OPINIÓN

EL CASO MARÍA EUGENIA VIDAL

Los intendentes oficialistas ante la sensación de 'cosa juzgada' en la provincia

En cada ocasión donde María Eugenia Vidal comparte escenario con Mauricio Macri en la provincia de Buenos Aires apela a una frase ya utilizada en anteriores notas de este medio: Lo importante frente a lo urgente. Es la manera de para explicar qué, a lo largo de estos casi cuatro años se sentaron las bases para cambiar la matriz sobre las transformaciones profundas ante las efímeras. Si para algo le ha servido al oficialismo esta elección es para darse cuenta que no se pueden desatender una cosa para ocuparse de la otra. Las necesidades son tantas que no atenderlas implica enojo y rechazo. Mucho más si los problemas actuales se profundizan en nombre de un futuro que se hace vidrioso donde sólo hay que atarse a la fe.

Si el resultado de las PASO no hubiera sido tan categórico para María Eugenia Vidal quizá hubiera podido usufructuar con mayor claridad algo de todo aquello. El ejemplo son las inundaciones producidas por el temporal. El caso más emblemático es la ciudad de La Plata. Mientras en 2013 la lluvia arrasó y se llegó a lo más bajo de la política que es esconder a los muertos, ahora ello ya no sucede. Pero sólo lo entienden quienes lo sufrieron. Uno de los problemas mayores de la Argentina es que la pobreza se mide en función de los ingresos y no de otros aspectos estructurales en las condiciones de vida. Es inapelable la cruel realidad.  

La falta de plata en los bolsillos, no espera cambios culturales. Mucho menos en el conurbano, donde, lamentablemente, la costumbre de décadas a vivir en condiciones poco dignas se hace sentir. Es allí donde radica la principal dificultad para el oficialismo: la costumbre de años contrasta con el impacto reciente de una vida económica peor. 

El proyecto de Mauricio Macri -y por ende el de Vidal-, se quedó a mitad de camino. Buscó lugar un cambio cultural pero sin romper con los vicios del pasado. Por eso, declamó un nuevo orden pero al mismo tiempo aumentó los planes sociales temeroso de perder el control social. Ni una cosa ni la otra. ¿Qué hubiera sido de la vida de Macri si el primer día aclaraba lo que su plan era hacer todo lo que para ahora pide más tiempo? Muy difícil que hubiera sucedido porque eso implica un riesgo personal muy alto y es asumir que sólo se pude estar para un sólo mandato. Sutiles diferencias entre un político y un estadista. 

Las consecuencias de todo aquello las sufrió María Eugenia Vidal a quien se la ha llamado hasta el cansancio como la “mejor alumna del Presidente”. ¿Por qué podía esperar un destino muy diferente al jefe de Estado? Eran sólo ilusiones con el agravante de la ley electoral bonaerense. Cuando las cosas vienen mal, las malas noticias se multiplican. Hasta la calificadora Moody´s advirtió del crecimiento de la deuda externa en dólares de las arcas bonaerenses y el riesgo de default. Datos que le servirán a Axel Kicillof para acortar el gasto político y mostrar la prolongación del efecto “Clio” en los primeros meses como gobernador. 

La afirmación que ello sucederá responde a la misma percepción que tienen los integrantes de Cambiemos en la provincia. Tan pocas son las esperanzas que abrigan de dar vuelta el resultado que ya toman medidas de transición. Una de ellas es revisar y dar de baja contratos con prestadores, vinculados, por ejemplo, a servicio alimentario, a riesgo que ello sea revisado por Kicillof y queden facturas pendientes. Cada intendente de los que intercambia estas miradas en un grupo de WhatsApp, trata de remarla en sus distritos, repartir las boletas cortadas y esperar que la gestión sea valorizada. Además reconocen que ven en las autoridades provinciales la sensación de cosa juzgada, a diferencia del gobierno nacional que aún empuja una esperanza de forzar una segunda vuelta. 

Si es por el conurbano, las ilusiones caen en saco roto. Los números que circulan reafirman y aumentan lo sucedido en las PASO. Por cierto, las pocas encuestas que estuvieron cerca de los guarismos en las primarias son las mismas que hoy clausuran todo esperanza del oficialismo. Al menos en el gran Buenos Aires. Un estudio reciente de Clivajes marca que el 80% de los consultados no piensa modificar su voto dentro de una semana y media. 

Otros datos similares lo reafirman. La consultora SMAD -que mide por distritos en el Gran Buenos Aires- observa un panorama similar para las fórmulas presidenciales y provinciales.

En Lanús, sobre 2.671 casos, Alberto Fernández llega al 45% y Macri al 40%. Este es uno de los mejores escenarios para el jefe de Estado.

Todo lo contrario a lo que muestra el municipio de Merlo donde, sobre 2.324 consultas la fórmula Fernández-Fernández llega al 61,6% mientras Macri alcanza el 26%. Y así en cada uno de los casos relevados del conurbano por la misma firma que tiene como dato destacados de las muestras la cantidad de casos relevados. 

A ese panorama habrá que sumarle otro dato adicional. Los intendentes de Juntos por el Cambio hacen campaña para Alberto Fernández y Cristina Kirchner en el afán de buscar esos electores y pedirles que corten la boleta. La cosas parecen juzgadas y la atención ya ha mutado en el pos 27 de octubre. 

Mientras tanto, entre los intendentes del PJ se preparan para discutir el poder que viene aunque varios de ellos piden no relajarse.

La ecuación no es solo distrital sino seccionales. Los números darán el equilibro futuro en la Legislatura bonaerense donde se discute poder. Uno de ellos el poder judicial. Muestra cabal es que la sesión para el nombramiento de los nuevos jueces que pedía Vidal quedará para después de los comicios. Quizá se trate de un adelanto en lo que vendrá. No sólo la justicia federal sabe oler con exactitud los cambios de tiempos políticos. Lo mismo sucede en la provincia de Buenos Aires.
 

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