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SE JUEGA COMO SE VIVE

Acerca de la Argentina, su fútbol y el estilo UFC

¿Por qué es tan feo el fútbol que se juega en las ligas locales? ¿Por qué hay tan poca diferencia entre un partido de la La Liga y un combate de la UFC?

Ultimate Fighting Championship (UFC) es la mayor empresa de artes marciales mixtas en el mundo y agrupa a la mayor parte de los mejores luchadores del planeta. Sin ánimo de ofender a nadie, lo más parecido que hay al fútbol que se juega en la Argentina.

El fútbol no es solo fútbol, es mucho más que eso. Es una catarata de emociones y sentimientos que nos transportan más allá, a un mundo onírico donde los sueños pueden hacerse realidad y donde las pasiones campan y se desatan sin pudor alguno.

El fútbol es una alegoría que transmite unos valores y unos principios inquebrantables, donde el yo es sinónimo de nosotros, donde el club es para siempre y donde la esencia es solo un balón que rueda sin parar.

Muchas veces opinamos que nuestro fútbol es

  • friccionado,
  • cortado, y
  • hasta poco atractivo.

Es natural que así sea porque se desprende de nuestra forma de vivir, algo más que violenta.

Es lógico que en un espectáculo en el cual siempre en la escena central figura el hombre de negro, no termine resultando atractivo.

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UCF: Marvin Vettori vs. Kevin Holland.

UCF: Marvin Vettori vs. Kevin Holland.

Cuando uno se pone a ver fútbol inglés (la Premier League, por citar un ejemplo) no se entera quien es el árbitro. Casi no hay faltas, se corta poco el juego y eso no es casual. Es causal. Y no se debe a que no jueguen con obligaciones ni con presiones. Al fútbol se juega como se vive, señoras y señores.

Por eso es acertado sostener que un deporte, una expresión popular o lo que sea, se desprende de las sociedades que lo viven, generan e interpretan.

Los futbolistas argentinos, nos referimos en este caso a los que residen en suelo nacional, consumen las formas de vida de la sociedad que integran.

En parte, eso es lo que atrae de la Seleccion: pareciera que jugara otro deporte, muy diferente del promedio de la Liga Profesional de Fútbol donde casi no hay jugadas con 3 pases seguidos en campo rival.

Si bien en general la vida que lleva un futbolista en cuanto a sus ingresos puede considerarse más holgada que el resto de los mortales, no escapa a las otras problemáticas que la propia sociedad genera. Y ahí vamos llegando al punto.

La sociedad argentina cuando se trata de fútbol, enloquece. El reconocido escritor uruguayo Eduardo Galeano sostenía: “el fútbol es la única religión que no tiene ateos”.

Las mejores peleas del FÚTBOL ARGENTINO (parte2)

Dolor de ojos

Si bien esa locura se da en otras partes del mundo también, quienes estamos debajo de la línea del Ecuador potenciamos el 'efecto simio' y convertimos todo en un tormento para el protagonista y para nosotros mismos también.

Otra vez: la influencia de algunos medios es de 'confusión', no de comunicación. Adquieren protagonismo y arman unos líos infernales en la psiquis del enajenado hincha. El fanático es el simpatizante en el manicomio.

La manía de negar la evidencia ha terminado por echar a pique a la razón y a cuanta cosa se le parezca, y a la deriva navegan los restos del naufragio. Parte de la prensa especializada (y la otra también) se frota las manos con ese escenario y arma un armagedón en el estado emocional de los fanáticos.

Ese estado emocional exaltado del mundo exterior traspasa la línea y se mete en la intimidad de los jugadores y de quiens son los responsables de llevar la puesta en escena al circo romano.

En la gran mayoría de los casos, ver un partido de fútbol resulta un dolor de ojos que debería terminar con una visita al oculista.

  • Patadas,
  • empujones,
  • agarrones,
  • codazos,

todos los sistemas anti-deportivos existentes, están a la orden del día en un partido argentino.

Confluyen diferentes motivaciones:

  • para algunos, no está permitido perder, cuando es parte del juego;
  • para otros, es imitar lo que hacen otros;
  • para otros, es parte de la impunidad social y la costumbre de ignorar las reglas;
  • para otros, hay que quitarse de encima rencores y frustraciones.

Así manejamos un auto, nos relacionamos con nuestros semejantes, nos comunicamos. Somos.

  • ¿Es fracasar no ganar un partido de fútbol?
  • ¿O ganar un partido de fútbol ayuda a olvidar o aliviar los otros fracasos, los verdaderos?

