CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Habría que preguntarse si el protagonismo de Guillermo Moreno ocurre porque la economía nunca antes tuvo tantas complicaciones o porque el titular del Palacio de Hacienda (Hernán Lorenzino) nunca antes fue tan inexistente.
Lorenzino no está para titular
Hernán Lorenzino no es el ministro apropiado para la coyuntura que supone la hiperactividad de Guillermo Moreno. Hay una evidente contradicción entre la apatía de uno y el celo del otro por lograr que alcancen las divisas, que se frenen los pagos, que baje la inflación, etc. etc. etc. Uno de los 2 está sobrando.
¿Y si fuera una suma de ambas situaciones?
El Ejecutivo Nacional insiste en la ausencia de crisis pero todas sus decisiones -en especial, las de Moreno y su copiloto, Beatriz Paglieri- apuntan a lo contrario.
Luego, la levedad de los recursos humanos de Cristina es exasperante. También por eso destaca Moreno. Pero Cristina cree en ese esquema que le funcionó al Frente para la Victoria desde 2005 (cuando se quitó de encima a Roberto Lavagna y otros) hasta 2011 (cuando obtuvo ella obtuvo la reelección, con 54,11% de los sufragios).
De todos modos, para ambicionar un reconocimiento como gobernante y no solo como beneficiaria de la muerte de su marido, Cristina Fernández tendría que demostrar capacidad paracomprender el cambio de los escenarios, reconvertir su estilo de gestión y mejorar su equipo (si se lo compara con el de Néstor, en 2003, es para preocuparse...).
En tanto, puede construirse una agenda sobre la ajetreada tarea que se le está acumulando a Cristina Fernández para su regreso a escena.
Aqui algunos datos al respecto:
Eugenio Paillet, en La Nueva Provincia, de Bahía Blanca, intenta reseñar la agenda que viene, cuando regrese Cristina Fernández a la Casa de Gobierno, por supuesto. De acuerdo a él, es un hecho que la Presidente intentará imponer a Antonio Caló, de la Unión Obrera Metalúrgica, al frente de la Confederación General del Trabajo. Y que esta vez eso no fallará, tal como sí ha ocurrido en el pasado (en parte porque Caló no pareciera tener la espalda suficiente como asumir la herencia de Augusto Vandor o José Ignacio Rucci o Lorenzo Miguel. Ni siquiera Victorio Calabró). El fragmento:
"(...) Entre los temas políticos que habrá que seguir con atención y que han tenido despliegue ya en estos días, figura la guerra que se viene entre Cristina Fernández y Mauricio Macri, quizás los dos más seguros contendientes (ella, a través de un sucesor, y él con candidatura propia) en la pelea presidencial de 2015. La tregua plagada de saludos y buenos modales que pareció alumbrar entre los dos y sus respectivos equipos antes de fin de año, que había arrancado con las congratulaciones mutuas durante las asunciones del 10 de diciembre, fue un espejismo que engañó a más de uno.
> la sucesión en la CGT, donde el gobierno decidió apostar fuerte por el metalúrgico Antonio Caló;
> la advertencia del entorno de Hugo Moyano de lanzar un paro nacional para marzo o abril, si se insiste con poner un techo de 18% a las paritarias;
> un plan de lucha de los estatales de UPCN y ATE para resistir el recorte de sus salarios y el despido de contratados;
> la creciente resistencia de empresarios e industriales por las trabas de Moreno a las importaciones, y
> el inevitable descontento social que crecerá a partir de marzo, cuando se aplique el duro tarifazo a los servicios público. (...)".
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¿Y cómo quedan los importadores electrónicos/informáticos fueguinos con las restricciones de Guillermo Moreno? La pregunta se la hizo Carlos Pagni, en el diario La Nación, y la respondió marcando la contradicción. Él debería agregar un dato insoslayable: Rudy Ulloa fue quien frecuentó Tierra del Fuego entre el 2do. semestre de 2003 y el 1er. semestre de 2004, enviado por Néstor Kirchner. Luego de las gestiones de Rudy, Kirchner reactivó las plantas ubicadas en Río Grande (o sea que las reabrió, luego de un cambio de manos ocurrido en la mayoría de ellas). Es obvio que los propietarios de esas plantas no son fueguinos...
Un fragmento de Pagni:
"El bloqueo de Guillermo Moreno sobre las importaciones ha puesto en tela de juicio una de las joyas del modelo nacional y popular: el régimen de promoción que rige en Tierra del Fuego y que beneficia, sobre todo, a un conjunto de empresas de electrónica.
