Un hecho nunca antes visto ocurrió en un amistoso del clásico rioplatense. El argentino Cesáreo Onzari hizo un gol desde la esquina del córner a Uruguay, que venía de ser campeón olímpico. Desde ese día, esta hazaña, pocas veces replicada, se empezó a llamar “gol olímpico”.
Traspiés antes del partido
La llegada a Argentina de los flamantes campeones olímpicos, que venían de ganar el oro en las Olimpiadas de París de 1924, fue un suceso muy esperado. La cancha de Sportivo Barracas en la Ciudad de Buenos Aires se transformó en el lugar del encuentro, donde miles y miles de personas enloquecían por ingresar.
Era tal la euforia que el partido terminó aplazándose cuatro días para colocar un alambrado que separara la cancha de las gradas (una valla olímpica, poéticamente). Ese encuentro trunco se interrumpió en medio de disturbios y heridos cuando apenas había empezado y, por si fuera poco, dio comienzo a la costumbre de la reventa de entradas.
Los 50 mil hinchas presentes tuvieron que aguardar casi cuatro horas por una reanudación que no se iba a concretar. El encuentro, originalmente a celebrarse el 28 de septiembre, terminó reprogramado para el 2 de octubre en el mismo lugar con la nueva valla colocada.
El gol olímpico, ‘pièce de résistance’ de Onzari
La selección charrúa se manejó con juego brusco desde el primer momento del partido. En ese entonces los futbolistas sólo se retiraban si sufrían una lesión lo suficientemente grave como para justificar su salida. La diferencia con la actualidad es que, a menos que los rivales estuvieran de acuerdo en reemplazar al lesionado, el equipo jugaba con un hombre menos.
Así fue hasta que se alcanzaron los 15 minutos del primer tiempo, en el que el árbitro sentenció tiro de esquina a favor de Argentina. El encargado de ejecutar el disparo fue Cesáreo Onzari, que venía militando en Huracán desde los 18 años.
La pelota que pateó dibujó una extraña curva en su trayectoria y, en lugar de alcanzarla cualquiera de los jugadores en el área, se hundió directamente en la red de Andrés Mazali. Curiosamente, hasta junio de ese mismo año, esta clase de goles eran ilegales. Así fue hasta que la International Board modificó el artículo 11 del reglamento y permitió convertir un gol directamente desde el córner.
Aquel tanto, que opacó el triunfo argentino por 2-1, se llamó “gol olímpico” no sólo debido a los rivales sino también a las circunstancias en que se materializó. Muy pocos lograron replicarlo: el cubano José Magriñá lo hizo en el Mundial de 1938, el chileno Humberto Moreno en la Copa América de 1926 y la estadounidense Megan Rapinoe en los Juegos Olímpicos de 2012 y 2021.