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CAMBIANDO EL MODELO

Macri deja veranito energético sin almanaque

No es nada fácil para el gobierno que se instala en menos de 2 semanas definir qué hacer con el zafarrancho que quedó de las tarifas de los servicios públicos, que primero subieron arriba del 3.000% en 4 años ahogando a particulares, Pymes y entidades civiles, sobre todo, y de golpe la Administración Macri le clavó el freno por conveniencias electorales. Después de todo el sacrificio, están de nuevo atrasadas, requieren subir subsidios con el país afuera del mercado voluntario de crédito, el stand by del FMI interrumpido y las empresas energéticas con las acciones de capa caída y pocos incentivos para invertir. La única pista que deslizó Alberto Fernández es que la tarifa será desdolarizada y sugirió que iría acompañando la inflación (40% el año que viene, según el designado titular de INDEC, Marcos Lavagna). Pero llega enero y se presenta el problema del retroactivo. El gas debería subir 34% en los hogares, pero mucho más en la cadena de valor desde la boca del pozo por la acumulación de los valores en suspenso del transporte y distribución. Aún así, no menos del 37% del atraso que traían hasta abril en relación a los costos (que se duplicó hacia fin de año) deberá ser cubierto por el Tesoro. Si hubiera que deducir alternativas, es probable que se apliquen escalas tarifarias más vinculadas a la capacidad contributiva del usuario que a lo que digan los medidores.

La despedida de los tarifazos de los servicios públicos casi hizo que los hogares y las empresas, castigados con seguidillas de alzas en la luz y el gas del 3.000% en 3 años (de acuerdo con la UNDAV), gozan por estos días de la brisa de alivio que regaló el efímero congelamiento preelectoral: parece que entre las PASO y la elección presidencial de octubre tiraron virtualmente los medidores por la ventana.

Lo que no se sabe es cuánto costará finalmente este veranito energético y cómo se pagará. Pero está hecho: la demanda de energía eléctrica proveniente de los usuarios residenciales, comerciales e industriales cumplió 2 meses seguidos de aumento, con el último del 5% interanual, según informó la Fundación para el Desarrollo Eléctrico (Fundelec).

El crecimiento de octubre, por una cuestión estacional, se situó 1,6% arriba del mes anterior. Hubo más gasto de los particulares (41%) que de las personas jurídicas del comercio o la industria, ambos en torno del 30%. La administradora Cammesa registró que la gran distribuidora domiciliaria del área metropolitana norte, Edenor, mejoró 4,4%, mientras en la sureña Edesur lo hizo 4,8%.

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Habrá que definir qué hacer.
Deshojar hasta el 10/12/2019.

Con todo, el repunte primaveral no llega a levantar el aplazo que traía el consumo de estos servicios públicos desde comienzos de año, que aún así acumula -4,1%.

Las niñas bonitas de la Administración Macri, las firmas energéticas, se ve que también cayeron en desgracia ante Wall Street, inclusive, Y en las derrotas de su propio Vilcapugio y Ayohuma, como las había padecido el ejército de Manuel Belgrano, Edenor bajó hasta el 72%, así como se despeñaron los valores de Gas Cuyana, Camuzzi, Metrogas, Gasban.

Después de tantas agresivas facturas precedentes, los usuarios parecieron desquitarse visceralmente, lo cual se vio reflejado no sólo en este efímero relajamiento del forzoso boicot popular a los medidores, sino en la curiosidad urbana de que una de las vedettes del Cyber Monday último hayan sido los equipos de aire acondicionado en cuotas.

Habrá que ver si cuando el tórrido verano los eche a volar a full, las tarifas de gas y electricidad son sacadas del estado de catalepsia en que las sumió, por desesperación electoral, Juntos para el Cambio cuando avizoró que se le vendría la noche en las urnas.

Alberto Fernández ya afirmó que serán pesificadas, pero no está claro si las irán subiendo pari passu con la inflación o si repetirá la Gran Néstor de cuando era su jefe de Gabinete y Kirchner decidió dejarlas atrasadas como venían contrariando al auditor venezolano de entonces, Luis Cubeddu, hoy vuelto a designar por la directora gerenta del FMI, la búlgara Kristalina Georgieva. 

