CRISTINA, HASTA EL 10/12/2015

Nunca más, nadie se irá antes de tiempo

"Cristina Fernández provoca, ataca, humilla, lastima, buscando el camino hacía una salida que no encuentra. Es ella y su circunstancia, y el afán de preservar su riqueza lo que la guía. Ella busca un sitio, como los románticos piratas del siglo XVIII, donde terminar de disfrutar su fantasía. Esa fantasía que desea preservar cueste lo que cueste y que solo fue un lamentable relato para el resto de los argentinos", puede ser una explicación a lo que nadie entiende hoy día en la política argentina.

por DANIEL LUJAN
 
PARANÁ (Especial para Urgente24). Cristina Fernández, a pesar de lo que muchos sostienen, se quiere ir. Así como fue ella quien mantuvo las ilusiones del kirchnerismo aquella noche luego del fracaso de la recordada Resolución 125, en el 2008, es hoy quien pareciera promover una retirada anticipada.
 
Cristina Fernández sabe que los gobiernos de su esposo y suyo, luego de haber contado con las oportunidades más grandes que hayamos tenido los argentinos en el contexto mundial a lo largo de la historia, van camino a un tremendo fracaso. Y eso la aterra. 
 
Ella es la que debe cerrar los tiempos del kirchnerismo, y la frustración inminente hace que ya no podrá ser recordada como soñó y trata de evitarlo de alguna manera.
 
Cristina Fernández provoca, ataca, humilla, lastima, buscando el camino hacía una salida que no encuentra. Es ella y su circunstancia, y el afán de preservar su riqueza lo que la guía. Ella busca un sitio, como los románticos piratas del siglo XVIII, donde terminar de disfrutar su fantasía. Esa fantasía que desea preservar cueste lo que cueste y que solo fue un lamentable relato para el resto de los argentinos.
 
Cristina Fernández nos provoca cuando cobija a Amado Boudou y a todos los corruptos de su gobierno. Nos ataca cuando propone leyes que van en sentido contrario al mundo. Cristina nos humilla con las mentiras de sus funcionarios y nos lastima cuando intenta abrazarse al papa Francisco llevando una comitiva más preparada para abrazar a Satanás antes que al pontífice.
 
Cristina Fernández solo se sostiene en los que son “los imberbes” de hoy, que al contrario de sus antecesores de los '70, no son “estúpidos” como los llamó Perón a aquellos. Estos son muy distintos y aprendieron que antes que el idealismo, mejor era “tomar una caja”. Ellos son la guardia pretoriana de Cristina. Los “Cristinistas”. Sus hijos.
 
Ellos no se quieren ir, creen que pueden seguir disfrutando las gratitudes del poder. Imaginan, ilusionados, un regreso. Y allá van. No son pocos. Para eso la necesitan a Cristina y es por eso que se aferran indefectiblemente a ella. Ellos son el primer impedimento que le evita irse del gobierno antes de que sea demasiado tarde, antes que todo le estalle en sus propias manos.
 
Cristina tiene sin embargo un escollo mucho más grande por delante. Contrariamente a lo que otras veces ocurrió en Argentina, ese obstáculo es una sociedad que ha madurado, que aprendió a no caer en la trampa de las provocaciones del poder.
 
La sociedad que en 2013 le puso punto final a la pretensión de una reforma constitucional que habilitara una re-reelección; esa sociedad, menos va a ser engañada, ni provocada por los ataques, las mentiras, las humillaciones o las bravuconadas de Cristina Fernández.
 
Esa sociedad que aprendió de la historia, mal que les pese a Cristina y a muchos políticos, está dispuesta a tolerar todo lo que ella haga para tratar de irse antes. Y es así porque los argentinos están decididos a llevar adelante lo más fantástico que tiene el sistema democrático en el que quieren vivir para siempre: Poder echar con el voto a aquellos que han gobernado perjudicando y traicionando a quienes les dieron su confianza.
 
La sociedad argentina creció. Cristina Fernández no.
 
Y por eso solo se irá dentro de los términos que la Constitución establece, expulsada, con la única herramienta que la democracia propone: el voto de los ciudadanos.
 
Nunca antes.