La asociación entre ambos temas despertó algunas respuestas furiosas en Twitter:
Posturas críticas a las neurociencias:
- Vaughan Bell, neuropsicólogo y divulgador científico, criticó en un artículo en The Guardian que desde que la neurociencia entró en el discurso popular, estamos enmarcando la discusión sobre todos los fenómenos -desde las enfermedades mentales hasta nuestros hábitos de vida- utilizando el cerebro. Lo que nació como un progreso científico genuino, plantea, se está filtrando a través de los medios de manera demasiado inexacta e híper-simplificada. Cita como ejemplo, una mujer a la que escuchó decir que había estado muy deprimida "porque su cerebro no estaba funcionando bien".
En otra ocasión, escuchó a un estudiante de intercambio decir que una de las ventajas de estudiar en el exterior es que aprender un idioma nuevo "hace a tu cerebro más eficiente".
"Los conceptos científicos siempre se han introducido y lavado un poco en la conciencia popular, pero como nunca antes, el cerebro se ha vuelto una parte de la cultura contemporánea", escribió Bell.
Los diarios publican artículos con radiografías del cerebro que pretenden explicar todo, desde la memoria hasta el amor. La gente joven, por otro lado, es alertada de que todo, desde los videojuegos hasta la actividad sexual, podría "dañar sus cerebros", mientras que a la gente vieja se la alienta a "entrenar sus cerebros" para no perder funciones más adelante en la vida.
Las experiencias poco placenteras, desde el dolor hasta el trauma y las enfermedades mentales, son enmarcadas como problemas primariamente neurológicos, mientras que el arte y la música son evaluados por sus efectos neuroquímicos.
- Una de las consecuencias más severas del fenómeno que describe Bell, escribió Katy Sukel en el portal Big Think, es las implicaciones que puede tener para el sistema legal y la sociedad:
- El psicoanalista Manuel D'Onofrio escribió en un artículo publicado en la Revista Psicología Digital, de la Universidad Nacional de Rosario:
- Para el filósofo Alva Noë, uno de los problemas en el estudio neurocientífico contemporáneo de la conciencia, es que hemos estado buscando la conciencia en el lugar equivocado: adentro nuestro, físicamente en el cerebro. Eso es, según el filósofo, como buscar la danza en los músculos del bailarín, o buscar el valor del dinero en la composición química del billete. La neurociencia contemporánea asume que vos sos tu cerebro, plantea Noë.