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LA IMAGEN LO ES TODO

Instagram y ansiedad adolescente: cómo no caer en las "redes"

La red social más popular entre los jóvenes es también una de las más peligrosas. Al enfocarse en la auto-imagen, Instagram puede generar dependencia y funcionar como un "termómetro" de la aprobación social, además de inundar a los usuarios jóvenes de imágenes de vidas "perfectas". Pero hay formas de no caer en las "redes" de la cultura digital.

Las redes sociales se popularizaron rápidamente en la última década. Con el arribo de la banda ancha,Google y YouTube, fueron apareciendo las plataformas sociales. Entonces, se creía que este tipo de tecnología contribuiría a la democratización de la información y a la conectividad de una sociedad cada vez más globalizada. 

Una de las primeras y la más usada hoy en día a nivel global es Facebook, que cuenta con más de más de 1.000 millones de usuarios activos. Sin embargo, en los últimos años fue otra la que ganó terreno en el público "millennial" y "centennial". Se trata de Instagram, lanzada hace menos de una década, en 2010 (pero que en el año 2012 fue adquirida por el gigante Facebook).

En la red social de los jóvenes y adolescentes cada día se publican 80 millones de fotografías, con una interacción promedio que alcanza los 3.5 billones de Me gustas y 40 billones de Compartidos. Números ocasionados por los 800 millones de usuarios activos en la red social.

Las redes sociales (Internet, si hablamos en términos más generales) se alejaron mucho de la concepción inicial en la que entraban en juego conceptos como democratización de la información o de la cultura. Comenzaron a hacerse presentes los peligros de las redes: la información falsa que circula masivamente, el poder del "algoritmo" y las consecuencias psicológicas de estar permanentemente conectados con el mundo virtual, sobre todo en lo jóvenes, que son más vulnerables.

Este último punto es particularmente relevante en lo que se refiere a Instagram: en la red de los jóvenes las "noticias" no tienen tanto espacio como la imagen y los influencers (usuarios con miles de seguidores que se muestran a sí mismos y muchas veces construyen una marca a partir de su imagen y lucran con ella).

La imagen, a través de posteos en el perfil e "historias", son el principal activo de Instagram. Las fotografías de calidad son priorizadas por el algoritmo, por lo que también son las más likeadas. Se forma un círculo vicioso en el que el usuario deja de ver las publicaciones de las personas que tal vez conoce (salvo algunos con lo que tenga alta interacción), para ver las de las personas que tienen más " me gusta".

En resumen, lo que más aparece en el inicio de un usuario de Instagram son las fotografías de los "influencers", que parecen vivir vidas fantásticas, llenas de ropa de marca, cuerpos totalmente adaptados al estereotipo cultural y viajes exóticos. Los propios usuarios caen en la tendencia: lo que más se muestra en Instagram son justamente los viajes, las salidas, la belleza. Nadie parece tener problemas, sino que todos viven vidas "ideales" y ante un adolescente aparecen a diario cientos de imágenes de otros (a los que puede o no conocer en persona) que parecen tenerlo todo. Casi nadie publica los aspectos cotidianos de una vida "normal", las pericias o los problemas.

Las redes sociales generan adicción y dependencia. A través de los smartphones, muchos jóvenes recurren a ellas en cada momento que pueden, para mirar imágenes que publican otras personas. Cuando hay ocasión, hacen ellos mismos una publicación, para luego chequear una y otra vez cuántos "me gusta" tuvo la misma (en el caso de un posteo) o quienes la vieron (en el caso de una historia).

Los likes se traducen en aprobación, lo cual es una fuente de recompensas para el cerebro, y la búsqueda de aprobación tiene cualidades similares al comportamiento adictivo. Para conocer el impacto que pueden tener las redes sociales en trastornos como la depresión y la ansiedad, la asociación británica de caridad Royal Society for Public Health (RSPH) y Young Health Movement (YHM) estudiaron a un grupo de 1,500 usuarios británicos de redes sociales de entre 14 y 24 años.

Instagram está entre las más "peligrosas" como causante de ansiedad depresión y falta de sueño. "Los jóvenes que pasan más de dos horas al día en redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram son más propensos a sufrir problemas de salud mental, sobre todo angustia y síntomas de ansiedad y depresión", recogen en el estudio. 

Con respecto a Instagram, los jóvenes reconocían que esta app para compartir fotografías afecta muy negativamente en su autoestima (imagen corporal), en sus horas de sueño (asociado a múltiples problemas que se derivan de dormir poco) y en su miedo a quedarse fuera de eventos sociales (conocido por las siglas en inglés FoMO). Además, consideran que fomenta el ciberacoso, que les genera ansiedad y, en menor medida, síntomas depresivos y sensación de soledad.

Para reducir el impacto de las redes sociales en nuestro salud, hay algunos consejos que se pueden tomar. En primer lugar, controlar el tiempo que uno pasa conectado a las redes sociales: la cantidad de horas puede generar una alarma en los usuarios y llevarlos a "medirse". 

Algunos ejemplos de aplicaciones: Checky, que cuenta las veces que desbloqueas el dispositivo a lo largo del día. QualityTime ofrece datos de uso desglosado por apps. Así, podrás ver qué apps son las que más consultas y cuánto tiempo empleas en ellas a lo largo del día, en un timeline. 

Otro consejo: desactivar las notificaciones de las redes sociales, que muchas veces nos "tientan" a abrirlas. Probablemente, ninguna de ellas sea urgente, por lo que podemos enterarnos de lo que suceda cuando las abramos.

También es fundamental tener presente que lo que aparece en las redes no es la realidad, sino un pequeño recorte de ella, y que los aspectos más importantes de la vida no existen dentro de una plataforma virtual, sino fuera de la pantalla.

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