Si el dólar se confirma a fin de año en los $31,72 que cotiza a futuro, el peso se habrá devaluado 67% en 2018. Contra una inflación relevada en 30,3% por el Banco Central, daría un avance real de la paridad del 35% respecto de 2017, que en caso de que el gobierno de Mauricio Macri encauce los problemas de inflación, impuestos, inestabilidad política, escaso acceso al financiamiento o alta burocracia, como le marca el Global Competitive Index Argentina, podría ir mejorando, aunque lentamente, el panorama exportador.
AMABLE LECCIÓN DE SICA A PEÑA-CABRERA
Más vale goteo exportador en mano que mil derrames volando
El ministro de la Producción, Dante Sica, sabe que lo único que se podría esperar de la mejora cambiaria en la balanza comercial, a corto plazo, es que baje más rápido la factura importadora de lo que suba la exportadora, dependiendo esta última casi exclusivamente de lo que genere el agro. De ahí que se haya concentrado en mesas sectoriales (acuerdos tripartitos entre empresas, sindicatos y Estado) de gas (Vaca Muerta), automotriz, metalmecánica, textil, calzado, muebles, vinos, carnes, para activar la colocación de productos en América Latina, Asia y África, principalmente. El propósito apunta más a mantener ocupada la mano de obra frente a la merma del consumo interno que a encomendarse a los resultados de la macroeconomía y sus derrames, como lo concebía su antecesor Francisco Pancho Cabrera. El director de DNI, Marcelo Elizondo, analizó que más allá de las consecuencias que pudiera acarrear la guerra comercial que libran los grandes animadores internacionales, como China, USA, Europa y hasta Brasil, actualmente el 70% de las exportaciones argentinas se dirigen a los mercados emergentes: Vietnam, Argelia, India, Egipto e Indonesia, entre los 10 principales, y luego otro pelotón compuesto por Malasia, Arabia Saudita (en impresionante ascenso), Rusia, Tailandia, Bangladesh y Turquía, más los latinoamericanos Perú, Colombia, Uruguay, Bolivia, Paraguay o México. Los considera, dados los estándares de menor exigencia que tienen respecto de los de los países desarrollados, naturales receptores de las líneas de producción nacionales. Y a la vez resalta que se trata de economías con mayores perspectivas de crecimiento, en conjunto, que las directamente involucradas en la gran conflagración comercial, excepto China, cuyo PBI apunta arriba del 6% y podría compensar con compras a Argentina las escaseces de abastecimiento que le provoquen los bloqueos de Donald Trump.
Ante la delicada realidad macroeconómica por delante que deparó por razones ajenas y propias el colapso de la política de reendeudamiento que venía llevando a cabo la Administración Macri, en un mes de gestión al frente del Ministerio de la Producción, Dante Sica reactivó varias mesas sectoriales de la industria pero les puso otro chip, al reservar un primerísimo plano a la agenda exportadora como sustituidora en parte el alicaído comsumo interno.
Escierto que la selectiva depresión que atraviesa el movimiento doméstico y el dólar a $28 facilitan los entendimientos tripartitos (empresas, sindicatos, Estado) en torno de la necesidad de crear las condiciones productivas para generar negocios fuera de las fronteras y apuntalar, así, las fuentes de trabajo.
Y si el año pasado la balanza comercial se inclinó hacia el platillo importador y repetirá en éste, como consecuencia de la sequía que afectó la cosecha, la aspiradora de capitales de la Reserva Federal y las guerras arancelarias desatadas por Estados Unidos, el ex director de la consultora Abeceb se propuso aprovechar todas las oportunidades que se presenten fronteras afuera junto al avance cambiario para encauzar a las Pymes para que facturen en divisas, apelando al sistema de Ventanilla Única y al Exporta Simple. Y en el ínterin les abre créditos blandos de la banca oficial para resistir.
En el aumento del 5,5% que registró la columna exportadora en el 1er semestre de 2018, el flamante funcionario destaca, en un reportaje concedido a Clarín, la performance alcanzada por peras, manzanas, vid, y que después de 10 años hayan vuelto los envíos de mandarinas a Brasil.
Es que la matriz de las exportaciones se ha venido nutriendo, en realidad, de bienes agropecuarios, que en buena parte van a Asia Oriental o al norte de África, e industriales, que se despachan a Latinoamérica.
De todos modos, los 1ros destinos siguen siendo Brasil, siempre el principal, y Estados Unidos -que pese a su discurso proteccionista se consolida como 2do -, seguidos de China. Desde hace mucho los 3 constituyen el podio en la colocación de productos argentinos.
Pero la gran novedad en la performance exportadora de la 1ra parte del año es que de US$24.749 millones facturados en total, el 30% fue para los desarrollados y el 70% se dirigió a los países emergentes: US$8.552 millones a Latinoamérica, US$466 millones a países europeos no desarrollados, US$6.054 millones a países asiáticos no desarrollados y US$2.236 millones a países africanos.
Entre los 30 principales mercados para Argentina 22 son emergentes: además de los latinoamericanos aparecen casos como Vietnam, Argelia, India, Egipto e Indonesia entre los 10 principales destinos de esta 1ra parte de 2018, y atrás se situaron Malasia, Arabia Saudita, Rusia, Tailandia, Bangladesh y Turquía.