Las compañías radicadas en la isla se venían beneficiando con el sistema de licencias no automáticas. Al restringir los permisos de importación, el Gobierno les había ampliado el mercado, agregando una nueva prerrogativa al régimen tributario que ya las protege. Pero los flamantes requisitos de la AFIP alcanzan también a esas firmas autóctonas, que comienzan a encontrar obstáculos para conseguir sus insumos.
El titular de la empresa Newsan, Rubén Cherñajovsky, que a la vez es vicepresidente de la Asociación de Fábricas Argentinas Terminales de Electrónica, llevó sus tribulaciones a Amado Boudou y a la ministra de Industria, Débora Giorgi, acompañado por Marcelo Claure, quien lidera Brightstar. En público anunciaron nuevas inversiones. En privado hablaron de las dificultades creadas por Moreno.
La jugada del secretario de Comercio es muy desagradable para estos empresarios, ya que los obliga a reclamar como importadores, que es el último rol con el que les gustaría ser identificados. La nueva avanzada regulatoria anima una controversia: si lo que el Gobierno presenta como un "polo tecnológico fueguino" es algo más que un gran parque de ensamblado de artefactos comprados en China.
La cuestión es importante porque el Estado resigna muchos recursos con el pretexto de estimular la fabricación nacional de bienes, en especial electrónicos. Tierra del Fuego es un Area Aduanera Especial, donde las sociedades no pagan impuestos a la importación ni a la exportación. Tampoco pagan IVA ni Ganancias. En las ventas de productos al continente, cobran el 21 por ciento en concepto de IVA, pero no deben desembolsarlo en la AFIP. Según cálculos de expertos privados, el gasto fiscal del régimen fueguino fue, en 2011, de por lo menos $ 3.500 millones. Como en su mayor parte se trata de impuestos coparticipables, de cada $ 100 que el Estado deja de recaudar, las provincias dejan de percibir $ 45 y los jubilados (Anses), $ 28.
Este esfuerzo tributario vuelve más inquietantes las zonas grises del supuesto "polo tecnológico". Los parámetros para determinar si un producto es originario de Tierra del Fuego, y no el derivado de un simple montaje de piezas fabricadas en Oriente, son muy poco fiables. Ya no existe la obligación de que un porcentaje de los componentes del producto sea local. Ahora basta con satisfacer algunos "procesos productivos" que introduzcan "cambios sustantivos" en la mercadería importada. El gobierno de Tierra del Fuego y el Ministerio de Industria son los responsables de determinar si se cumple con esa condición.
Según la reglamentación, esos "procesos productivos" incluyen verificaciones visuales, pruebas y ensamblajes, aun cuando estos últimos estén invalidados por la Organización Mundial de Comercio (OMC) para determinar el contenido local de un bien. Un ejemplo: el régimen para la fabricación de cámaras digitales incluye en el "proceso productivo" la prueba de foco o de micrófono.
Los materiales nacionales que se exigen para obtener la exención fiscal también abren una incógnita gigantesca. Según la resolución 104/2010, por citar un caso, en los receptores digitales de video deben ser argentinos "las etiquetas autoadhesivas, la placa de identificación, el certificado de garantía, el manual de instrucciones, la lista de servicios técnicos autorizados y las cintas de embalar". Es el criterio que se aplica para los demás productos electrónicos con promoción fiscal. (...)".
En este contexto, Julio Blanck, en el diario Clarín, desliza una frase muy importante: hay cambio de gabinete de colaboradores en el horizonte de Cristina Fernández, seguramente durante estos días con tiempo suficiente para planificarlo. Curiosamente lo expresa en el marco de cierta referencia a Hernán Lorenzino:
"(...) El diligente Oscar Parrilli, secretario general de la Presidencia, es quien se encarga de armarle la agenda en estos días a Boudou. La Presidenta lo recibe en Olivos o lo llama por teléfono, según cuadre. Cuentan en el Gobierno que a 48 horas de ser operada, cuando retomó el control de todo estando aún internada en el hospital de Pilar, Cristina fatigó una decena de veces el teléfono de Boudou para verificar que todo transcurría según sus indicaciones.
Boudou juega a ser el elegido para la sucesión en 2015, un asunto extremadamente lejano en el tiempo para el ciudadano común pero muy presente en la lógica autorreferencial de los políticos. (...)
“A la Presidenta no se le contesta, se la escucha y se le acata” , cuentan que le dijo Carlos Zannini, el mayor custodio de la disciplina interna, al salir aquel día del despacho presidencial.
Hay un dato que trasciende lo que sólo en apariencia es una anécdota: el ministro en cuestión había intentado -sin éxito- defender a un par de funcionarios propios ante la orden de la Presidenta de reemplazarlos por integrantes de La Cámpora.
