INVESTIGACIÓN

MACRI NO DA LABURO, CFK NO PAGA

Argentina 2019: Guatemala vs. Guatepeor

El asesor estrella de Cambiemos, Jaime Durán Barba, le encontró otra vuelta a la polarización y proclamó que la coalición oficialista ganará por ser menos mala. Pero si se aplicara a la campaña el análisis FODA (fortalezas, oportunidades, debilidades, amenazas) que se le hace a las empresas los tantos estarían repartidos entre los 2 concursantes que reconoce el estratega ecuatoriano: Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner. La fortaleza de MM es la debilidad de CFK: endeudarse. Consumo interno/empleo invierten los términos. La amenaza es común a ambos: el riesgo de un default, sea vocacional o inevitable. La oportunidad: el margen para negociar con los acreedores si se ajusta con o sin crecimiento a fin de poder cumplir los compromisos. Ambos son recaudadores natos, pero difieren en que uno se inclina por repartir a las empresas y el otro a los individuos. Sin embargo, uno y otro demostraron que les encanta gastar de la caja del Estado y acomodar a su gente en los estamentos públicos.

Mauricio Macri se aseguró por los próximos 7 meses el raro privilegio de ocupar el centro de una escena política incierta y volátil, a la que se atribuye que la economía nacional haya quedado cataléptica atrapada en las redes del dólar, que nadie sabe hacia adónde se dirige. 

Giran sobre el jefe de Estado los mayores interrogantes:

> ¿concluirá su mandato?,

> ¿terminará siendo el candidato de Cambiemos?,

> ¿ganará la reelección? 

Y, en ese caso, ¿qué hará a partir del 10/12 para remontar la crisis incubada, por acción u omisión, en estos 4 años?

El destino personal de Macri supera hoy las más trascendentes definiciones que atañen al resto de los ciudadanos convocados a las urnas para dirimirlo: 

** ¿hasta dónde llegará la pesadilla de la devaluación, la inflación y la recesión?;

** ¿cómo harán los que vengan para afrontar los US$156.220 millones que vencen entre capital e intereses entre 2020 y 2023, sin caer de la cornisa a un default, moratoria, plan Bonex, etc, como blanqueó el Financial Times que temen los mercados?;

** ¿se renegociará con el FMI el stand by de US$57.100 millones vigente y en cuáles condiciones?;

** ¿cuál será el margen que quedará disponible para poner en marcha el aparato productivo; generar empleos tras la debacle ocupacional a la que se arribó y morigerar el récord actual de pobreza? 

** ¿cómo afectarán a los salarios y las jubilaciones las reformas previsional y laboral que los acreedores impondrán al gobierno venidero?

Aunque el asesor de cabecera, el ecuatoriano Jaime Durán Barba, haya proclamarlo por adelantado (y Marcos Peña lo ratificó, obviamente) que Macri será el vencedor, bajo el argumento de considerarlo el menos peor de los contrincantes que pugnarán por calzarse la banda presidencial hasta 2023, ninguna de las dudas pendientes de resolución tendrá respuesta. 

En esa dirección, una de las mayores preocupaciones de la población, como es el trabajo, no ha sido precisamente el fuerte de la gestión macrista, sino todo lo contrario: según el último Informe Mensual de la Situación del Total de Trabajadores Registrados del Ministerio de Trabajo y Producción, correspondiente a febrero, en 1 año fueron a parar a la calle 252.500 empleados registrados, con lo que la nómina formal ahora totaliza aproximadamente 12,1 millones de trabajadores, de los cuales 6,1 millones pertenecen al sector privado, que sacrificó en ese período 159.400 cabezas. 

La destrucción de puestos de trabajo fue consecuencia directa de la regresiva política de distribución del ingreso aplicada que afectó al consumo interno y, por ende, a la actividad industrial, cuya capacidad instalada actual se remite a setiembre de 2002.

En consecuencia, en lugar de luchar contra la inflación, que acosa a la gente en el día a día, la exacerbó a través de los precios regulados que dependen de la lapicera oficial, mediante los cuales transfirió a la sociedad aumentazos perpetuos en las tarifas de los servicios públicos que acumularon los 3 dígitos.

La mayor cantidad de horas de la gestión se dedican al endeudamiento y su repercusión en el constreñido mercado de capitales local, donde a pesar de ser transado apenas el equivalente al 15% del PBI (muy por debajo de Brasil, Chile, Uruguay) incuba una resonancia cotidiana que ensordece a la producción y el trabajo nacionales.

Más allá de los millones de caracteres en dimes y diretes que van y vienen por las redes sociales y los medios, el funcionamiento efectivo de la Administración Macri ha estado concentrando la gestión ejecutiva en

> la órbita de la caja fiscal de Hacienda,

> la arquitectura financiera y

> el manejo monetario, con el dólar y la tasa como figuras estelares.

En lo que queda del día, cobró protagonismo Dante Sica por el show preelectoral de los precios, Rogelio Frigerio orejea naipes con los mandatarios del interior, Guillo Dietrich se las rebusca con el escuálido savon de las obras y la ministra Carolina Stanley se las arregla como puede con la dirigencia de los pobres. 

K eran los de antes

La deuda en excluyente primer plano y la City en ebullición no se ajustan precisamente a las fortalezas kirchneristas. 

