Cambian los protagonistas, pero la pasión permanece

Los jugadores de Barcelona y Real Madrid cambian periódicamente, pero la pasión nunca se marcha. La foto es de un derby que enfrentó a Luis Figo, en el Madrid, y Juan Pablo Sorin, en el Barcelona. El Camp Nou recibe a 98.000 personas en un coliseo cerrado. Tremenda presión.

El ambiente fue el de las grandes citas que siempre protagonizan ambos equipos cuando se enfrentan, más allá de quiénes sean los jugadores titulares ese día. Impresionante. El Camp Nou, lleno hasta los topes (más de 98.000 espectadores), recibió a los suyos con un 'mosaico' que cubría todo el aforo. Sobre fondo azulgrana, podía leerse la inscripción: "Sempre Barça!". Todo parecía listo para una noche mágica. Pasan los personajes, cambian los planteles, hay astros que ya no están, pero el clásico es el clásico.
En cuanto al 1-1 final, no cambia nada. El Barça tiene la Liga casi en el bolsillo y el Madrid sigue a once puntos, pero queda el regusto amargo de no haberle alejado todavía más. Y queda, también un aviso para navegantes: el Barça ha fallado lo indecible en ataque en sus tres últimos compromisos: Málaga, Benfica y Madrid. Ha saldado con empates tres partidos en los que debía haber goleado. Y el miércoles, en la vuelta de cuartos de final de la Champions ante el conjunto luso, no se puede volver a perdonar. Por si fuera poco, Motta se lesionó...
La primera parte dejó un sabor agridulce. En cierto modo, recordó a lo que se vivió el pasado martes ante el Benfica. El Barça pudo sentenciar e irse al descanso con una goleada contundente, pero no lo hizo. Su superioridad fue aplastante, su dominio total y las ocasiones, casi todas suyas. Pero aún así, el Real Madrid salió airoso. Y eso que el conjunto blanco jugó con 10 desde el minuto 24, cuando Roberto Carlos se 'autoexpulsó' tras discutir con el árbitro una falta de libro.
El partido comenzó a un ritmo trepidante, con un Barça volcado en ataque, sin reservar fuerzas para el decisivo duelo del próximo miércoles ante el Benfica en la vuelta de cuartos de la Champions. A los 3', Van Bommel estuvo a punto de marcar el 1-0. Ronaldinho, muy motivado, le sirvió una de esas asistencias que sólo el mejor futbolista del mundo es capaz de inventarse. Sin mirar, escorado a la izquierda en la media, le cedió el balón, Roberto Carlos quedó habilitando al holandés, quien con todo a su favor y solo ante Casillas, la tiró  desviada.
En una de esas combinaciones, Van Bommel recuperó un balón en el área después de una buena parada de Casillas, y Roberto Carlos le derribó. Medina Cantalejo no lo dudó: penal. Infantil, pero penal. Ronaldinho lo convirtió. El brasileño cumplió con la promesa que le hizo esta semana a una niña sordomuda y celebró el tanto haciendo el gesto de aplaudir en lengua de signos, alzando y agitando sus manos.