Hay varios estudios científicos que se enfocan en la cantidad: “Lo ideal es tener relaciones sexuales cada 48hs”, expresa un estudio de la Universidad de California. “La edad incide en la cantidad de veces que lo hacemos”, confirma otro estudio, del Instituto Kinsey donde se marca que de 18 a 29 años es la edad óptima para tener sexo más y más veces.
CALIDAD VS CANTIDAD
No importa cuánto sexo tengas: importa qué tan bueno es
En una era donde todo se cuantifica el sexo no es excepción. Las parejas y sus participantes suelen obsesionarse con “no tenemos tantas relaciones como antes”, asumiendo que la cantidad de veces que uno lo hace es similar a una buena vida sexual. Aquí lo desmitificamos: la satisfacción no pasa por cuánto, sino por qué tan bien nos hace sentir.
Sin embargo, hay una tendencia nueva en la sexología que trata de “desfetichizar” la cantidad y el número de veces como símbolo de buena sexualidad en la sociedad posmoderna.
En la revista S de El País se expresa: “Vivimos en una sociedad hipersexualidaza y del rendimiento. Tenemos que rendir en el trabajo y en todos los aspectos de nuestra vida, incluido el sexo”, explica Carme Sánchez, psicóloga clínica y sexóloga del centro Vigora(Barcelona).
En un contexto social de hiperactividad continua es todavía más difícil encontrar el momento para tener una buena relación sexual, más todavía pensar en hacerlo 2 o 3 veces por día, eso es utópico ya. E insostenible a largo plazo.
Por eso, los momentos que se presentan para los encuentros sexuales es importante medirlo en calidad, en conexión, en satisfacción y placer. No en cantidad de veces, ni en duración.
Carme Sánchez cuenta una anécdota con dos pacientes que acudieron a su consulta señalando que tenían un problema con sus relaciones sexuales. La preocupación era que “lo hacían poco. Los atendí juntos y también por separado y los dos llegaban a la misma conclusión: estaban satisfechos y no tenían problema con sus relaciones, pero si se comparaban con sus amistades (o con lo que decían sus amistades), se preocupaban”.
El porno no ayuda a cambiar esta concepción tampoco. Se muestra siempre que las relaciones sexuales tienen que ser con penetración, en muchas posiciones sexuales diferentes, por mucho tiempo y con muchos gemidos. Este tipo de producciones son eso: producciones. Pero la gente que las consume como fantasías termina pensando que así es como debería ser el sexo y se frustra cuando llega la realidad con un escenario completamente diferente.
“Reflexionar sobre qué me satisface, qué aspectos me gustan de mi sexualidad. Si me siento satisfecha no significa que me tenga que quedar ahí, puedo seguir probando y variando cosas”. Si la pregunta se amplía al plano de la pareja, Carme Sánchez recalca la importancia de la comunicación sexual entre ambos. La conversación con una pareja sobre la sexualidad es tan importante como cualquier otro aspecto de la vida en pareja que necesita ser hablado en caso de sentir que no está funcionando como corresponde.