El estadio conocido como Monumental estaba teñido de celeste, camisetas, sombreros, caras pintadas y sobre todo mucha pasión por el fútbol caracterizaban a 'la fanaticada', quienes además de alentar a la selección, idolatraban a Lionel Messi y le hacían una reverencia cada vez que tenían la oportunidad, demostrándole que, al menos para ellos, es el mejor del mundo, mejor que Cristiano Ronaldo y que Neymar Jr.
UNA NOCHE EN EL MONUMENTAL
Venezuela no sólo juega al béisbol, según descubrieron los de Sampaoli
Mientras que los jugadores de las selecciones argentina y venezolana se concentraban en ganar, las gradas del Monumental estaban repletas por una avalancha de emociones. Cada hinchada vivió su “viacrucis” a su manera. Una Argentina nerviosa, molesta y hasta un poco impresionada, ansiosa por su deseo y necesidad de ganar; y una Venezuela que entre sentimentalismo, resignación y algo de diversión, sólo jugaba por su dignidad. Los partidos siempre son más lindos verlos desde las gradas que por TV: todo lo técnico que implica el fútbol es invadido por la emoción del público que, más allá de quien “ligue”, lo vive a su manera.
En una pequeña porción de la mole de hormigón estaban los del tricolor: amarillo, azul y rojo, y algo de 'vinotinto', que en Argentina sería un bordó, tal como el Club Atlético Lanús. Los venezolanos estaban más preocupados porque alguien pudiera ver y oír su pedido de auxilio nacional, que por ganar el partido. “Libertad para Venezuela”, se leyó cuando estiraron las telas, para que, acto seguido, todo el Monumental empezara a aplaudir.
“Tenemos que ganar sí o sí, y estamos cómodos contra una Venezuela que, sinceramente, no tiene fútbol”, explicó Nico Goncalves cuando se le preguntó sobre las expectativas del partido. Por su parte, Ana Garay, venezolana residente en la Argentina comentó: “Seguramente perdemos, es Argentina y tienen a Messi, pero igual uno nunca pierde la esperanza de poder ganar”.
Los himnos nacionales fueron lo primero, mucha emoción de cada lado. Los argentinos lo cantaron alegres y eufóricos, mientras que la mayoría de los venezolanos lo entonaron con sentimiento, e incluso, por dramático que suene, algo de dolor. “No estar en el país y dado a la situación que estamos viviendo, es imposible que no se te arrugue el corazón cuando escuchas y cantas tu himno nacional”, comentó Jesús Meléndez.
Emociones iban y venían por todas las gradas de tan imponente infraestructura que ofrece el Antonio Vespucio Liberti. Fue un 1er. tiempo con una selección argentina bastante dominante, que hizo que los venezolanos “sufrieran” bastante. La mayoría de la hinchada celeste festejaba entre cantos y aplausos, pero sin dejar a un lado los gritos a sus jugadores pidiendo el “milagro” del tan anhelado gol, que para su mala suerte, no llegó en esos 45 minutos.
El 2do. tiempo estuvo cargado de adrenalina. Un gol del venezolano Jhon Eduard Murillo sembró el pánico en el Monumental, todo fue silencio en la hinchada argentina, mientras que la 'fanaticada' venezolana festejaba como loca un gol que ni siquiera ellos mismos se lo podían creer. Murillo juega en el Kasımpaşa, de la Superliga de Turquía: una demostración de la diferente jerarquía entre los jugadores de uno y otro equipo, que no lograba confirmarse en el campo de juego.
El 0-1 fue el inicio para empezar a ver “caras largas” en todo el estadio, los simpatizantes argentinos son impacientes, por lo que los reclamos hacia su equipo y DT, Jorge Sampaoli, no se hicieron esperar: todos renegaban y entre puteada y puteada, a los 3' de haber recibido un gol, hubo un contraataque, un rebote en el defensor Feltscher salvó a la Argentina de perder y lograron ese amargo empate del 1-1. Rolf Günther Feltscher Martínez es un futbolista suizo nacionalizado venezolano, que juega en el Real Zaragoza, de la 2da. División de España.
“Estoy podrido de depender de otros resultados para clasificar, ni teniendo a Messi, ni cambiando de técnico, pudimos ganarle a una selección como Venezuela, que sin sonar despectivo, no tienen ni cerca, un buen nivel, comparado con la Argentina”, le renegaba Matías Brione a su amigo cercano, quien tampoco quedó para nada contento con el resultado.
A veces la euforia se sale un poco de las manos, los venezolanos, alegres por naturaleza y aún cuando atraviesan la más profunda crisis de su historia, festejaron el único gol durante el resto del partido, y aun sabiendo que eran un puñado, comparados con el mar celeste, cantaban canciones algo burlonas a sus contrincantes. Entre chistes se preguntaban: "¿No es que sólo sabemos de béisbol? ¿Quiénes eran los que nos iban a ganar?". Pero la situación provocó unas cuantas discusiones entre fanáticos que, por suerte, no dejaron nada para lamentar.
“Es la emoción del momento, pero los argentinos se toman el fútbol muy a pecho”, decía Pedro Vásquez, quien esperó, junto con todos sus compatriotas, al menos hora y media, para que se abrieran las puertas y salir del estadio.
"Que hablen ahora los periodistas chupaculos"
Los argentinos, sin duda, se fueron con un amargo sabor de haber empatado un partido del cual estaban confiados, mientras que los venezolanos se fueron a dormir contentos porque iban ganando 0-1 en el estadio porteño, el gol fue en contra pero no lo hicieron los rivales, y el empate es histórico ante un equipo que alistaba una cantidad de millonarios que juegan en Europa, muy diferente a los vinotintos que no tienen ni un Lionel Messi ni un Mauro Icardi ni Ángel Di María ni Paulo Dybala ni Javier Mascherano. Por ese motivo, y otros, el DT Rafael Dudamel agradeció a los suyos:
Satisfecho y orgulloso del esfuerzo, entrega y la personalidad de cada uno de nuestros jugadores, sin ellos nada sería posible.
— Rafael Dudamel (@rafaeldudamel) 6 de septiembre de 2017