El objetivo excluyente de la política de USA para con el continente se centra en convencer a Venezuela de que regrese a la democracia por medios pacíficos y, a Corea del Norte, de que deponga sus ensayos nucleares. El funcionario del Departamento de Estado se mostró proclive a que, en el ámbito del Mercosur, Argentina se le plante en una posición firme al régimen venezolano de Nicolás Maduro y que Brasil, al menos, acompañe. Tampoco le disgusta que la vacante que dejó Martín Lousteau en la embajada en Washington se cubra con algunos de sus más estrechos contactos en la cena. Y finalmente confió en que después de las elecciones en ciernes, el gobierno de Macri podrá nivelar asimetrías en la economía que la integren al comercio internacional, como con los costos laborales, y zanjar el conflicto suscitado por la medida proteccionista aplicada Estados Unidos al ingreso de biocombustibles argentinos. Espera un reconocimiento de que la baja de las retenciones al agro significó una ventaja competitiva arancelaria a las exportaciones del biodiésel y se haga algo al respecto.
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La Administración de USA entrenó una “Oficina de Brasil y Cono Sur del Bureau de Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado” y nombró a un director que recién se hizo cargo, Kevin O´Reilly, un descendiente de irlandeses casado con una argentina y con 2 hijos nacidos en Buenos Aires por los tiempos en que estaba afectado a la sede diplomática, cuando James Cheek era el embajador. Estuvo noches pasadas en un ágape organizado por el Centro de Estudios Americanos (CEA) en el Alvear Palace Hotel. Recibió de manos del titular del think tank anfitrión, Luis Savino, el premio Puentes de Plata. Tras los postres compartió varios corrillos y en uno de ellos compartió una charla informal con Urgente24, en la que se trató acerca de una gloria del fútbol argentino que le presentaron en los ‘90 cuando trabajaba en el edificio de la calle Cerviño, en Palermo, Amadeo Carrizo, hasta el rol que nos reservan en los foros internacionales de ser voceros de los valores democráticos y de autorregulación del desarrollo de tecnología nuclear, a partir de las propias experiencias desarrolladas.
El jefe del Departamento de Estado, Rex Wayne Tillerson, quien viene de desempeñar durante diez años (2006-2016) la dirección ejecutiva de la petrolera ExxonMobil, registra como antecedente de su visión continental haber acometido en 2007 contra la República Bolivariana de Venezuela cuando Hugo Chávez hizo valer la condición de su país de contar con las mayores reservas de petróleo del mundo y firmó un decreto de nacionalización, que sólo ExxonMobil y ConocoPhillips no aceptaron.
Tillerson le hizo juicio durante años, por el que logró cobrar apenas la décima parte de lo reclamado, y poco antes de su retiro de la actividad privada, anunció el hallazgo de un gran pozo petrolero con crudo de gran calidad a 200 kilómetros de la costa de Guyana, en aguas que reclama Venezuela desde hace más de un siglo.
El sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, creyó que no era casual que la ExxonMobil hubiera hecho la prospección y que, ya con Tillerson en tránsito hacia la conducción de las relaciones exteriores, apareciera el descubrimiento de otro pozo de crudo de gran calidad muy cerca del anterior.
El secretario de Estado de Trump, a quien también se lo sindica como allegado al presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, tuvo que desprenderse de acciones en la firma, que Forbes valuó en US$240 millones, para evitar así un conflicto de intereses, algo parecido a lo que sucediera con las tenencias accionarias del ministro de Energía en Argentina, Juan José Aranguren, en la Shell.
En lo que lleva de gestión, evitó hablar del conflicto institucional en Venezuela, aunque en una única vez se refirió a "prácticas antidemocráticas" de Maduro y la necesidad de una "transición negociada al orden democrático".
De todos modos, la opinión de la Casa Blanca sobre el país caribeño fue hecha saber tanto por Trump como por el vicepresidente Mike Pence, durante la visita “de médico” que hiciera en agosto a la Argentina. Durante la conferencia de prensa que brindara luego de reunirse con Mauricio Macri en la Quinta Presidencial de Olivos, dijo que traía “un mensaje que debe quedar claro en toda América Latina”. Y es que su país “no se quedaría de brazos cruzados cuando Venezuela se está destruyendo”.
Entre las muchas opciones a disposición, mencionó el incremento de la presión diplomática y económica sobre Maduro, no sólo en el continente sino en todo el mundo, a fin de lograr por medios pacíficos que regrese la democracia.
