La depresión modifica la estructura cerebral
La depresión (del latín 'depressio', que significa 'opresión', 'encogimiento' o 'abatimiento') es un trastorno del estado de ánimo, dentro del ámbito de la psicopatología cuyo síntoma es un estado de abatimiento e infelicidad que puede ser transitorio o permanente. Su impacto en la estructura cerebral es un tema a tener en cuenta.
23 de enero de 2012 - 17:36
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El video que acompaña la nota explica que algunas zonas del cerebro encogen cuando una persona sufre depresión.
El lóbulo frontal, los ganglios basales y el hipocampo, son algunas de las áreas cerebrales que se retraen ante los trastornos depresivos. Con un diagnóstico más acertado la distimia o depresión crónica podrá tratarse mejor. (Fuente: Euronews)
Los trastornos depresivos constituyen un grupo de trastornos mentales habitualmente caracterizados por un conjunto coherente de síntomas que son la expresión de la afectación de diferentes funciones psicológicas:
> afectividad (tristeza),
> cognición (desesperanza),
> psicomotricidad (inhibición) y
> conducta (hipoactividad).
El síndrome depresivo es extraordinariamente heterogéneo en relación a
>sus causas (desde factores biológicos a factores psicológicos),
>su evolución (desde la remisión hasta la cronicidad o el suicidio), o
> su intensidad (desde estados próximos a la normalidad o con repercusión casi exclusiva en la esfera subjetiva, hasta cuadros muy graves con incapacitación en todas las áreas de funcionamiento personal).
Los límites de la depresión son difusos, y la depresión puede ser conceptualizada alternativamente como síntoma, síndrome, enfermedad, o incluso, como una forma de reacción normal del ser humano ante acontecimientos de la vida.
Esto hace que cuestiones como la definición, diagnóstico y clasificación de la depresión planteen serios problemas teóricos y prácticos (terapéuticos) aún no resueltos completamente.
El diagnóstico de la depresión es clínico.
Deben descartarse, en primer lugar, causas orgánicas, farmacológicas o tóxicas compatibles con un cuadro similar al de un trastorno depresivo, pero es en último término la entrevista clínica la que ofrece los datos necesarios para el diagnóstico, cuando se cumplen los criterios establecidos más arriba.
Una buena evaluación diagnóstica debe incluir una historia médica completa.
Existen varios cuestionarios estandarizados que pueden ayudar a discriminar si existe o no un trastorno depresivo:
>la Escala de Depresión de Yesavage,
> la Escala de Depresión de Zung,
>el Inventario de Depresión de Beck,
> el Test de Depresión de Goldberg, o
> el Test de Depresión de Hamilton.
Independientemente de que se llegue a un diagnóstico del tipo de trastorno depresivo, si la situación anímica supone una limitación en las actividades habituales del paciente, o una disminución de su capacidad funcional en cualquiera de sus esferas (social, laboral, etc.) se considera adecuado un tratamiento para mejorar la situación anímica, así como restaurar un adecuado funcionamiento de las capacidades socio-laborales y mejorar, en general, la calidad de vida del paciente, disminuyendo la morbilidad y mortalidad, y evitando en lo posible las recaídas.
La selección del tratamiento dependerá del resultado de la evaluación. Existe una gran variedad de medicamentos antidepresivos y psicoterapias que se pueden utilizar para tratar los trastornos depresivos.
Los psiquiatras tienen competencias en recetar medicamentos.
Los psicólogos (y la persona específicamente formada en ello, por ejemplo mediante un máster) tienen competencias en psicoterapia u otras formas de intervención psicoterapeuta desde la modificación de conducta y terapia de conducta(véase psiquiatría y psicología).
En ámbos casos, dependiendo del diagnóstico del paciente (según el modelo médico) y de la gravedad de los síntomas (muy especialmente el la terapia de conducta).
Según la revista científica Psicothema, que realizó una revisión en el año 2001, tan sólo en el trastorno bipolar y esquizofrenia resultaba mejor tratamiento el farmacológico que el psicológico.
Es decir, para el resto de trastornos, algunas psicoterapias muestran experimentalmente mejores resultados que el psicofarmacológico.