La reinstalación de las bases militares extranjeras, los megaoperativos, las innovadores estrategias de seguridad, en fin, la ofensiva del gobierno de Ecuador contra el narcoterrorismo, poco sirve si el presidente Daniel Noboa no aborda su problema central: la corrupción. El caso del cabecilla de Los Tiguerones, “Comandante Willy”, arrestado recientemente en España, expone la debilidad institucional en el país que frustra cualquier lucha contra el narco.
CORRUPCIÓN EN ECUADOR
De guardia a jefe narco: El ascenso y la caída del "Comandante Willy"
El caso del cabecilla de Los Tiguerones, “Comandante Willy”, arrestado en España, expone la corrupción interna en Ecuador que frustra cualquier lucha contra el narco.
24 de octubre de 2024 - 10:55
Arrestado el líder de los Tiguerones.
El miércoles (24/10) la Policía de Ecuador informó que en una operación conjunta con la Guardia Civil de España se logró la captura en ese país de William Alcívar, alias “Comandante Willy” y su hermano, Álex Alcívar Bautista, alias “Ronco”, líderes de aquella organización criminal vinculada a la colocación de coches bomba, sicariatos, extorsiones, al atentado al canal TC en enero y al asesinato de un fiscal ecuatoriano que investigaba sus crímenes y otros actos terroristas.
“Vivían como príncipes”, resaltó el comisario principal del Cuerpo Nacional de Policía de España, Manuel Pérez Álvarez, que informó que su España iniciará el proceso de extradición.
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Los narcoterroristas fueron arrestados en Segur de Calafell, una localidad cercana a Barcelona, donde residían de manera clandestina y con documentación falsa. Poseían autos de alta gama y vivían en domicilios de lujo y habían montado en los últimos años negocios de limpieza para desviar la atención.
Desde allí, el comandante Willy dirigía y coordinaba las actividades de su grupo en Ecuador. Fue el autor intelectual del asalto el canal de televisión TC y secuestro de 35 de sus trabajadores en enero, un gravísimo acto terrorista que conmovió al país. Ese suceso, que visibilizó la crisis de seguridad y el nivel de peligrosidad de las bandas criminales sueltas, propició la declaración de conflicto armado interno del gobierno.
De guardia a jefe narco
Como muchos de los grupos criminales de Ecuador, los orígenes de los Tiguerones se remontan al turbio sistema penitenciario, donde Willy trabajaba como guardia, según InsightCrime.
William Alcívar comenzó su carrera de agente en la Penitenciaría de Guayaquil. El 27 de mayo de 2019 fue acusado de colaborar en la fuga de su hermano, 'La Puya' y de otros reclusos, entre ellos, un ciudadano mexicano implicado en el tráfico de drogas. El hecho reveló los vínculos iniciales de la banda con los cárteles mexicanos, permitiendo que la banda se expandiera.
Allí, comenzó a trabajar con Jorge Luis Zambrano, alias “Rasquiña” o “JL”, líder de los Choneros (ex aliada de los Lobos) antes de su muerte en 2020. Eventualmente, llegó a ascender como jefe de los Tiguerones como una facción de los Choneros, una de las organizaciones más poderosas de Ecuador cuyo líder José Adolfo Macías Villamar (alias Fito), se fugó a principios de año y propició la ola de violencia.
Tras la muerte “Rasquiña”, Los Tiguerones se aliaron con los Choneros una vez más y comenzaron una disputa con sus antiguos aliados, los Lobos cuyo líder, Jaime Zambrano, también se fugó en una premeditada emboscada a una ambulancia que lo trasladaba, curiosamente sin custodia policial, desde la cárcel de El Inca, al norte de Quito, hacia el hospital Pablo Arturo, a mediados de este año.
Bajo el liderazgo del Comandante Willy y su hermano, los Tiguerones extendieron su control hacia Esmeraldas donde establecieron rutas de tráficos de armas y droga. El crecimiento exponencial de la banda, facilitado por la corrupción dentro de las fuerzas de seguridad, ejemplifica la incapacidad del estado para erradicar el crimen organizado si no ejecuta una depuración de raíz en las instituciones de seguridad.
Si Ecuador no se enfoca en combatir a los funcionarios corruptos y desmantelar esa red siniestra, difícilmente tenga éxito su guerra contra los narcoterroristas que aterrorizan al país. Cualquier batalla será vana, si Noboa no aborda los nexos corruptos que permiten a los criminales como Alcívar operar impunemente desde adentro.
La decisión extrema o simbólica de la reinstalación de las bases extranjeras del gobierno ecuatoriano parece más una jugada electoral que otra cosa, ya que más allá de otorgar recursos y estrategias, no aborda las raíces del problema, la decadencia social, la pobreza y debilidad institucional.
La corrupción y negligencia de las autoridades también se evidencian en las matanzas y ataques contra figuras políticas y de alto perfil. El asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio, una de las voces más críticas contra la corrupción en agosto de 2023, a 11 días de la celebración de la primera vuelta de los comicios generales anticipados y extraordinarios del año pasado, sólo fue una pequeña advertencia sobre la extrema violencia que vendría después: motines en cárceles, secuestros de policías, incendios en las calles, atentados en medios de comunicación y centros educativos a principios de años, y fugas de los narcos más peligrosos del país.
El fin de semana hombres armados acribillaron el auto de auto del periodista y candidato presidencial por el movimiento socialdemócrata Centro Democrático, Jimmy Jairala, en una zona residencial de la ciudad portuaria de Guayaquil.
En septiembre sicarios armados en un repentino asalto a un auto asesinaron a tiros a María Daniela Icaza, la directora de la Penitenciaría del Litoral, la cárcel más grande, poblada y peligrosa del país. Álex Guevara, director de la cárcel de Lago Agrio, de la amazónica provincia de Sucumbíos, pereció en circunstancias similares el 3 de septiembre; Santiago Loza, director de la cárcel El Inca, igual en diciembre de 2022; solo tres meses después, la directora de la cárcel de mujeres de Guayaquil, Michelle Mayorga, quien tenía apenas un mes en el cargo, sobrevivió a un similar atentado.
Otras autoridades municipales y figuras de renombre nacional también fueron víctimas de la ola de asesinatos como la concejal de Naranjal Diana Carnero y la alcaldesa Brigitte García de la ciudad costera de San Vicente en Ecuador.
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