Los observadores relacionaron esta hipótesis con la proximidad atribuida a Tillerson respecto de Putin, a la sazón también uno de los mayores aliados del gobierno que preside Maduro, aunque desde otra óptica podría inferirse que sería también una barrera ante cualquier acción directa que se encarara en los organismos internacionales que comparten Estados Unidos y Rusia.
Pero una eventual salida de Venezuela del Mercosur, que el gobierno de Mauricio Macri esté en condiciones de inducir, sería un costo económico difícil de asimilar para el chavismo y que sólo contaría con la resistencia de parte de la izquierda de la coalición brasileña, sumamente debilitada por la ofensiva judicial contra los poderes ejecutivo, legislativo y los propios empresarios como consecuencia de las causas de corrupción abiertas.
La conexión brasileña
El viceministro de Tillerson, Thomas Shannon, es otro viejo conocido de los bolivarianos, a punto tal que, cuando era subsecretario para Asuntos Políticos de la Cancillería, fue enviado por su ex jefe John Kerry, de la Administración Obama, a Caracas para "dar continuidad" a las conversaciones iniciadas entre ambos países tendientes a normalizar las relaciones. Shannon había sido subsecretario de Estado para América Latina desde 2005 al 2009. Y entre 2009 y 2013 fue embajador en Brasil.
Los venezolanos se pusieron en guardia con el “prontuario” del negociador, al vinculárselo con el golpe de Estado contra el presidente de Haití, Jean-Bertrand Aristide en 2004 y se reveló una reunión suya en 2006 con el jefe de la misión militar de la ONU en Haití (Edmund Mulet). También vieron su sombra en otro golpe de Estado centroamericano: contra el hondureño Manuel Zelaya en 2009. Shannon había estado en Honduras una semana antes con la finalidad de “negociar una salida alternativa”.
Lo cierto y concreto, más allá de suspicacias, es que el diplomático de mayor rango en Washington se especializa en materia continental en Brasil, ya que, además de los cuatro años que estuvo al frente de la embajada, había tenido un paso previo entre 1989 y 1992 como asistente especial en la embajada de Estados Unidos en Brasilia.
Ya con Trump en la presidencia y Tillerson en el Departamento de Estado, debajo de Shannon se vertebró una polea de transmisión para la política continental aplicada por la Administración Trump a partir de la designación como subsecretario interino de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental de Francisco (Paco) Palmieri, quien se venía desempeñando como subdirector adjunto principal desde enero de 2016 hasta la asunción del nuevo gobierno. También había sido subsecretario adjunto para Centroamérica y el Caribe desde enero 2014 a enero de 2016.
Y se completó el elenco para América del Sur con la apertura de una “Oficina de Brasil y Cono Sur del Bureau de Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado", que reporta al viceministro Shannon, al frente de la cual se nombró como director a un hombre de carrera en el servicio exterior estadounidense, quien por una cuestión vinculada a su vida personal estrechó lazos íntimos con nuestro país. De Kevin O´Reilly se trata, casado con una nativa de estos lares, hija de inmigrantes españoles, con quien comparten dos hijos también de nacionalidad argentina. Mientras ambos construían su historia de amor, el actual encargado de las relaciones de la Casa Blanca con “Brasil y Cono Sur” lograría que lo trasladaran a la embajada en Buenos Aires, entre 1993 y 1996, a cargo de James Cheek, para estar cerca de su novia.
Según su propia confesión, O´Reilly fue asesorado en aquella oportunidad sobre las complejidades de la política argentina por el presidente del Centro de Estudios Americanos (CEA), Luis Savino, quien lo acaba de agasajar con la entrega de la distinción anual “Puentes de América 2017”, destinado a “quienes comparten intereses y trabajo comunes para lograr los objetivos del Centro, como lo son el compromiso con los principios democráticos y el establecimiento de reglas claras para la relación bilateral”, como consta en la gacetilla alusiva a la cena del 27º Aniversario del think tank creado para un intercambio de dirigentes y cursos que ayuden a entender cómo y dónde funcionan los timbres del poder en cada uno de ambos países.
El máximo responsable de América Latina en el Departamento de Estado festejó su cumpleaños 56 en el hotel Alvear con su esposa e hijos argentinos y la tarjeta diplomática que inscribe por su nombre a Brasil y engloba al resto, incluido nuestro país, como Cono Sur.
O sea que O´Reilly reporta a las altas esferas de Washington, vigila el equilibrio económico regional a través de Brasil y tiene su corazón en Argentina.
