LA DEVALUACIÓN DE BRASIL
De una silla permanente en el Consejo de Seguridad a 'Bono Basura'
Guilherme, el 2do. nieto de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, nació el jueves 07/en la ciudad de Porto Alegre con 3,9 kilos de peso y 51 centímetros de estatura, informaron portavoces de la Presidencia. Hijo de Paula Araújo, la única hija de la jefe de Estado ¿habrá llegado con un pan bajo el brazo? Su abuela precisa casi un milagro para torcer el rumbo del 2do. mandato consecutivo.
09 de enero de 2016 - 00:00
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El mundo no está en la agenda de la presidenta Dilma Rouseff se lamentó recientemente un diplomático brasilero, según la revista Foreign Affairs. Y ¿cómo iba a estarlo? El país que hace años abría embajadas en todas las latitudes, en su cruzada por volverse un actor protagonista de la escena internacional y conseguir un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, hoy tiene problemas para pagar la luz de esas mismas sedes diplomáticas.
¿Cómo fue que Brasil tuvo que echar por la borda sus ambiciones internacionales? ¿Por qué? El doloroso fin del sueño que una vez tuvo Luiz Inácio Lula da Silva de ver a su país en el centro de la escena mundial, vino por añadidura con la desastrosa situación económica y política que enfrenta el país.
En diciembre, Celso Amorim, quien fuera ministro de Asuntos Exteriores durante la presidencia de Lula y luego ministro de Defensa por 2 años y medio durante la presidencia de Dilma Rouseff, se quejó de que la falta de financiamiento está “erosionando” la política exterior que él mismo ayudó a concebir.
Paradójicamente, explica Foreign Policy, la misma semana en que Amorim estaba de gira promoviendo su más reciente libro –texto en el que relata cómo el Gobierno de Lula, junto a Turquía, convencieron a Irán de que dejara de enriquecer uranio para combustible nuclear en 2010-, Brasil perdió su derecho a voto en la IAEA (Organismo Internacional de Energía Atómica, según sus siglas en inglés) porque no está pagando sus facturas.
De aliados en los negocios a compartir celda
“Cuando la Presidenta Dilma Rouseff viajó a Cuba en 2012 a anunciar la más grande inversión extranjera en la isla desde la revolución de Fidel Castro Ruz en 1959, un hombre de alrededor de 45 años estaba parado discretamente a su lado. Marcelo Oderbrecht, cabeza de Grupo Oderbrecht –la compañía constructora más grande de Latinoamérica, fundada por su abuelo- había conseguido un contrato de casi US$ 1.000 millones financiado por un banco público brasilero para modernizar el Puerto de Mariel”, explica Foreign Affairs.
“Actuamos en alineación con la política exterior brasilera”, afirmó Oderbrecht durante el anuncio de la obra que festejó Raúl Castro Ruz. Eso fue hace tan sólo 4 años.
Volvamos a enero de 2016. El jefe de la compañía constructora está en prisión desde junio de 2015, acusado de pagar fortunas a políticos a cambio de contratos con la compañía petrolera estatal, Petrobras. Una buena cantidad de sus competidores y asociados también están presos.
La presidenta Rouseff, que anunciaba junto a Odebrecht el ambicioso proyecto en Cuba, enfrenta un proceso de impeachment o juicio político, y una buena parte de sus “aliados” están o bien alineándose con la oposición o bien presos.
“Así, los días en que los negocios y el Gobierno podían trabajar mano a mano en una política regional fuerte parecen haberse ido hace rato”, sentencia Foreign Affairs. “Hombres como Odebrecht ya no están obteniendo acuerdos ventajosos con los cubanos, apoyados por crédito muy subsidiado y opaco de bancos públicos brasileros.”
El escándalo de Petrobras, además de provocar un terremoto político a nivel doméstico, apagó de golpe y por completo los sueños de protagonismo internacional de nuestro país vecino y principal socio comercial.