La irrupción constante de la agrupación de funcionarios y legisladores que apadrina Máximo Kirchner ya está haciendo más ruido del que se conoce en las distintas estructuras del oficialismo.
Los cuadros de La Cámpora, que circulan con salvoconducto y patente de corso expedidos en Olivos, apuntan a ocupar una silla en la mesa del poder en la que estaban sentados desde hace rato Zannini y Julio De Vido. Más recientemente se acomodó allí Boudou, dejando atrás sus fricciones con el hijo de la Presidenta. Y ahora está también Guillermo Moreno, superministro sin cartera (...).
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Esa imagen congelada no puede desvincularse de la internación de la Presidenta para operarse del cáncer que afortunadamente no tuvo. El papelón político y las dudas médicas fueron creciendo a medida que el Gobierno desplegó sus confusos y muy poco felices intentos para aclararlos.
El avance de Moreno, que ya controla todas las importaciones, obedece también a que ante la escasa acción de otros actores, es el hombre que sale a la búsqueda de soluciones para las dificultades que se avecinan. (...)
A diferencia de De Vido, más cauto y dialoguista, Moreno tiene un estilo avasallador que no se detiene en jerarquías. Todavía resuena la densa broma que le gastó a Boudou, pocos días antes de que empezara la licencia de Cristina, cuando ante demasiada gente le dijo “quedate tranquilo, gordito, que con vos está todo bien” . Difícilmente Boudou se lo perdone.
Expertos en la entretela gubernamental apuntan que Hernán Lorenzino no logra levantar vuelo en el Ministerio de Economía y aseguran que Boudou, archivando por el momento su sonrisa rockera, recluta cuadros técnicos y políticos armando equipos para distintas áreas, por si las circunstancias lo requieren.
Un hombre que ayudó a la llegada de los Kirchner al poder, y que vivió con ellos todas las buenas y malas de estos años, asegura que Cristina aplicará correctivos fuertes cuando retome a pleno sus funciones al terminar su licencia.
“Viene una crisis de gabinete”, dice. Suena demasiado fuerte. Pero suena. (...)".
Ya que estamos con Moreno: muy interesante lo que señala Hugo E. Grimaldi para la agencia Diarios y Noticias acerca del diligente pero limitado, ostentoso hasta lo imprudente, tan esforzado como intelectualmente primario, supersecretario de Comercio Interior:
"(...) El nuevo organigrama puso a Moreno al menos por encima de cuatro ministros de áreas que tienen que ver con la producción: saltó a su jefe directo, Hernán Lorenzino en Economía; ha comenzado a operar en las áreas energéticas de Planificación, nada menos que con Julio De Vido como contendor; borró de un plumazo la tarea de Norberto Yahuar en Agricultura y sobre todo vació de contenido a Débora Giorgi, en Industria. Ante tamaña ofensiva, no iba a ser el Banco Central el que se le resistiera.
Con toda la manija presidencial en el puño, lo primero que hizo Moreno en noviembre fue poner en marcha el control de cambios, primero en cabeza de los particulares y ahora, en materia de controles a la importación, aunque al hacerlo esté corriendo dos riesgos: el de trabar las exportaciones que se alimentan de insumos importados y el de sumar desconfianza y que se camine al borde la cornisa en el plano de las inversiones, actividad económica y empleo. Si las cosas no salen bien, a la sequía climática le podría seguir una mayor sequía de dólares y correlativamente la de impuestos, por lo cual las dos balanzas están hoy más en capilla que en 2011.
Si bien debido a la crisis internacional el mundo emergente tiende al proteccionismo, lo que está ocurriendo en la Argentina es un nítido cambio en materia de libertad de comercio para los nacionales, pero además un ruido extremo para el mundo, comenzando por los vecinos y socios del Mercosur. Para Brasil, Moreno se ha convertido hoy en su enemigo público número uno: dicen que se trata de un funcionario "truculento" y no omiten agregar que acostumbra a amenazar a sus adversarios políticos.
Ni en este país ni en Uruguay pueden creer lo que está ocurriendo en materia de controles en la Argentina, sobre todo porque el Tratado de Asunción dispone en su Artículo 1 "la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países". Precisamente, porque su economía no participa de este criterio, ya que tiene institucionalizada la regulación estatal del comercio, con cupos y cuotas, el Congreso paraguayo no le otorgó aún la venia y Venezuela sigue afuera del Mercosur.
Los expertos estiman que si bien la balanza comercial de la industria en la Argentina es deficitaria en U$S 25 mil millones, el control de importaciones de Moreno apuntará más a los bienes de consumo que a los de producción, ya que hay sectores que tienen necesidad de adquirir en el exterior componentes importados muy altos, como el automotor. En este aspecto, también en Brasil especulan que la estrategia del supersecretario tendría por objeto dificultar las compras para canjear liberación de cupos por nuevas inversiones en el país, proyecto que el diario O Globo calificó de "tosco". (...)".