Al finalizar el ágape, del que participaron unos 250 invitados, entre ellos, el consultor petrolero Tomás Hess, los diputados Marco Lavagna, Graciela Camaño (1País), Silvia Lospennato y Karina Banfi (Cambiemos), la presidenta de la Cámara Federal de Casación Penal, Liliana Catucci (que interviene en la reapertura de la causa sobre la denuncia que haría Nisman), el rector de la Universidad del Salvador, Juan Tobías, el sindicalista Rodolfo Daer; los ruralistas Luciano Miguens y Mario Llambías; el presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina (AMCHAM), Manuel Aguirre; el abogado Mauricio D'Alessandro, el analista internacional Jorge Castro, el ex apoderado del PJ Jorge Landau, y el consultor político Gustavo Marangoni, se formaron corrillos informales en los que se quedó en claro la etapa actual de transición de la relación bilateral.
Cerca de O´Reilly se lo escuchó hablar de:
-Una jugada de ajedrez, en la que el Mercosur, antes que la Alianza del Pacífico, tiene el rol de pivote de las relaciones comerciales en el cono sur, donde Brasil es el socio determinante por su poderío económico lo mismo que su inserción en los mercados mundiales, y a la Argentina se le reservó protagonismo político para operar sobre Venezuela y Corea del Norte fuera de los marcos multinacionales declamatorios.
-De ahí que el Departamento de Estado siga de cerca la evolución de las reformas laborales que comenzaron en Brasil y que después de las elecciones deberían continuar en Argentina, con el propósito de buscar un alineamiento arancelario con las economías más abiertas del Pacífico, a lo cual contribuye la aceleración del proceso para que el país ingrese en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
-Estados Unidos espera el veredicto de las calificadoras de riesgo, en enero, y si el país es ascendido a emergente poner en marcha el ciclo de las inversiones anunciadas. Depende de que el presidente Mauricio Macri consiga encaminar las reformas económicas que quedaron en el tintero a la espera de la resolución electoral del término medio.
-También se aguarda saber quién irá a Washington en reemplazo de Martín Lousteau, ya que el cargo de embajador se encuentra vacante desde la renuncia del candidato a la elección porteña por el frente Evolución Ciudadana.
-El nombramiento del embajador de USA en Buenos Aires tendrá que esperar hasta pasado este reacomodamiento inicial en las relaciones que permita fijar un punto de partida. Mientras, queda al frente como hasta ahora el encargado de Negocios, Albert Kraimoore, un interinato similar al que le tocó cubrir a Kevin Sullivan hasta que la Administración Obama logró que le aprobaran el nombramiento de Noah Mammet en la etapa final del kirchnerismo.
-Gestos que se siguen del presidente Mauricio Macri en torno del pronunciamiento sobre la situación de Venezuela y Corea del Norte. El funcionario americano destaca la autoridad que cobra la palabra argentina en ambos casos en los foros internacionales, habida cuenta de la larga lucha que le reconoce al país en la consecución del afianzamiento de la democracia. La expectativa de la Casa Blanca es que, terminada la campaña electoral, el mandatario argentino se convierta en vocero de ambas cuestiones en cuanta ocasión se presente. Venezuela "no puede elegir sus gobernantes de manera libre, sin interferencias", esgrimió al cabo de la cena, y tanto el país caribeño como el régimen de Kim Jong-un ya no le dan blanco a Estados Unidos dentro de la Organización de Estados Americanos (OEA) para coaccionarlos, uno por renuncia y el otro por expulsión.
-Acerca de la grave situación con Corea del Norte se remite un eventual pronunciamiento argentino en cuanto al tema de discontinuar en forma sostenida el uso de uranio altamente enriquecido en los reactores de investigación, y apelar a la autoridad que tiene nuestro país en el asunto por haber firmado en 1995 el Tratado de No Proliferación de las Armas Nucleares.
En la misma velada del Alvear Palace Hotel se lo escuchó entusiasmado cuando le tocó referirse al hasta hace poco director de Asuntos Públicos de la ExxonMobile, Tomás Hess, quien fuera compañero de tareas y amigo personal del que era número uno de la compañía, hoy secretario de Estado de USA, Rex Tillerson.
En esos círculos, y dada la cadena de relaciones en común que modera O´Reilly entre sus superiores y el recién retirado ejecutivo de la petrolera norteamericana, no es de extrañar que se insista en mencionar a Hess potencial candidato a ocupar la embajada argentina en Washington en cuanto concluya la interminable la transición electoral.