CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER 2013
Cuando las brechas se multiplican...
Del viento de cola al tornado: así es el cambio de clima que acompaña a Cristina Fernández de Kirchner en su intento de perpetuarse en el cargo. Sin embargo, la Presidente de la Nación y su gabinete de ministros carecen de la capacidad de reacción ante la sucesión de brechas que se abren en la gestión kirchnerista y que hacen tambalear los sueños hegemónicos.
28 de abril de 2013 - 21:14
por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). La lista de problemas y fisuras no es corta. En una semana:
• Cristina Fernández perdió a casi todos sus aliados en la Cámara de Diputados,
• 2 de los proyectos de ley para colonizar el Poder Judicial fueron aprobados en medio de un escándalo de proporciones,
• la Casa Rosada enfrente una denuncia de pacto espurio con la Corte Suprema de Justicia,
• los proyectos de ley debían ser aprobados a libro cerrado, pero hubo que hacerles modificaciones por pedidos del poder que Cristina Fernández quiere maniatar y por un aliado del propio Poder Ejecutivo,
• el ministro de Economía se ha convertido en un hazmerreir internacional ante la imposibilidad de defender las estadísticas oficiales,
• los rumores de cambio en el Palacio de Hacienda crecieron con el transcurrir de los días desnudando la interna palaciega,
• el dólar 'blue' coqueteó con la frontera de los $ 10 por unidad,
• los comentarios sobre desdoblamiento cambiario van en aumento, como si fuera una solución a los problemas de competitividad,
• la reunión con Dilma Rosseff fue un fracaso, y
• la movilización citada por la oposición en la Plaza de los Dos Congresos superó en número de participantes al acto que realizó frente al Congreso, Néstor Kirchner para defender la Resolución 125 en 2008.
'Modelo' en crisis, hegemonía las p...
Los temas señalados son consecuencia directas del desafío que Cristina Fernández lanzó a la sociedad cuando dijo: “Vamos por todo”; es decir, cuando la Presidente de la Nación avanzó con su propuesta de imponer un modelo hegemónico no tuvo en cuenta que el costo de tamaña provocación política tendría consecuencias para un Gobierno que, para esas alturas (8 años de gestión), ya venía acumulando muchos problemas sin solucionar.
Cristina Fernández perdió la mayoría automática que había tejido en la Cámara de Diputados, se propuso someter económicamente a la Corte Suprema y terminó por ceder la caja judicial a su enemigo político, Ricardo Lorenzetti, y perdió el control de la calle, también en el Congreso, una afrenta para un cualquier régimen que se enorgullezca de llamarse populista, como es el caso del kirchnerismo.
Una gran diferencia entre las marchas del 18A y el 24A es que la primera fue citada a través de las redes sociales; mientras que la segunda, fue llamada por los partidos políticos opositores, es decir, fue su primera demostración de fuerza. Y fue exitosa.
En la Plaza de los Dos Congresos el público era variopinto: la Corriente Clasista y Combativa al lado del PRO, los jubilados de Raúl Castels en la misma vereda de las señoras “paquetudas” de Recoleta, los judiciales de Julio Piumato y los camioneros de Hugo Moyano junto al Partido Obrero y los jóvenes de 50 años de la Unión Cívica Radical en la misma resistencia que los peronistas antikirchneristas.
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Fue justo esta mezcla lo que permitió entender el grado de crispación que Cristina Fernández creó en la sociedad con su paquete de leyes de colonización judicial y la profundidad de rechazo que están causando las iniciativas de la Casa Rosada en su etapa “Vamos por todo”, y que están impulsando a unirse a los grupos no kirchneristas.
La gran esperanza del Gobierno es que 80% de los participantes del 18A dicen no sentirse representados por ningún político, 40% no puede definir un nombre para conducir la Argentina en el futuro, sólo 14% se mostró cercano a Mauricio Macri, menos de 13% a Elisa Carrió y un tercio dice haber votado por Hermes Binner.
Que las masas que expresaron su enojo contra Cristina Fernández el 13S, el 8N, el 18A y el 24A no encuentren un liderazgo que los convoque sólo implica que hay un conjunto inmenso de votantes que pueden ser capitalizados por el primer político que ofrezca un desafío serio al kirchnerismo, un proyecto alternativo y una posibilidad de recambio.
25 de Mayo... imberbes...
