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Taiwan le dice sí a Beijing

Los taiwaneses le renovaron su confianza a la distensión con China y reeligieron al presidente Ma Ying-jeou. Con el 99% de los votos escrutados, Ma Ying-jeou obtuvo más del 51% de los votos.

 

Los taiwaneses han optado por la distensión y el reforzamiento de las relaciones económicas con China. 

El presidente, Ma Ying-jeou, de 61 años, del Partido Nacionalista (Kuomintang, KMT), ha sido reelegido hoy para un segundo mandato de cuatro años, al haber logrado el 51,6% de los votos en los comicios presidenciales, frente al 45,6% de su rival, Tsai Ing-wen, de 55 años, del Partido Demócrata Progresista (DPP, en sus siglas en inglés), con el 99% de las papeletas escrutadas.

El resultado, que apunta a una continuación de la política de distensión entre Taipei y Beijing, satisfará sin duda a China y Estados Unidos, en un momento en que ambos países afrontan un año de importantes cambios políticos y lo que menos desean es la incertidumbre que podría haber generado una victoria del DPP, formación política partidaria de la independencia y que defiende unas relaciones menos intensas con Beijing.

El tercer candidato, James Soong, de 69 años, un antiguo peso pesado del Partido Nacionalista, ha obtenido un 2,8% de los sufragios. Los votantes han elegido también el Parlamento, donde el KMT ha logrado 64 de los 113 escaños, 17 menos que en la legislatura saliente.

“Hemos ganado. En los próximos cuatro años, las relaciones entre ambos lados del Estrecho (de Taiwán) serán más armoniosas, habrá más confianza mutua y las posibilidades de un conflicto serán menores. Los taiwaneses nos han dicho que estamos en el camino correcto”, ha declarado Ma. Tsai ha felicitado a su rival y ha anunciado que dejará la presidencia del DPP.

Uno de los logros principales de la presidencia de Ma ha sido la firma de un acuerdo comercial con Beijing en 2010 que redujo los aranceles para cientos de productos taiwaneses

La victoria ha sido más amplia de lo que presagiaba la última encuesta hace 10 días -plazo más allá del cual no se pueden realizar, según la ley-, que preveía un resultado más reñido, con una ventaja de Ma Ying-jeou de solo 3 o 4 puntos porcentuales. Pero el margen es menor que los 17 puntos logrados en las presidenciales de 2008.

Ma, exministro de Justicia, exalcalde de Taipei y doctorado en Harvard, ha ganado las elecciones gracias al argumento de que durante su mandato ha logrado reforzar los lazos entre la economía taiwanesa y los lucrativos mercados de China. Durante sus casi cuatro años en la presidencia, sus iniciativas -como la apertura de la isla a los turistas chinos y el incremento de los vuelos con el continente- han ayudado a reducir las tradicionales tensiones en el estrecho de Taiwán, que se encuentran en uno de sus niveles más bajos desde que los nacionalistas de Chiang Kai-shek perdieron la guerra civil con los comunistas de Mao Zedong y se refugiaron en la isla en 1949.

Uno de sus logros principales ha sido la firma de un acuerdo comercial con Beijing en 2010 que recortó los aranceles para cientos de productos taiwaneses. Mientras el grueso de las exportaciones a China el año pasado -cifradas en 124.000 millones de dólares (97.800 millones de euros)- fueron productos de electrónica, al mismo tiempo se produjo un gran aumento de las ventas agrícolas procedentes del sur de Taiwán, feudo tradicional del Partido Demócrata Progresista.

A pesar de ello, los años de Ma en el poder dibujan un panorama mixto. El desempleo ha caído al 4,5%-5%, tras haber llegado a más del 6% en 2009, y la economía creció un respetable 4,5% el año pasado, a pesar de la crisis global, según cifras preliminares; en 2010, subió un 10,8%. Pero el precio de la vivienda en las ciudades se ha disparado y la brecha social ha aumentado.

