ECONOMÍA

INFORME DE LA UB

La construcción es la clave, pero hacen falta mecanismos adecuados de financiamiento

Tras la exitosa conclusión de la reestructuración de la deuda, el paso siguiente es la recuperación de la economía, y en ese marco es que Víctor Beker, director del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano, plantea que la clave es la construcción. Pero aclara que para ello se requiere asegurar mecanismos adecuados de financiamiento.

 

La recuperación de la economía es el paso obligado tras la exitosa conclusión de la reestructuración de la deuda, plantea el Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano. Y en ese contexto es que afirma que la construcción es la clave.

"Como consecuencia del COVID-19 y la paralización de actividades generada por la cuarentena, la economía experimentó un fuerte retroceso en el primer semestre de 2020. Ello impactó en el nivel de empleo, estimándose que la tasa de desempleo alcanzaría en el segundo trimestre al 15%, cuando fue del 10,4% en el primer trimestre. La paulatina flexibilización de la cuarentena posibilitó un ligero repunte en la actividad económica a partir de mayo. Aun así, su nivel es sólo comparable con el registrado 11 años atrás", indicó Víctor Beker, director del CENE.

"A diferencia del sector agropecuario y de buena parte de la industria manufacturera, la actividad de la construcción aún requiere de una utilización importante de mano de obra. Por ello y por sus eslabonamientos, la industria de la construcción puede jugar un rol vital en la recuperación del empleo y en la reactivación económica. No sólo es importante por su rol en la creación directa de empleo sino también por su capacidad de traccionar la actividad y la ocupación en las industrias proveedoras de insumos", continúa.

"Se trata, al mismo tiempo, de uno de los sectores más afectados por la cuarentena. En términos interanuales, el derrumbe en la industria de la construcción alcanzó el 62%, comparando mayo 2020 con igual mes de 2019. Por tales motivos, la puesta en marcha de la obra pública y privada realizaría una vital contribución tanto a la reducción de la tasa de desocupación como a la mejora en el nivel de actividad", señala el economista.

"Claro está que, para ello, se requiere asegurar mecanismos adecuados de financiamiento. En el caso de la obra pública, no puede esperarse que se realice con los ya escasísimos recursos ordinarios del fisco, puesto que el 50% del gasto público se financia hoy con emisión monetaria. Pero bien podría financiarse con deuda. Por ejemplo, con la emisión de bonos ajustables por CER, que permitan absorber buena parte del exceso de liquidez generado durante la cuarentena. Ello permitiría, por otra parte, crear una alternativa para el ahorro que no sea exclusivamente el dólar", indica.

"Sin embargo, las obras de infraestructura requieren de desembolsos importantes de capital. Por ello es que, para las grandes obras, se deberá recurrir al financiamiento de organismos financieros internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo o el Banco Mundial. La inversión pública genera retornos financieros que posibilitan a los gobiernos cumplir en el mediano y largo plazo con las obligaciones contraídas para llevarla a cabo", aclara el director del CENE.

"En cuanto a la construcción privada, además del plan PROCREAR, deberán instrumentarse líneas de crédito a largo plazo ajustables por el coeficiente de variación salarial, con un seguro para el caso de pérdida del empleo por parte del titular del crédito. La inversión en infraestructura y la construcción de viviendas puede traducirse en un incremento en la producción de las industrias vinculadas con el consiguiente aumento en el empleo, el ingreso y el consumo", concluyó Beker.
 

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