Lenta recuperación
El director de la consultora DNI, presidente del Chapter Argentino de la International Society for Performance Improvement (ISPI) y profesor e Investigador del ITBA (Instituto Tecnológico de Buenos Aires), Marcelo Elizondo, reconoce que con el ajuste cambiario, la nueva paridad concede a los exportadores un marco de mejores costos medidos en moneda dura, aunque advierte que “la volatilidad cambiaria, las complejidades que se mantienen en el ambiente de negocios, la alta inflación y la elevada tasa de interés hacen pensar que la recuperación de las exportaciones no será rápida”.
Sin embargo, el hecho de haber consolidado a los emergentes como principales mercados atenúa los posibles efectos de las amenazas de guerras comerciales, al tiempo que esas economías menos exigentes que las desarrolladas, y a la vez más dinámicas, se adaptan mejor a las condiciones productivas ofrecidas por el país.
Sica enumeró los casos de algunos sectores, como calzado, que con este tipo de cambio pueden exportar a Chile o Colombia, mercados que son desafiables por el nivel de tamaño, cuando el año pasado reclamaban protección al haber quedado expuestos a la competencia importada por el atraso cambiario.
Ahora está abocado a que “se defina un perfil productivo para ese sector y el textil que incorpore diseño, certificaciones de calidad e innovación para potenciar las exportaciones”.
También puso de relieve en declaraciones a Clarín que “se está viendo un incremento de pedidos en vinos y en oliva, y se nota el impacto de la apertura de China y Japón con las exportaciones de carne que crecieron 60%. En los últimos dos años se abrieron 65 mercados para la agroindustria. Esta mejora que ha tenido el tipo de cambio está dando un aumento del crecimiento de las exportaciones muy fuerte”.
Otros avance se ve en el nivel de exportaciones de automotores, que si no se notó en toda la magnitud fue por la huelga de camioneros en el 2do trimestre en Brasil. Pero, mientras, se cerró un acuerdo bilateral con Colombia sin arancel que cubre un cupo de 42.000 vehículos. El aporte de los autos cuenta, porque con US$7.360 millones representa el 11% de las exportaciones totales de la Argentina.
Maquinaria agrícola está en condiciones de triplicar las ventas al exterior entre este año y 2020: con una duplicación de las inversiones, hasta alcanzar los US$1.000 millones, se exportará por US$700 millones, que derramarán principalmente sobre las economías regionales de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires.
En cuanto a la pujanza continental que más impulsó el comercio internacional en el planeta desde 2011 hasta 2017 Asia ha sido el más dinámico. De todos modos, para Argentina América fue el principal destino el año último, si bien Asia (2do en relevancia) superó cómodamente a Europa o a Norteamérica.
A la vez, en 2017 Asia Pacífico ya recibió más exportaciones argentinas que Norteamérica (y un número no muy diferente al que va al Mercosur, además de estar por encima de Estados Unidos o China), y África fue el continente que atrajo más exportaciones que cualquier país en el mundo, excepto Brasil.
En el mundo se destacan numerosos países emergentes como grandes importadores: Así, China es el 2do principal del mundo (Hong Kong es el 7mo), México es el 12vo, India es el 14vo, Taiwán es el 18vo, Emiratos Árabes es el 19no, Turquía el 20, Tailandia el 23ro, Rusia el 24to, Vietnam el 25to, Malasia el 26to, Brasil el 28vo, Arabia Saudita el 31ro, Indonesia el 32do, Sudáfrica el 34to y Filipinas el 35to.
Elizondo advierte que no está claro qué impacto tendría en el mundo la guerra comercial en que se debaten los dos principales actores, como China y Estados Unidos.
Las exportaciones totales -de bienes y servicios- en el mundo crecieron el año pasado 4,7% (el mayor porcentaje en muchos años; y llegaron a US$22 billones) y la OMC pronostica -en principio- para 2018 un alza de otro 4,4%.
Tensiones en las fronteras comerciales en las dos más grandes economías impedirían mantener esa alza que alienta la producción mundial, impulsa flujos de inversión transfronteriza y actúa como motor de las cadenas internacionales de valor (estas explican el 75% del comercio internacional, están impulsadas por unas 80.000 compañías multinacionales, forman un gran entramado de empresas que se relacionan de manera sistémica desde diversos países para producir aliadas a través de vinculaciones sistémicas y constantes en el planeta, y necesitan de agilidad en el comercio en frontera), explica el director de DNI.
Un debilitamiento general del comercio internacional traería algunas noticias no muy buenas en aras de mayores negocios transfronterizos -que requieren previsibilidad-:
-posibles volatilidades bursátiles o financieras,
-afectaciones en precios de commodities,
-impactos en los tipos de cambio en el mundo,
-dependencia del comercio exterior argentino, que apenas representa 0,33% del intercambio mundial, tanto de la oferta como de la demanda global.
Muy vinculados operan los flujos de inversión internacional (que en 2018 llegaron a US$1,45 billones en todo el mundo) y Argentina se ha propuesto promoverse como destino para inversores, por lo que es conveniente un mundo más apacible (Estados Unidos, Japón y China fueron en 2017 los tres principales emisores de inversión extranjera en el mundo).
Podrían aparecer ciertas oportunidades potenciales, ya que Argentina es un gran exportador mundial de agroalimentos y de productos agropecuarios (la OMC nos ubica entre los 15 principales).
Imposiciones de límites por parte de China a productos agropecuarios estadounidenses (aún con el riesgo de afectaciones en los precios) pueden generar mayor demanda aprovechable -si el año que viene Argentina mejora su producción con un mejor clima-.