LA DISCRIMINACIÓN DE USA AL COMPLEJO SOJERO

Macri recibió el cachetazo y esconde la otra mejilla

Gradualismo y pies de plomo eligió el gobierno de Mauricio Macri como respuesta ante el bloqueo que impuso USA al ingreso de biodiésel que deja sin destino un excedente de 1,5 millón de toneladas anuales de aceite de soja local: presenta un descargo formal a Washington con explicaciones acerca de que la producción de biodiesel argentino no se encuentra subsidiada e informalmene desliza que podría iniciar acciones ante la Organización Mundial del Comercio, que ya falló a favor por la suba de aranceles que le puso la Unión Europea pero enla práctica no se pudo hacer efectiva la reapertura de ese mercado. Entre tanto papeleo, el país reabre la frontera al ingreso de cerdos desde USA, vedado durante 25 años por problemas sanitarios, lo cual le valió como represalia que se cerrara la entrada de limones. La flexibilización recíproca de cerdos por limones constituyó el saldo de la visita a Buenos Aires que hizo hce 15 días el vicepresidente Mike Pence, oriendo de un Estado agrícola como Indiana, que se la publicitó comoo una intención de ampliar el comercio agrícola bilateral, pero parece que se traía calladita la drástica medida adoptada por el Departamento de Comercio de la Casa Blanca apenas horas después de que se fuera. Macri le envió una carta de queja y el canciller Jorge Faurie, y el ministro de Producción, Francisco Cabrera, recibieron al encargado de negocios de la embajada de EE.UU., Thomas Cooney, para transmitir malestar, pero sin mucho margen para negociar que digamos: para USA nuestro país ocupa el número 26 de su listado de clientes mientras para nosotros es el más relevante.

 Hoy Cancillería materializará el rechazo que le mereciera el jueves la decisión del Departamento de Comercio de elevar los aranceles de importación al biocombustible elaborado con aceite de soja al presentar en Washington un descargo de manera formal en el que insistirá sobre que la producción de biodiesel argentino no se encuentra subsidiada mediante los diferenciales de retenciones a las exportaciones que tributan la soja sin procesar (35%), el aceite (27%) y el combustible alternativo (0%).

 

Hará hincapié en que los argumentos norteamericanos son similares a los esgrimidos por la Unión Europa, que en 2012 impuso aranceles de casi 25% al producto argentino, desestimado por la Organización Mundial de Comercio (OMC), que ordenó una baja considerable de esos derechos compensatorios, aun sin efectivizarse.

 

Pero no prevé otra instancia negociadora que vaya más allá de la carta que el presidente Mauricio Macri le enviara la semana pasada al vice estadounidense, Mike Pence, quien hace 15 días visitó Buenos Aires con la publicitada intención de ampliar el comercio agrícola bilateral, y del malestar transmitido por los ministros de Relaciones Exteriores, Jorge Faurie, y de Producción, Francisco Cabrera, al encargado de negocios de la embajada de EE.UU., Thomas Cooney.

 

Quedó en firme, por lo tanto, la recepción de cerdos desde el País del Norte, pese a no haberse solucionado los problemas sanitarios invocados en su momento para prohibirlas, que fuera ratificada durante la reciente visita de Pence a cambio de que USA permita el ingreso de limones vedado durante mucho tiempo.

 

El delicado episodio no contó con ningún análisis editorial crítico de la prensa nacional en el último fin de semana, pese a los perjuicios que la drástica medida del gobierno de Donald Trump, que hizo lugar a las presiones del lobby de la industria estadounidense del ramo, ocasiona a un sector estratégico nacional como lo es el complejo sojero. cuya eficiencia lo situó a la vanguardia internacional, con US$ 20 mil millones de ventas al exterior entre la oleaginosa y todos los derivados. Paradójicamente, hoy padece los efectos de la discriminación del 1er Mundo como represalia a su competitividad, una rara avis para el mapa empresarial privado vernáculo.

 

El ministro de la Producción, Francisco Cabrera, debería estar en estas horas meditando profundamente haber calificado a la economía de su propio país como una de las más cerradas del mundo, luego que Estados Unidos descalificó al biodiésel aplicándoles a los tambores procedentes del polo sojero santafesino aranceles del 56 al 64%.

 

El golpe que le propinó el País del Norte a la industria nacional de biocombustibles fue lo que en el campo llaman una “puñalada trapera”, porque se la asestó inesperadamente apenas terminada una visita oficial que realizó días atrás a Buenos Aires el vicepresidente Michael Pence. Inclusive había respondido con evasivas consultas al respecto en una conferencia de prensa, en la que sí habló del envío de cerdos a nuestro país.

 

No se acompañó con hechos concretos la expectativa que, en materia de relaciones económicas bilaterales y posibles inversiones, había suscitado la presencia de Pence, a la que el gobierno de Mauricio Macri “vendió” como un espaldarazo estadounidense a su gestión y una devolución de gentilezas por el viaje a Washington que efectuara el Presidente ante una invitación de Donald Trump.  

 

Pero el Departamento de Comercio de EE.UU. prácticamente se acopló a la Unión Europea (que ya había aplicado aranceles de importación del orden del 25%), y hasta utilizó la misma argumentación, en el bloqueo al ingreso del biodiésel argentino.

 

El lobby industrial del Norte ejerció más influencia para impulsar la medida proteccionista, al esgrimir la existencia de presuntos subsidios cruzados, que la aplicada por la diplomacia de nuestro país para frenarla.

