frente para la Victoria -al igual que el de Menem- se agota en ella, carece de herederos. No le interesa promover una personalidad alternativa ni le importa abrir un democrático proceso doméstico que permita la trascendencia de otros liderazgos posibles.
En definitiva, el Frente para la Victoria es un movimiento tan autoritario y personalista como lo eran los dirigentes conservadores que afirma detestar, cuando intenta fundamentar la reconstrucción de la historia argentina.
Por supuesto que el intento de reforma de la Constitución Nacional será disfrazado de la supuesta necesidad de modernizar las instituciones básicas de la República, luego de un aparatoso reclamo por la permanencia de Cristina, a cargo de los voceros a sueldo.
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Sin embargo, y ya que al parecer está decidido por quienes representan a la mayoría, que se abordará la reforma de la Constitución Nacional, habría que recordar algunas cuestiones pendientes del texto de 1994.
Por un lado, resolver el largo debate acerca de federalismo teórico vs. unitarismo real, expresado en el sistema de coparticipación de impuestos, que debería ser justo para las provincias pero no lo es.
Desde la Constitución Nacional de 1994, que prometió un nuevo régimen que no se ha convertido en una ley hasta la fecha, los gobernadores consolidaron su rol de mendigos de la Nación, con alguna excepción.
Hay quienes afirman que en esta ocasión regresará la promesa de un sistema impositivo más federal para obtener apoyos indispensables para sancionar la necesidad de la reforma. Pero existe un peligro cierto de que la promesa nunca se cumpla, en especial cuando el Tesoro Nacional se encuentra condicionado por necesidades evidentes de recursos y recursos y recursos.
La Nación Argentina lleva décadas con ese debate pendiente acerca de los límites del sistema institucional indispensable para consolidar su extensión geográfica. Con el Frente para la Victoria en el poder, la idea de federalismo se alejó tal como no sucedió desde 1983 hasta entonces, asemejándose al sistema imperante en los períodos de juntas militares a cargo.
Vinculado a esto, la regionalización prometida en 1994 también quedó pendiente, y es indispensable para procurar alguna viabilidad a varias provincias inviables desde lo económico-financiero, a menos que reciban subsidios permanentes de parte de la Nación.
Abordar esas cuestiones sería concederle a la reforma el espíritu fundacional que ambiciona Carlos Zannini, personaje clave en este tema ya que fue quien hizo 2 reformas constitucionales en Santa Cruz para intentar asegurar un Néstor Kirchner para siempre. (¿?)
Si la decisión es la reforma, que tenga alguna utilidad y no solamente garantice la apetencia de permanecer que tiene el Frente para la Victoria, a los efectos que su gente siga gozando de una apreciable capacidad de consumo personal.