La “B” de “BRICS”
“En el comienzo de 2016, Brasil debería estar de un humor exuberante. Río de Janeiro será anfitrión de los primeros Juegos Olímpicos realizados en Sudamérica en agosto, dándole a los brasileros la oportunidad de embarcarse en lo que mejor saben hacer: ofrecer una fiesta espectacular. En cambio, Brasil enfrenta un desastre político y económico”, advierte el semanario británico The Economist.
El 16/12/2015, Fitch se convirtió en la 2da. de las 3 grandes agencias de crédito en reducir el estatus de la deuda brasilera a “bono basura”. Días después renunció el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, demostración para muchos de que Levy perdió la discusión en el seno del Gobierno respecto de la necesidad de ajuste fiscal.
Se espera que la economía brasilera se contraiga -2,5 o -3% en 2016. “Brasil es la B de BRICS (seguido de Rusia, India, China y Sudáfrica), y se supone que estaría a la vanguardia de las economías emergentes con crecimiento rápido. En cambio, enfrenta la disfunción política y quizás un regreso a la inflación desenfrenada”, advierte The Economist.
Tal como si esto fuera poco, Rouseff “no parece tener el estómago” para tomar las “difíciles decisiones que pueden poner a Brasil de vuelta en el camino”, remató el semanario británico.
Para el diario español El País, uno de los puntos que más complica a Dilma Rouseff está dentro de su propio PT (Partido de los Trabajadores). La Presidenta está siendo presionada por una agenda económica 'progresista' que intenta agradar a las bases del partido, que ignoran todo sobre economía y no desean aprender algo, para así aliviar el impacto de las derrotas que podría sufrir en las elecciones municipales de octubre.
El Gobierno de Dilma está por presentar un paquete de medidas para incentivar el crecimiento, reequilibrar las cuentas públicas e incluir al menos “un barniz de reformas”, explica El País. Sin embargo, estas no darán resultado si Dilma no cumple las promesas de ajuste, resistidas por una parte del PT: reformas en las pensiones, los impuestos y las leyes laborales.
El gasto excesivo de Dilma la incineró
El escaso margen político de Dilma la inhibe de casi cualquier movimiento. “El Gobierno ni siquiera está seguro de cuántos votos tiene para impedir el avance del proceso de destitución de Rouseff -explica El País-, y es difícil pensar que tendrá una mayoría cómoda para aprobar medidas impopulares y que necesitan un gran apoyo parlamentario, como la creación de nuevos impuestos y una reforma de la Seguridad Social.”
Sin reformas, la economía brasilera continuará yéndose a pique (y que tome nota de la situación el ministro argentino Alfonso Prat-Gay). El Gobierno no puede darse el lujo de esperar tiempos mejores para empezar a reformar.
“La deuda pública, al 70% del PBI, es preocupantemente grande para un país de ingresos medios y está aumentando rápidamente”, explica The Economist. “Por las altas tasas de interés, el costo de amortizarla es un aplastante 7% del PBI. El Banco Central no puede fácilmente usar la política monetaria para pelear contra la inflación, actualmente del 10,5%.”
A Brasil no le queda otra opción que subir los impuestos y recortar el gasto. “El sufrimiento de Brasil, como el de otras economías emergentes, proviene en parte de la caída global en el precio de las commodities. Pero la Sra. Rouseff y su izquierdista Partido de los Trabajadores han hecho de una situación mala, otra mucho peor”, explica el semanario británico.
“Durante su 1er. mandato, de 2011 a 2014, ella (Dilma) gastó extravagante y poco sabiamente en pensiones más altas y rebajas de impuestos improductivas para industrias favorecidas. El déficit fiscal se hinchó del 2% del PBI en 2010 al 10% en 2015”, agregó la publicación.
“Una píldora difícil de tragar”
¿Cómo esperar así que Brasil pueda continuar con su política exterior de hace 5 años, con la calamitosa situación económica actual?