Para el final, una buena construcción de lo que está ocurriendo realizó Néstor Scibona en el diario La Nación (y que Cristina Fernández hasta ahora se empeña en 'ningunear' como si eso fuese a modificar la situación que, por el contrario, se ha agravado):
"(...) Ahora que desaparecieron los superávits gemelos, las principales restricciones que enfrenta la economía argentina se plantean en el plano externo y en el fiscal.
En el primer caso, si bien la crisis externa ha tenido hasta ahora un impacto relativamente moderado -con precios de la soja algo más bajos que el promedio de 2011 y un crecimiento de la economía brasileña algo superior al del año pasado- todo indica que no habrá grandes excedentes de dólares en el mercado oficial.
El Banco Central estima para este año un superávit comercial de US$ 8.900 millones y deberá atender con reservas el pago de US$ 5.600 millones en compromisos externos del Tesoro. Pero, además, la sequía obliga a cruzar los dedos por la decisiva cosecha de soja, tras una pérdida de 20/25% en la de maíz, en tanto las exportaciones industriales pierden competitividad con el ajuste del tipo de cambio muy por debajo de la inflación.
A su vez, las importaciones energéticas (US$ 3.500 millones en 2011) tienden a crecer por el mayor precio del petróleo y porque la oferta local ya no alcanza para atender la demanda interna. Este cuadro explica la generalización de los controles cambiarios y ahora de todas las importaciones, que promete múltiples problemas. Aunque sean presentados como medidas para controlar la evasión y proteger a la producción nacional, en realidad, responden a la decisión de "blindar" las reservas del BCRA (US$ 46.500 millones).
El correlato de esta política es la venta de divisas con cuentagotas y al "estilo Moreno": caso por caso y sin criterios uniformes, que se agrega a la insólita obligación de que las empresas igualen el monto de sus importaciones con la exportación de cualquier producto (1x1), por más que este mecanismo aumente la triangulación comercial más que las ventas externas. En suma, si las exportaciones crecen menos, más restricciones habrá para importar; excepto gas y combustibles líquidos, que deben pagarse cash y por adelantado.
Con este criterio minimalista, el Gobierno da una señal de alerta que aumenta la desconfianza. Aunque ciertamente tiene margen para defender las reservas y la política cambiaria, no evita otros riesgos.
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Uno es que quienes atesoraron dólares los retengan ante la incertidumbre de no poder recomprarlos en el mercado oficial. Esto tiene un efecto negativo sobre las reservas y la actividad económica. A menos que los particulares opten por desahorrar divisas para afrontar los mayores gastos que impone la inflación y probablemente alimenten el mercado paralelo, cuya demanda es una incógnita hasta que concluya el verano.
Otro reside en los futuros ajustes de salarios. Si el Gobierno logra imponer una pauta inferior a la inflación (18%) deprimirá el consumo interno; pero si ese porcentaje fuera "para la foto" y se pactaran ajustes superiores por debajo de la mesa, la demanda realimentará presiones inflacionarias ante la menor oferta que provocará el control masivo de importaciones. O sea, un escenario propicio para un mayor intervencionismo de Guillermo Moreno, claramente el hombre fuerte de la política económica K.
También resulta una incógnita el futuro comportamiento del gasto público. Con la reducción de los subsidios, el Gobierno puede hacerse de una importante caja fiscal, que este año podría oscilar entre 10.000 y 25.000 millones de pesos, según el alcance que busque darle. Sin embargo, la resistencia a la suba de tarifas de los subtes demuestra que no será fácil aplicar aumentos abruptos, que, incluso, podrían dar lugar a amparos judiciales como ya ocurrió en el pasado. Cuanto menos bajen los subsidios, más difícil le resultará al Gobierno reducir el ritmo de expansión del gasto, que en 2011 -año de elecciones- trepó 40%, frente a ingresos que lo hicieron al 32 por ciento.
No sólo porque hay pisos fijados por ley -como la movilidad jubilatoria-, sino porque reducir las transferencias discrecionales agravaría el preocupante déficit fiscal de muchas provincias y municipios, que están recurriendo a la suba de los impuestos. La alternativa de aumentar la emisión del BCRA para financiar el gasto provocaría mayores presiones inflacionarias o cambiarias. Pero una menor expansión fiscal enfriaría la demanda interna. Según cálculos del economista Luis Secco, nada menos que 13.170.000 personas (32,2% de la población) dependen de la nómina salarial y asistencial (Asignación Universal por Hijo) del Estado, a nivel nacional, provincial y municipal. (...)".