A diferencia de cuando les tocó ser gobierno, no cuentan con décadas ganadas ni reservas en divisas acumuladas para recomponer ingresos e inyectarlos al consumo a fin de hacer crecer la economía. 

La inflación no deja tampoco margen para ser jugada en un eventual envión y, mientras el FMI ande dando vueltas, la billetera pública ni los subsidios tendrán carta blanca. Y mucho menos financiamiento.

Por la columna del haber sólo está previsto que el Banco Mundial aporte US$1.500 millones por año en créditos de fomento para los próximos 4 años: 60% para el sector público y 30% direccionado a privados mediante agencias de financiamiento, como CFI. Financiarán urbanización de la Villa 31, agua y cloacas en la cuenca Matanza-Riachuelo y el plan Renovar destinado a energía eólica.

Es un exiguo oasis, porque al paso que van los acontecimientos, en 2020, además, al gobierno que se encuentre en la Casa Rosada le caerá por lo menos un 60% de las Letes y Lecaps para que renueve. Se calcula que deberá emitir localmente unos US$16.300 millones para colocaciones y por vencimientos: US$11.100 millones en los bonos que gozan de profunda desconfianza, y otros US$5.200 millones correspondientes a una nueva deuda.

La vara del costo se halla muy alta, ya que Hacienda acaba de pagar 61% por 65 mil Lecaps.

Al mismo tiempo, el gobierno arbitra tasas en busca de bajar en lo que se pueda los recargos. 

ANSeS continúa haciendo méritos para consagrarse el principal acreedor del Estado. Destinó fondos a los Bonar 2020, que vencen el año que viene, y los DICA a 2023, asumiendo tasas del 16/17%. También colocó 140 millones en Letes en dólares. Cobró $3.500 millones de renta y capital por bonos.

La perinola agropecuaria

La otra herencia pesada originada, en este caso, desde ambas orillas de la grieta es la carga impositiva a la agroexportación, cuyas distintas variantes de valor agregado explican el 70% de las divisas que ingresan por el comercio exterior.

Ya cada hectárea agrícola le aporta a los distintos niveles de gobierno 60,6% de la renta (ingresos menos gastos) por el nuevo esquema de retenciones de $4 y 3 pesos por dólar exportado, y encima el FMI presiona para trasladarle a la soja la incidencia de la retención en la paridad cambiaria de $45, que licuó un 1,1%.

Trae reminiscencias de la famosa exResolución 125, de impuesto móvil a la soja que ideó Martín Lousteau cuando era ministro de Economía de CFK, e hizo estallar el enfrentamiento entre los K, el campo y el círculo rojo de aquel momento.

Pero, además, el complejo agroindustrial también se encuentra de mal talante (tal como llaman en España al malhumor) porque la eliminación del diferencial arancelario entre el poroto, el aceite y la harina de soja, que ahora paga alrededor de un 30% de retenciones, desincentiva el agregado de valor en origen, o sea, hace que vuelva a convenir vender directamente el commodity. 

La estructura desagregada de los US$ 61.621 millones en mercaderías exportadas en 2018 sería en números redondos: 

** 37% (u$s23.000 millones) en manufacturadas de origen agropecuario;
** 23% (u$s14.000 millones) en transacciones de bienes primarios;
** 32,5% (u$s20.000 millones) en bienes industriales; y
** 6,5% (u$s4.000 millones) en combustibles y energía. 

Según la Agencia de Inversiones y Comercio Internacional, 57 de los 100 principales ítems que se envían al exterior son productos primarios provenientes del campo, de las economías regionales, de la minería y de la pesca. 

Alimentos y bebidas representan el 41,1% del total y nada más que 4 agroalimentarias facturaron u$s10.309 millones (17%).

De todos modos, los números contantes y sonantes para la oferta de divisas se siguen extrayendo de la campaña agrícola, que se estima este año en u$s 28.000 millones entre granos y derivados. 

La bolsa porteña sostiene su proyección de cosecha gruesa en:

** 53 millones de toneladas para la soja (contra 38 millones en 2018), 
** 46 millones de toneladas de maíz (contra 43,5 millones en 2018) y 
** 3,9 millones de girasol (contra 3,5 millones en 2018).

Y, a partir de ahí, estima las liquidaciones. 

A marzo, con una devaluación del 10,7 %, que interanual se iba a 112 %, el primer trimestre cerró con una entrada de U$S 4.189,4 millones, 10,5 % menos que el año anterior.

La concentración de las bocas de ingresos queda expuesta en un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), que desmenuza lo ocurrido en 2018, cuando se despacharon al exterior 69 millones de toneladas de granos, harinas y aceites en total, siendo Vicentín, Dreyfus, Oleaginosa Moreno, Molinos Agro y ACA las principales entre las 10 primeras empresas que se reparten un 90% del total de las ventas. 

Cargill se anotó con unas 9,6 millones de toneladas (14% del total), ADM alrededor de 7,3 millones (11%) y Bunge cerca de 7,2 millones (10%), mientras la multinacional china Cofco, que absorbió a Nidera y Noble Group y la cordobesa Aceitera General Deheza (AGD) embarcaron a través de su infraestructura portuaria de la zona Rosario unas 14 millones de toneladas.

Los mayores compradores fueron Brasil y Vietnam, seguidos por Argelia, China y Egipto. Entre los 5 se llevaron el 51% de los granos producidos en el país.

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