La reelección de Ma se ha visto favorecida, seguramente, por el regreso para votar de más de 200.000 empresarios taiwaneses y familiares que viven en China, coincidiendo con las fiestas del Año Nuevo chino. Se estima que la mayoría de ellos es partidaria del Kuomintang.

Beijing ha dado instrucciones a sus académicos de que no hagan comentarios sobre las posibles preferencias chinas
Tsai, que posee un doctorado de la London School of Economics, no ha logrado convencer al grueso de los electores. Aunque, durante la campaña, no dio signos de querer deshacer las políticas económicas de Ma respecto a China, si dijo que estas han contribuido a acrecentar las desigualdades sociales y acusó al presidente de minar la independencia que de hecho disfruta la isla, a cambio de ventajas económicas.

En los días previos a las elecciones, Tsai se movió hacia el centro, prometió mantener el diálogo con Beijing y aseguró que no tenía intención de imitar las políticas claramente proindependentistas del predecesor de Ma, Chen Shui-bian (DPP), que enfurecieron a Beijing y causaron gran preocupación en Estados Unidos, principal socio de Taiwán en temas de seguridad. Pero una victoria del DPP podría haber abierto un periodo de incertidumbre sobre las relaciones entre Beijing y Taipei, y los electores han preferido no correr riesgos.

Los meses que han precedido a la votación han sido tranquilos. A diferencia de 1996, cuando China disparó misiles en aguas cercanas a Taiwán antes de las primeras elecciones presidenciales directas celebradas en la isla, Beijing ha aprendido a moderarse, con objeto de evitar enfadar a los votantes y que estos se revuelvan y respalden al DPP. El independentismo del partido de Tsai enoja al Gobierno chino, que considera la isla parte de su territorio y ha amenazado con atacarla si se declara soberana.

En su afán por no provocar golpes de ariete, Beijing dio instrucciones a sus académicos de que no viajaran a Taiwán para seguir los comicios ni hicieran comentarios sobre las posibles preferencias chinas. “Durante los cuatro años de mandato de Ma Ying-jeou, las relaciones a través del estrecho han sido bastante pacíficas, se han reforzado y se han hecho más profundas”, explicó antes de la votación Peng Weixue, director del departamento de investigación del Instituto de Estudios sobre Taiwán en la Academia China de Ciencias Sociales. Preguntado qué resultado era preferible para Beijing, contestó: “Apoyamos lo que decidan los votantes. El Gobierno ha pedido a los investigadores que no nos inmiscuyamos en las elecciones y que nos centremos en los resultados”.

La victoria de Ma habrá agradado al Gobierno chino, que le ve como la mejor esperanza para lograr situar un día Taiwán bajo su control. Pero Beijing dista mucho de haber conquistado los corazones de los taiwaneses. Aunque estos defienden las relaciones comerciales con China, están muy orgullosos de su democracia y pocos son partidarios de una unión. El 65% de los residentes en la isla se consideran taiwaneses, un 11% se dicen chinos y el resto no tienen opinión o se consideran ambos, según la última encuesta gubernamental sobre identidad nacional, efectuada en 2009.

Tsai se distanció del posicionamiento soberano de Chen Shui-bian, pero una victoria del DPP podría haber complicado las relaciones con China, que afronta este año el relevo de la cúpula del Partido Comunista Chino y no quiere focos de inestabilidad. Estados Unidos también ha seguido con atención las elecciones, y espera que el resultado no afecte al equilibrio que ha gozado el Estrecho de Taiwán desde que Ma asumió el poder en mayo de 2008 y que evite un posible punto de conflicto en las relaciones entre Washington y Beijing.

Algunos analistas ven los comicios como un referéndum sobre el acercamiento a China efectuado por Ma Ying-jeou, que ha limado las tensiones con Beijing y ha alejado la posibilidad de una guerra en la zona, pero ha provocado temores sobre una excesiva dependencia taiwanesa del poderoso vecino.