Por más que el cristinismo talibán ya está organizando una movilización para el 25 de Mayo, como una forma de contrarrestar las marchas del 18A y 24A, no hay forma de comparar dos encuentros multitudinarios impulsados por colectivos no articulados frente a un aparato propagandístico millonario, finamente organizado y subvencionado.
Para Cristina Fernández, la calle está pérdida. Es de prever que, en caso de lanzar un proceso para imponer una reforma constitucional por la fuerza, que le asegure otro mandato, la resistencia puede llegar a ser de dimensiones pocas veces vista en la historia argentina.
La duda, entonces, es no saber cuál será el grado de crispación de la sociedad que está dispuesta a alcanzar Cristina Fernández para perpetuarse en el poder o para imponer un “delfín”.
En paralelo, el frente económico cruje. La suba del precio del dólar ya no muestra el deterioro del peso contra la divisa de los Estados Unidos o el costo de los cepos que ha impuesto el Gobierno para poder hacerse de los billetes físicos. Ahora, el blue acumula un riego político implícito.
Cada iniciativa política del Gobierno para imponer su modelo hegemónico suman al precio del blue un riesgo político que, hasta hace pocas semanas, era menor. Así, mientras la Casa Rosada proclama que combate maniobras devaluatorias de grupos económicos o denuncia complots destituyentes “del mercado”, las acciones de Cristina Fernández son las que empujan al dólar a pasar la barrera de los $ 10.
A su vez, el internismo que inunda al critinismo talibán no hace más que incentivar rumores que desestabilizan al mercado, crean incertidumbre y muestran un Gobierno que no tiene ni plan ni soluciones, sólo proyectos personalistas y políticos de poder.
Cristina Fernández impulsó a La Cámpora como fuerza de recambio de las viejas huestes peronistas que facilitaron el ingreso al poder del kichnerismo. Hoy, los jóvenes talibanes creen que el Estado es un botín personal; por eso presionan por reemplazar a los funcionarios que no parecen alcanzar los objetivos que le fija la Presidente de la Nación.
Esta acción de La Cámpora presupone dos realidades que no existen:
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> la primera, los jóvenes cristinistas que tienen la capacidad intelectual y personal necesaria para asumir de alto nivel en la función pública, cuando la mayoría tiene, en el mejor de los casos, apenas experiencia laboral.
> En segundo lugar, los camporistas creen que son buenos en los cargos que ocupan, sin embargo, en Aerolíneas Argentinas, YPF, el Palacio de Hacienda, el sector energético y eléctrico y otra media docena de áreas son el principal problema para alcanzar soluciones.
Hoy, que la gestión es el principal flanco débil del cristinismo talibán, Cristina Fernández no cuenta con equipos para recambio ministerial, por lo cual, los rumores de salida del ministro de Economía, Hernán Lorenzino, y su reemplazo por Axel Kicillof, no será la solución del problema sino, quizás, el primer paso para agravarlos.
La economía, Presidente, la economía...
Cristina Fernández no sabe de economía, pero cree que sabe de economía. Ese es el primer gran problema económico actual. No tener una figura de peso en el área y muchas voces que ofrecen soluciones diferentes, cuando no son contradictorias, hacen que no haya un diagnóstico claro, objetivos precisos y medidas proactivas.
En contra de lo que se sostiene, la Presidente de la Nación no recibe mala información de sus funcionarios, no sabe que preguntar ni cómo comenzar a buscar las soluciones. Por eso, los problemas se acumulan y se les busca una respuesta política. Entonces, corriendo por el ámbito político, aparecen el marketing político, la propaganda y el “relato” para explicar las dificultades que frenan la producción y el consumo.
En ese marco, la AFIP hace un escándalo por unas pocas toneladas de soja secuestradas en Misiones y habla de exportaciones ilegales. Sin embargo, el total de gramos equivale al producido por 5 hectáreas, una cantidad infinitesimal de la producción nacional o se denuncia una sociedad de Bolsa que habría ayudado a fugar US$ 20 millones, cuando en los últimos cuatro años se han ido 20.000 millones de dólares.
Vaya paradoja la de Cristina Fernández: en el camino de intentar imponer su proyecto político personal está desangrando al kirchnerismo y perdiendo capital político como nunca en los 10 pasados años en el poder. Cada paso que intenta para fortalecerse, la aísla, la debilitan y la dejan con un entorno cada vez más pequeño y genuflexo que contagia ceguera.
Así, el esfuerzo por alcanzar la suma del poder público está descascarando su movimiento. No hay complots, no hay campañas, no hay cruzadas antikirchneristas. Son sólo los efectos de la soberbia en el poder.