PALOCCI PRESO Y SE CIERRA CERCO A LULA

El trotskysta traficaba influencias

La policía de Brasil detuvo hoy (lunes 26/09) a Antonio Palocci, ex ministro de Finanzas y hombre clave de los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, en el marco de la investigación de la red de corrupción de Petrobras, conocida como causa Lava Jato, en una etapa bautizada como "Omertá", bajo sospechas de que estaría vinculado a sobornos pagados por la constructora Odebrecht. La policía detuvo la semana pasada por unas horas al sucesor de Palocci como ministro de Finanzas, Guido Mantega, por supuestos desvíos en las licitaciones de 2 plataformas petroleras para obtener fondos de campaña para el PT. Palocci debió dimitir como ministro de Hacienda y como jefe de la Casa Civil por sospechas de corrupción. 10 años después de su primera renuncia y 5 años después de la 2da. denuncia, Palocci fue detenido en Sao Paulo.

La policía brasileña detuvo a Antonio Palocci, exministro de Finanzas y hombre clave de los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rousseff, en el marco de la investigación de la red de corrupción de Petrobras.

La Policía Federal (PF) se había limitado a anunciar la detención de un exministro, a quien apodaban "Omertá" por "su origen italiano". Agencia Brasil y otros medios brasileños lo identificaron como Antonio Palocci, quien fue ministro de Hacienda (Economía y Finanzas) de Lula da Silva entre 2003 y 2006; y jefe de Gabinete de Dilma Rousseff en 2011, así como un importante operador político del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda).

Palocci, objeto de una orden de "prisión temporaria", fue detenido en Sao Paulo bajo sospechas de que estaría vinculado a sobornos pagados por la constructura Odebrecht, una de las principales implicadas en la operación Lava Jato, tal como se conoce al escándalo de Petrobras, para ganar licitaciones gubernamentales de la petrolera estatal.

En las recientes 2 décadas, Palocci fue una de las figuras más importantes del Partido de los Trabajadores (PT), fundado por Lula y al que pertenece también Rousseff y que es una de las formaciones más salpicadas por la corrupción en Petrobras, en la que se sospecha que participaron decenas de políticos de todo el arco ideológico.

En 2002, Palocci fue uno de los coordinadores de la campaña que llevó al poder a Lula da Silva, quien lo nombró ministro de Hacienda en 2006. 3 años después se vio obligado a renunciar en medio de un sonoro escándalo de corrupción, pero por su peso político regresó al poder en 2011, cuando Rousseff sustituyó a Lula y lo designó como ministro de la Presidencia.

En 2011, cuando dejó el cargo de ministro de la Presidencia en el Gobierno de Rousseff, Palocci ya estaba acorralado por sospechas de enriquecimiento ilícito, fundamentadas en su propia declaración de patrimonio, multiplicado por 20 entre 2006 y 2010.

Ese período fue justamente el del ostracismo político de este médico de 56 años, que comenzó su vida militante en el trotskismo y suavizó con los años sus posiciones hasta abrazar e imponer con fuerza la ortodoxia liberal que caracterizó al Gobierno de Lula, de quien fue ministro de Hacienda entre 2003 y 2006.

Palocci era considerado uno de los “hombres fuertes” de ese Gobierno de Lula, sobre todo desde la caída del poderoso ministro de la Presidencia José Dirceu, abatido por supuestos sobornos pagados a parlamentarios por el oficialista Partido de los Trabajadores (PT) y hoy preso y condenado a prisión también por el caso Petrobras.

El médico que había “sacado a la economía brasileña de la terapia intensiva”, como solía repetir Lula a los cuatro vientos, capituló en marzo de 2006 ante una gravísima crisis de corrupción.

Fue un escándalo con ribetes sexuales destapado por el vigilante de una mansión de Brasilia, que lo acusó de participar en fiestas que supuestamente organizaban dirigentes del PT con prostitutas y empresarios que hacían negocios con el Gobierno de Lula.

Su fama de administrador responsable, elogiada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros organismos, se desdibujó con las denuncias de bacanales con empresarios y también con acusaciones de corrupción en los tiempos en que era alcalde de la ciudad de Ribeirao Preto, en el interior de Sao Paulo.

Palocci negó cada acusación, pero su imagen acabó destrozada cuando se denunció que se había valido de su cargo de ministro para investigar en forma ilegal las cuentas bancarias del humilde casero que dijo haberle visto en las fiestas de la mansión de Brasilia.

Abatido y con serios problemas familiares le presentó su renuncia a Lula, quien lo sustituyó en Hacienda por Guido Mantega, detenido también la semana pasada por su presunta implicación en los fraudes en Petrobras, aunque liberado temporalmente por el delicado estado de salud de su esposa.

En 2006, ya sin trabajo como ministro, Palocci fundó la empresa Projeto, con la que se dedicó a funciones de consultoría en finanzas e inversiones, al mismo tiempo que ejercía como parlamentario.

Con esa firma amasó una fortuna calculada en US$ 12 millones en cuestión de 12 meses, lo que levantó serias sospechas y lo llevó en 2011 a dimitir otra vez al Gobierno, al que había vuelto como ministro de la Presidencia de Dilma Rousseff.

En medio de ese escándalo, Palocci dio varias explicaciones, pero no pudo convencer a la oposición ni a muchos parlamentarios de la base oficialista de que, como consultor, no había incurrido en tráfico de influencias, que pudiera ser una de las acusaciones a las que deba responder por las corruptelas en Petrobras.

Según argumentó Palocci hace 6 años, su elevada fama y con ello su precio en el mercado de la consultoría se debían sobre todo a la experiencia que había tenido como ministro de Hacienda en el Gobierno de Lula.

“En el mercado de capitales y otros sectores, haber pasado por el Ministerio de Hacienda o el Banco Central significa una experiencia única y le da enorme valor a los profesionales”, sostenía Palocci.

Esa experiencia, sin embargo, no ha tenido el mismo valor en el mercado de la política y mucho menos en el de la Justicia, que hoy ha llevado por primera vez a la cárcel al único ministro que, en la historia brasileña, renunció dos veces, en distintos Gobiernos, por asuntos reñidos con la ética.