Inflación: Peligro de que el gobierno aparente un "combate" sólo para liberarse de culpas

Conocidos los números de diciembre, la inflación se abrió paso como el gran desafío que tendrá que afrontar este año el Gobierno. El dilema es que también es un año electoral, donde aparentar una lucha (aunque infructífera desde lo económico) será lo más importante.

La inflación de diciembre encendió las alertas al confirmar la aceleración inflacionaria que se venía observando desde agosto pasado. 

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  • Pero el dato anualizado del cuarto trimestre del año pasado, que marca un incremento de casi el 55%, es lo que siembra un manto de dudas y preocupaciones por lo que viene en los próximos meses. 

    El analista Martín Tetaz lo manifiesta en su último informe titulado nada menos que "Se picó la inflación", en el cual analiza que ya desde "septiembre, cuando fue evidente que las reservas estaban llegando a su fin y que no habría dólares para todos, la demanda de dinero se tornó tan inestable como la nitroglicerina, empezaron a caer los depósitos a plazo fijo y se recalentaron las brechas cambiarias.
     
    Los precios domésticos habían empezado a calentarse desde junio, en parte por las propias restricciones de oferta asociadas al Covid y en parte porque los pesos que no se canalizaban al dólar calentaban mercados de alimentos y bebidas, que fueron los destinatarios de la demanda de los hogares cuarentenados e imposibilitados de gastar en servicios.
     
    Así, la inflación núcleo que mide la evolución de los precios que están fuera del alcance regulador del gobierno, tocó mínimo de 1,6% en mayo (velocidad anualizada del 21%) y empezó a subir desde entonces
    ".

    En tanto, retomando los números del último trimestre, menciona que "los precios núcleo corrieron a una velocidad anualizada del 61,9% y los de los alimentos y bebidas no alcohólicas lo hicieron al 59,5%".

    Se pregunta entonces si esto sería apenas un "shock transitorio o si esto llegó para quedarse".

    Desde el punto de vista monetario, analiza Tetaz, "desde la oferta, todo depende de si el gobierno vuelve a cerrar la economía en el próximo brote y tiene que emitir para pagar el paquete Covid 2, pero también del comportamiento del gasto no asociado a la pandemia, que fluctúa en función de las jubilaciones, las paritarias y los subsidios energéticos y al transporte. Con nueva fórmula de jubilaciones finalmente desenganchada de la inflación y gremios condescendientes, solo quedan las tarifas como foco propagador y todo indica que el gobierno usará lo que ajuste de jubilados y salarios, para pagar mayores subsidios a CAMMESA y las compañías de transporte, a los efectos de seguir usando precios regulados como ancla, un año mas".

    En tanto, "desde la demanda de dinero hay un problema, porque las tasas (tanto la BADLAR de plazos fijos grandes, como la de adelantos a empresas) están 20 puntos porcentuales por debajo de la inflación núcleo del ultimo trimestre y también por detrás de la tasa de aumento del dolar mayorista oficial, que fue del 46,7% en diciembre.

    Entonces, o el gobierno desacelera las depreciaciones oficiales del peso y usa el dólar comercial como ancla, aprovechando que estabilizó las reservas y se volvió comprador neto de divisas en diciembre, o bien opta por elevar las tasas para desincentivar el arbitraje. En un año electoral, lo más probable es lo primero, pero tiene una ventaja estadística para usar también la segunda herramienta porque según mis cálculos, solo por arrastre estadístico, aunque el nivel de actividad se estanque en los niveles de noviembre del 2020, la economía crecería 4,8% en 2021, volando un 12,1% en el segundo trimestre, justo antes de las elecciones, gracias a la comparación con el peor trimestre del ASPO."

    El tema es que fuera de lo monetario, el ala heterodoxa del gobierno que acompaña a la vicepresidente Cristina Fernández, cree que "puede moderar la inflación usando cuotas y retenciones para desacoplar los precios internos de los que se fijan en Chicago, o en los otros mercados globales en los que se negocian por ejemplo las carnes. Esta estrategia está destinada al fracaso por varias razones, pero principalmente porque los precios de los productores explican solo el 26% de los valores que pagan los consumidores (IPOD CAME) y porque los desincentivos a la oferta se pagan con menor producción en el mediano y el largo plazo, como quedó demostrado entre 2007 y 2011".

    Finalmente, concluye que el gobierno la usará "porque puede forzar a los frigoríficos exportadores en el corto plazo y porque le permite construir un relato que lo exime de la responsabilidad por la inflación y lo muestra activo "combatiéndola"."
     

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