El trabajo de Victoria Giarrizzo y Felipe Montaño para el CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento) es harto interesante:
LA VERDAD DE LA ARGENTINA
Después del mini Davos: El parque tecnológico de las pymes atrasa 9 años
Enorme el despliegue del Foro promovido por la multinacional de comunicaciones WPP -¿cuánto habrá costado?- para que Mauricio Macri promueva su gobierno, que todavía no esbozó ni plan económico ni idea de 'modelo' más allá de un vago compromiso de "regresar al mundo". Una lástima que Macri haga ese despliegue ante trasnacionales que, en su mayoría, no traerán ni un peso porque solicitan cambios que Macri no está en condiciones de ofrecer por ahora (reforma laboral, baja en los tributos y paridad cambiaria más competitiva), pero nunca se haya hecho algo semejante con las pequeñas y medianas empresas, que ya están en el país y resultan la opción más sencilla para obtener inversiones. Por ejemplo, el 67% de las pymes industriales de la Argentina produce con maquinaria con una antigüedad promedio de 9 años, afectando la productividad y competitividad de la economía argentina, según un un relevamiento realizado por CIPPEC.
"(...) uno de los causales del menor desarrollo argentino, es el atraso tecnológico de su estructura productiva. Las pequeñas y medianas industrias locales, que constituyen el 97% del universo industrial del país, trabajan con máquinas y equipos con una antigüedad promedio de casi 9 años, en muchos casos ya amortizada, determinando menores niveles de productividad y calidad en la producción. Sobre un panel de 100 pymes industriales analizado desde CIPPEC, el 66,4% de ellas utiliza maquinarias y equipos con tecnología media, atrasada, o muy atrasada.
Esto sucede porque en los ciclos buenos, el proceso inversor para una proporción alta de industrias consiste en renovar capital obsoleto, incorporando máquinas de tecnología media con la que sostiene su stock de capital, pero sin dar un salto tecnológico.
Son “pequeños pasos” en la actualización tecnológica que no modifica su frontera productiva. En el panel analizado, un 20% de las industrias incluso incorpora máquina usada, descartada generalmente por empresas de mayor tecnología. En los ciclos malos, el proceso inversor se retrasa y las empresas consumen parte de su capital. Envueltos en esa dinámica, cuando se compara la sofisticación de las máquinas y equipos utilizado en el proceso productivo, los empresarios perciben que se encuentran 44% por debajo de la frontera tecnológica de las firmas líderes del mundo en su sector.
La brecha tecnológica productiva, además de limitar la capacidad de crear riqueza, tiende a elevar el nivel de precios. No sólo porque se producen bienes de menor calidad a costos más altos, sino porque hace reposar la competitividad de la empresa de manera desmedida en el tipo de cambio, y a la vez, el déficit de calidad, vuelve al país dependiente de las importaciones, alimentando la dinámica inflacionaria cada vez que se devalúa.
Pero modernizar la industria local es complejo.
El atraso es tan importante, que la distancia con la frontera tecnológica sólo podrá reducirse lentamente, manteniendo condiciones económicas estables en el tiempo, orientando las herramientas fiscales y financieras a incentivar la inversión, ordenando los programas vigentes, y desarrollando políticas que construyan la cultura inversora. Los empresarios mantienen una actitud pasiva frente a la modernización tecnológica, descuidando la formación del capital como elemento indispensable para construir una función de producción de alta competitividad.
Pero modificar esa conducta requiere que el Estado argentino, que por décadas premió la inversión especulativa y castigó la productiva, tome un rol activo en políticas comprometidas: como impulsar a los bancos a otorgar créditos en función del proyecto de inversión y no de las garantías reales, extender, simplificar y bajar costos de los mecanismos de leasing, o limitar el porcentaje de crédito que los bancos destinan a consumo, hasta desgravaciones tributarias agresivas para incorporar tecnología de punta. (...)".
Sin duda es un tema acerca del que tendría que proponer algo el ministro Francisco Cabrera, en este esquema fragmentado de las decisiones económicas que articuló Mauricio Macri. Pero ya se sabe que a Cabrera no se le cae una idea. Además, su universo de enfoque son las grandes empresas, por una empatía sociocultural que no intenta trascender.
“La capacidad tecnológica de la empresa es una de las variables determinantes del desarrollo productivo de un país. De su posición tecnológica depende la productividad de la economía, su competencia en los mercados mundiales, sus posibilidades de abastecer el mercado local con productos de calidad, y de generar empleo de altos estándares que permitan mejores condiciones de vida. Desde esa perspectiva, uno de los causales del menor desarrollo argentino es el atraso tecnológico de su estructura productiva”, dice Ezequiel Eliano, coordinador del Programa de Desarrollo Económico de CIPPEC.
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El trabajo de CIPPEC
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El trabajo detectó que la estructura tecnológica de las pymes industriales sufre un severo retraso, sobre todo si se lo compara con los ciclos de renovación de maquinaria en empresas de economías desarrolladas, que se realiza cada uno o dos años. En Argentina sólo el 2,6% de las empresas produce con tecnología de punta, y otro 31,2% cuenta con tecnología avanzada. En cambio, el 46,8% de los industriales opera con maquinarias de tecnología media, el 14,3% con tecnología atrasada, y 5,3% utiliza tecnología muy atrasada.
“La brecha tecnológica productiva, además de limitar la capacidad de crear riqueza, tiende a elevar el nivel de precios. No sólo porque se producen bienes de menor calidad a costos más altos, sino porque hace reposar la competitividad de la empresa de manera desmedida en el tipo de cambio, y a la vez, el déficit de calidad, vuelve al país dependiente de las importaciones, pasando de ser de productor a consumidor de tecnología”, concluyó Eliano.