¿Cómo no iban a quedar en el subsuelo los sueños internacionales de Lula, si estaban probablemente siendo financiados de manera oscura, y la Operação Lava Jato (nombre que se le da a la investigación de lavado de dinero que “tiró del hilo” de la petrolera estatal Petrobras) sacó todo a la luz?
Hoy Brasil se encuentra, según medios de ese país, considerando “defaults selectivos” en compromisos financieros adquiridos con organizaciones internacionales y regionales, incluyendo Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos.
Según Foreign Affairs, la prueba más clara del daño que el desastre económico brasilero le causó a sus ambiciones en materia de política internacional, es el recorte en el presupuesto del ministerio de Asuntos Exteriores.
“Inicialmente, Itamaraty, como se conoce al ministerio, estaba literalmente quedándose sin cash. Tras recortes drásticos al presupuesto, embajadores brasileros desde Tokio hasta la Organización Mundial del Comercio empezaron a dejar de pagar el alquiler y las facturas de electricidad e internet”, explicó la revista.
En la Organización de Naciones Unidas, la deuda brasilera –aproximadamente US$ 225 millones en 2015- sólo es superada por la de USA. A la Organización de Estados Americanos, Brasil le debe más de US$ 15 millones, tras hacer un simbólico pago en enero pasado de… ¡US$ 1!, además de otras morosidades que suman alrededor de US$ 3 millones desde ese momento.
La deuda con las organizaciones internacionales sigue en crecimiento, y en noviembre Dilma canceló un viaje a Japón y Vietnam a último momento debido a restricciones fiscales. “Para un país que, hasta hace no mucho, hacía campaña por un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas abriendo embajadas en África y el Caribe, las nuevas realidades financieras son una píldora difícil de tragar”, explica Foreign Affairs.
Efectos colaterales de la “Operação Lava Jato”
Que haya cambios en el diseño presupuestario de un país no es nada fuera de lo común, pero lo que pasó con el escándalo de Petrobras es otra historia.
En las 2 décadas pasadas, uno de los principales motores del crecimiento brasilero, fue lo que Matias Spektor llamó la “internacionalización del capitalismo” de ese país, explica Foreign Affairs. Esto es, grandes compañías brasileras, muy subsidiadas por el BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social) y otras instituciones estatales, que conseguían contratos voluminosos para exportar bienes y servicios.
La Operação Lava Jato, “que expuso cómo los políticos y empresarios habían estado aprovechándose de Petrobras, ha comprometido severamente esta herramienta clave de la política exterior de Brasil.”
Al frente de la expansión empresarial en el extranjero estaban “las mismas compañías constructoras que ahora están siendo perseguidas por darle miles de millones de dólares en sobornos a los políticos, a cambio de acuerdos con la compañía nacional de petróleo”, explica la revista estadounidense.
En agosto, el Congreso brasilero abrió una investigación sobre las “supuestas irregularidades” del BNDES en el extranjero y sus préstamos a negocios involucrados en el esquema de corrupción de Petrobras.
“El crédito subsidiado otorgado a una compañía nacional importante fue precisamente la fórmula mágica” que permitió que, por ejemplo, la compañía constructora Oderbrecht se pusiera a la cabeza de la transición económica cubana con proyectos como el Puerto de Mariel.
Con Venezuela al borde del colapso, es posible que Cuba siga mirando a Brasil para su transformación económica y política, pero el país vecino hoy tiene poco que ofrecerle y es probable que las compañías estadounidenses sean las protagonistas de la transición cubana en el futuro. Pero Cuba no fue el único destino de Odebrecht, ni Odebrecht fue la única compañía en obtener crédito estatal.
Otras 5 compañías que habían llevado sus negocios afuera mediante el mismo mecanismo también se vieron salpicadas por el escándalo Petrobras. Los efectos colaterales de la Operação Lava Jato, que expuso la enorme corrupción oculta por el 'progresista' PT gobernante, siguen reverberando en Brasil y parece que lo seguirán haciendo durante mucho tiempo.