Tanto presionaba el organismo para subirlas que, finalmente, el extinto Presidente canceló el saldo del stand-by del organismo con tal de no darles el gusto y poder seguir adelante con ese pivote de incentivo estatal al consumo interno en el que había convertido a las tarifas y los combustibles. 

Jubileo energético

Como la generación local de electricidad resultó el mes pasado 2,1% superior a la de un año atrás, a la vez que la temperatura media de octubre anduvo por 17.5 °C, cuando en el mismo mes del año anterior había sido de 17.8 °C (la histórica del mes es de 17.3 °C), la importación continuó en baja como venía. 

Pero finalizada la tregua de los comicios, si se cumpliera la determinación de la audiencia pública, el gas debería reanudar la marcha semestral ascendente en los servicios regulados de transporte y distribución. 

Transcurrió octubre y nada, de hecho se le salteó el 2do ajuste semestral y el que se aplicaba por la variación del precio del gas en el PIST.

De no haber sido por el congelamiento, en mayo se debería haber incrementado 5% y en agosto 10,3%; en rigor 15,8% acumulado desde abril.

Pero encima el oficialismo perdió y se retira dejándoles a los que vienen el zafarrancho tarifario pateado para el verano, como si los argentinos que gobierna la política no fuesen los mismos antes y después de diciembre. 

Técnicamente, la tarifa de electricidad se forma con la diferencia que calcula CAMMESA, y se aprueba por resolución, entre el costo de producir la energía y el precio medio estacional, o sea el de su abastecimiento. 

A abril de 2019, se había llegado a la ecuación tarifaria de cubrir  el 63% del precio real que se pagaba por producir la energía consumida. 

Tras el congelamiento, la relación llegó al 40% en noviembre, o sea, retrocedió 20 puntos y, como contracara, el subsidio del Estado en 6 meses pasó del 37% al 60%.

De retomarse los cronogramas, en enero debería ser actualizada la remuneración al gas en el PIST, y asumiendo que los hogares siguieran pagándolo a U$S 4,55, implicaría que la pesificación se estaría haciendo a un tipo de cambio estimado de $64, o sea $105 adicionales, por millón de BTU. 

En febrero también deberían ser actualizadas las tarifas de transporte y distribución, empleando la variación del 29% que tuvo el IPIM de agosto-febrero de 2019, pero habrá que ver cómo regulará al respecto el nuevo gobierno. 

De modo que, por devaluación del peso y aceleración de la inflación, la tarifa de los hogares se incrementaría en febrero aproximadamente 34% con respecto a diciembre.

Si no se postergaran las audiencias, como ocurrió en 2019, tendría que aplicarse un incremento de 15% en abril y de 15% en octubre. 

En consecuencia, durante el año en curso, el incremento acumulado representaría un 76% en octubre. 

Los hogares siguen pagando el mismo valor en dólares (U$S 4,55), y si hubiera un retraso real en el tipo de cambio, retomar en enero, tras el congelamiento, la indexación de las tarifas eléctricas significaría aplicar un incremento del 53%, consecuencia del componente de la generación de electricidad. 

A diciembre de 2020, comportaría un incremento acumulado de 115%, siempre que se mantuviera el subsidio en los niveles que prevalecían antes del congelamiento (37%).

El diferimiento de la corrección de los ajustes tarifarios en gas y energía tiene su contracara en mayores subsidios por parte del Tesoro y en menores incentivos de inversión por parte de las empresas. 

Pero del otro lado del mostrador empresario, las familias han sentido un alivio parcial en sus presupuestos de vivienda, lo que no es una cuestión menor en medio de una coyuntura económica tan crítica.

La respuesta de los usuarios empleadores que estuvieron soportando el apriete tarifario se reflejó, sin embargo, en el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), que cayó en setiembre -2,1% interanual y acumula -2,3% en 2019. 

De todas formas, otro dato más fuerte es el de la variación mensual: la actividad fue 1,6% menor que la de agosto, una caída muy fuerte.

Habrá que definir qué hacer.

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