 

La cadena sojera tributa por derechos de exportación US$8.000 millones anuales, y se “ahorra” unos us$ 200 millones aprovechando que el biodiésel se encuentra menos gravado con retenciones móviles. En cambio, cuando lo exporta como aceite de soja sí debe pagar el impuesto.

 

La cuestión es que, en lo que va del año, se derrumbó el ingreso por ventas del biocombustible: de US$1.200 millones que registraba en igual período de 2016 bajó primero a US$700 millones y ahora prácticamente “desapareció el total de las operaciones", según el presidente de CARBIO.

 

El reclamo legal ante la Organización Mundial del Comercio con que la Cancillería advirtió a Estados Unidos no parece haber penetrado en la epidermis de la Casa Blanca, a pesar de los gestos de simpatía prodigados a la administración de Macri.

 

En la práctica, la que parece una inexorable marcha de Venezuela hacia un totalitarismo que amenaza el equilibrio de la región está mucho antes que el intercambio comercial con Argentina en el orden de prioridades continentales de Washington.

 

Pence traía anteojeras diplomáticas en la escala hecha en el aeropuerto de El Palomar, ya que como el mandatario argentino ejerce el liderazgo menos cuestionado en Latinoamérica, ha sido el elegidopor lo tanto, para emprender las acciones que aislen al régimen de Maduro.

 

Pero, además, la endeble posición argentina en la balanza comercial con Estados Unidos la sitúan en un plano de indiferencia dentro de la estrategia hemisférica del Norte.

 

 

Asimetría bilateral

 

En el reporte especial preparado por Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), bajo la dirección de Marcelo Elizondo, se destaca antes que nada la asimetría de la relación bilateral con USA, que por su PIB es la principal economía del mundo, mientras la de Argentina es la 26va. Para su balanza, apenas representa el  0,3%.

 

Los números adversos pueden esperar, según el análisis de Elizondo, porque USA “representa una gran oportunidad para nuestro país en el marco de las renovadas buenas relaciones”.

 

Por un lado, es el 2do exportador mundial (9,1% del total mundial), pero a la vez, en materia de importaciones de bienes (13,9% del total mundial), es el principal comprador internacional, subraya.

 

Es también el principal importador de servicios del mundo (15,4% del total) siendo un relevante destino para Argentina en materia de exportaciones de ambos, bienes y servicios.

 

Y las exportaciones a USA crecen, y de generar 4,5% del total en 2010 y hoy lo hacen en más de 6,5% del total.

 

Las ventas a USA en 2016 crecieron desde US$3.433 millones en 2015 a 4.484 millones en 2016, lo que implica 7,7% del total de la balanza de exportaciones.

 

Sin embargo, la relación bilateral tiene un sesgo muy deficitario, como lo es con todas las economías grandes del planeta.

 

Lo compensa con superávits con las economías más pequeñas o medianas, pero las importaciones desde USA (12% de total) superan a las exportaciones, aunque se han reducido en 2016 (US$6.985 millones comparadas con 7.700 millones en 2015).

 

También hay que tener en cuenta que las exportaciones a USA han crecido fuertemente en los primeros 5 meses del año en curso (12%), mucho más que las importaciones (3%).

 

Potencialmente existe un enorme mercado para exportaciones, siendo que Argentina promueve fuertemente la llegada de inversiones y USA es el país principal inversor extranjero en el mundo (sólo superado por la Unión Europea como conjunto, con casi US$522.000 millones en 2016).

 

Ya es, en todo caso, el principal inversor en Argentina (unos 21.000 millones de stock, lo que implica 27% del total de nuestro acervo de inversión extranjera).

 

Y en este marco, señala Elizondo, USA constituye una oportunidad de ingreso de empresas argentinas como proveedoras de cadenas mundiales de valor, en la medida en que 54 de las 100 empresas más grandes del mundo son estadounidenses.

 

En ese sentido, las 11 compañías top son estadounidenses y el comercio mundial opera dentro de cadenas transnacionales de valor, que representan el 80% del comercio global. Entre las multinacionales y el comercio trasfronterizo con y de sus proveedores explican alrededor del 25% del producto bruto mundial, con lo que “el acceso de empresas argentinas al estatus de proveedor de grandes empresas puede ser también un objetivo comercial”.

 

Este enfoque estratégico de largo plazo colisiona hoy con la dura realidad de las reprimendas comerciales de las naciones poderosas, motorizadas por cuestiones de intereses de los productores locales, lo mismo que le achacan a Argentina cuando se analiza el elevado nivel de protección de que goza la industria.

 

En estos días, afectan directamente al complejo oleaginoso nacional, compuesto por el poroto de soja y todos sus derivados, cuyas ventas se derrumbaron 16% e inclinaron hacia abajo la balanza de las exportaciones, que cerraron el 2do trimestre con una contracción de 2,8% si se comparan los números con el mismo período del año pasado.

 

Un informe de la Fundación Ideal, que toma los 20 complejos exportadores del país, indica que 7 terminaron con fuertes caídas en la comparación interanual: Frutícola (-10,7%), Hortícola (-13,6%), Oleaginoso (-16,2%), Azucarero (-22,9%), Lácteo (-23,4%) y Combustibles (-27%).

 

El sector vitivinícola, en tanto, también registró números negativos, pero la caída interanual fue la menor de todos los complejos: fue del 1,9% entre abril y junio de este año en comparación con 2016.