EN EL OJO DE LA TORMENTA

Comienza la 3º fase de la crisis económica mundial

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD según sus siglas en inglés), publicó el 21/9 su informe anual sobre comercio y desarrollo en Bruselas, advirtiendo que estamos probablemente precipitándonos ante la tercera ola de la crisis económica mundial desencadenada en 2008, y que ya lleva casi una década afectando al mundo entero. Según la UNCTAD, el comercio global avanzará en 2016 solo un 1,5%, 1 punto porcentual menos que 2015. Y, “si la economía global sufriera un debilitamiento considerable –advierte el organismo-, una parte considerable de la deuda emitida por los países en desarrollo desde 2008 podría ser impagable y ejercer una presión considerable sobre el sistema financiero mundial”. La primera ola de la crisis estuvo asociada a la explosión de la burbuja inmobiliaria norteamericana en 2008-2009, mientras que la segunda se produjo entre 2011 y 2012 y surgió de la segunda mayor economía del mundo: la eurozona. La Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo sugirió, por otro lado, que para que la economía mundial vuelva a crecer, los gobernantes necesitan reforzar la regulación de las finanzas y aplicar políticas de industrialización. En su informe, el organismo argumenta que si bien la desaceleración de las economías desarrolladas es la mayor traba en la rueda del crecimiento global, también los países emergentes están atrapados en una tendencia descendente. “Han estado sonando alarmas sobre la explosión de los niveles de la deuda corporativa en las economías emergentes, que ahora exceden los US$ 25 millones. No pueden descartarse espirales deflacionarias dañinas”, dice el reporte de la UNCTAD.

El análisis de la UNCTAD señala que la desaceleración del comercio global ha afectado a muchos países subdesarrollos, especialmente los dependientes de las materias primas. Según el organismo, Latinoamérica registrará este año un retroceso de -0,2%, con declives significativos en territorios como Argentina, Brasil y Venezuela, países que “ven caer tanto su consumo como su inversión.”

“El deterioro de las condiciones internacionales en 2015 (incluyendo el deterioro de los términos del intercambio) llevó a un ajuste fiscal y provocó la depreciación de las monedas. Esto último se ha revertido en 2016, con una recuperación en la entrada neta de capitales”, explica la UNCTAD.

“La tercera pata de la depresión intratable del mundo está por venir. Si los economistas de comercio en Naciones Unidas tienen razón, el próximo episodio traumático podría implicar el mayor jubileo de deuda en la historia”, escribió Ambrose Evans-Pritchard, del diario británico The Telegraph.

“También podría resultar siendo la crisis definitiva del capitalismo globalizado, la muerte de las ortodoxias liberales de libre-mercado promovidas durante casi 40 años por las instituciones de Bretton Woods, la OCDE y la fraternidad de Davos.”

“Ya sabemos que el efecto secundario venenoso de las tasas cero y la flexibilización cuantitativa en Estados Unidos, Europa y Japón, fue que inundó a las naciones en desarrollo con crédito barato, perturbando su química interna y arrastrándolos hacia una trampa. Lo que es menos comprendido es cuán destructivo ha sido esto”, agregó Evans-Pritchard. Los subdesarrollados heredaron así las deformidades financieras de los países desarrollados, sin contar con las herramientas como para combatirlas.

“Esto ha socavado lo que la UNCTAD llama el ‘nexo ganancia-inversión’ que en última instancia lleva al crecimiento y la prosperidad. El resultado extraordinario es que algunos países están deslizándose hacia atrás, víctimas de la ‘desindustrialización prematura’. Muchos de ellos han caído más atrás del mundo rico que lo que estaban en 1980, a pesar de abrir sus economías y seguir el guion de política global de manera diligente”, explica Evans-Pritchard.

Políticas anti-globalización también dañan la economía

Naciones Unidas no es el único organismo que advierte de la situación económica mundial: también la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) advirtió que una ola de reacciones anti-globalización está envolviendo al mundo en una “trampa de bajo crecimiento”. La OCDE apuntó que durante los últimos años, la tasa de crecimiento del comercio global se ha reducido a la mitad en relación con el periodo anterior a la crisis, y ha caído aún más en los últimos trimestres, con especial debilidad en Asia.