Usamos palabras enormes para nimiedades. Cualquiera merece el mote de "Genio" o "Ídolo" porque en algún lugar perdimos las dimensiones y, entonces, ¿qué es el éxito? ¿Y qué es el fracaso? En verdad, fracaso es vivir en un país de 50,9% de inflación y que ahora encima se escucha que es un logro porque así se 'licúa' el gasto público, en vez de aceptar que todo se les escapó de las manos y no sabemos para dónde arrancar. En vez de reclamar que no nos vendan un buzón, cambiamos las perspectivas y fracaso es... perder un partido de fútbol. Nos fuimos al carajo.

No le exigimos a quienes corresponde que mejoren nuestra calidad de vida sino que nos enojamos y culpamos por nuestras frustraciones a ese que pateó mal un penal.

Y así vamos andando por la vida. Nuestro juego se ha convertido en un espectáculo con pocos protagonistas y muchos espectadores. Es un negocio lucrativo -aún cuando en la AFA digan que no- de un espectáculo que consiste en que el rival no juegue. Obvio que no es fútbol, es otro deporte. Y cuando vemos jugar fútbol en la Champions League nos maravillamos porque no se parece al nuestro.

#ElProgramaDeLavecchia: "Las mejores patadas del fútbol argentino 2015"

La cultura del aguante

Nuestras frustraciones, tanto individuales como colectivas, no tienen nada que ver con el deporte. Es injusto e incorrecto reclamarle al fútbol que resuelva aquello que no le compete.

El fútbol enseña

  • valores de convivencia,
  • solidaridad en el grupo,
  • aceptación de normas que velan por los jugadores y garantizan justicia,

que sí se pueden trasladar a otros aspectos de la vida.

When Players Lose Their Cool (Argentine super league)

El fútbol crea una disciplina. Debería enseñar

  • respeto por el otro,
  • juego limpio,
  • la importancia de la entrega,
  • lealtad,
  • sensibilidad y
  • exhibir nuestro carácter que se va moldeando dentro y fuera de la cancha.

Pero todo esto es teoría. En verdad, depende de cada sociedad en la que juega, con su complejidad, sus virtudes y sus miserias.

Solo aquellas organizaciones que convierten la ética en uno de sus pilares fomentarán un ambiente de confianza, responsabilidad y respeto que será un potenciador de logros. Pero también hay quienes integran un contexto que privilegia la picardía a la honestidad, según escribió Jorge Valdano en un libro llamado “Los 11 poderes del líder”. El tema va por ahí.

La violencia incontrolable del fútbol, dentro y fuera de la cancha, no obedece a la pasión sino a un complejo entramado de corrupción y agresión legitimada por la “cultura del aguante”.

Esta llamada “cultura del aguante” es una ideología que combina

  • una concepción errada de la lealtad,
  • una manifestación feroz y ostentosa de la valentía,
  • el machismo más brutal,
  • la corrupción como forma de acumulación económica y
  • una perspectiva de la rivalidad de amigo o enemigo.

La sociedad argentina no erradicará la violencia mientras no modifique la “cultura del aguante”.

Regresar el público visitante a los estadios no es una problemática de la seguridad pública urbana sino de dilema cultural de los argentinos.

En la “cultura del aguante” la violencia no es una anomalía sino que es estructural al funcionamiento del fútbol.

Un dato que se puede considerar banal pero no lo es consiste en los cánticos de las barrabravas. Erróneamente, muchos de los cánticos de países europeos nos pueden parecer hasta zonzos porque parecen inofensivos. Pero esa diferencia de consignas es mucho más profunda de lo que muchos creen.

En el fútbol argentino pareciera que son estúpidos los cánticos de aliento sin violencia y son imaginativos y cretivos los que invitan a matar al rival. ¿Cómo no se va a reflejar en el juego alla sobre el césped?

Las mejores peleas del FÚTBOL ARGENTINO (parte3)

Algunos opinarán que es una trivialidad todo o gran parte de lo que se afirmó en esta columna pero si no le prestan atención, esto irá de mal en peor.

Si bien en todas las épocas ocurrieron grescas en los estadios argentinos, esto no se reflejaba en el juego. El problema es que ahora la fricción en las gradas o en las calles se instaló en el juego.

Pasamos del traje al saco sin corbata luego a la gente 'en cuero' de espalda al espectáculo y en la selva siempre puede venir algo peor.

En definitiva, el fútbol argentino está reflejando la decadencia de la sociedad argentina. Comencemos exigiendo ver fútbol y no que nos vendan UFC por fútbol como si fuèsemos unos tarados que no nos damos cuenta.

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