“La falta de progreso – junto con algún retroceso – en la apertura de los mercados globales al comercio, ha contribuido a la desaceleración”, dijo la OCDE en su último Prospecto Económico Interino. La OCDE ahora proyecta un crecimiento económico global de solamente 2,9% (bajando del 3% que había predicho en junio), la tasa más baja desde la crisis financiera global de 2008-2009.

Para 2017, la proyección es de 3,2%. En Estados Unidos, adonde el consumo y el aumento del empleo fueron eclipsados por la pobre inversión en negocios, se estima que el crecimiento sea 1,4% este año y 2,1% en 2017.

El tema, según la OCDE, no es solo económico sino político: “La marcada desaceleración en el comercio global subraya las preocupaciones sobre la robustez de la economía y las dificultades de salir de la trampa del bajo crecimiento”, dijo la economista jefe de la OCDE, Catherine  L. Mann.

“Mientras que la demanda débil está sin dudas jugando un rol en la desaceleración del comercio, la falta de apoyo político a las políticas de comercio, cuyos beneficios podrían ser compartidos ampliamente, es muy preocupante.”

“Una reacción contra el comercio ha surgido en la agenda política de muchos países que tienen elecciones en los próximos meses”, explicó la agencia de noticias Reuters, siendo el candidato republicano Donald Trump un representante claro de esta tendencia.

Catherine L. Mann advirtió a los votantes en The Wall Street Journal que deben entender que una retirada de la globalización tendrá como resultado, bienes y servicios más caros, y crecimiento más lento. “Si vas en dirección de cerrar la frontera, empeoras las cosas”, dijo. “No retornará el empleo a aquellos que lo perdieron.”

Para el FMI, la globalización necesita salvarse de sí misma

La directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, ha sugerido recientemente que la globalización necesita salvarse de sí misma, señalando a la desigualdad creciente como el talón de Aquiles de la globalización orientada al mercado.

En entrevista con el diario Financial Times, Lagarde dijo que el FMI desea ir “más profundo” y “más lejos” en su trabajo por achicar la desigualdad de ingreso. Esa sería la única manera de restaurar la confianza en la globalización que –si bien ha sacado a millones de la pobreza- ahora está bajo asalto en las economías ricas adonde no se ha hecho lo suficiente como para ayudar a aquellos que han quedado atrás. Y algunos de los investigadores del FMI han ido aún más profundo que Lagarde, “sugiriendo que algunas de las políticas económicas neo-liberales anteriormente alentadas por la institución necesitan ser revisadas, ya que han fracasado no solo en cumplir sus promesas, sino que están obstaculizando prospectos económicos futuros”, explica D. Ravi Kanth en el portal del diario indio Mint.

El artículo plantea una visión opuesta a la de la directora de la OCDE. Existe otra biblioteca entera de economistas que se centran en el daño que le provocan a la economía mundial acuerdos de libre comercio como la Alianza del Pacífico, y proponen un retorno a un “nacionalismo responsable” y una cooperación internacional inteligente. Uno de ellos es Larry Summers, académico de Harvard y asesor de las administraciones de Bill Clinton y Barack Obama en USA.

En un artículo reciente en el diario Financial Times, Summers acusó a los entusiastas de la globalización de usar “una combinación de argumento racional y retórica inflada sobre las consecuencias de la integración internacional” para producir la noción abstracta del “bien global”, lo que ha evitado que los políticos puedan brindar mejoras en bienestar a sus ciudadanos.

El ganador del premio Nobel, Joseph Stiglitz, es otro de los economistas que están de este lado del debate. También el profesor de Harvard, Dani Rodrick, ha sugerido que hay un creciente reconocimiento de que la “globalización acentúa las divisiones de clase entre aquellos que tienen habilidades y recursos para aprovechar los mercados globales, y aquellos que no los tienen.”