por DIEGO DILLENBERGER
EL FRACASO DE EMPLEO JOVEN
Alianza UCR-Frepaso, el incómodo espejo que acecha a Cambiemos
La presencia de la UCR no es el único nexo entre lo que fue la Alianza y lo que es Cambiemos. Al director de la revista Imagen y conductor del programa La Hora de Maquiavelo le preocupan que las similitudes aumenten, y por ese motivo escribió lo siguiente:
CIUDAD DE BUENOS AIRES (El Cronista Comercial). Fue un fracaso que pasó casi inadvertido: la semana pasada no prosperó en la Cámara de Diputados un interesante proyecto de Empleo Joven del gobierno de Mauricio Macri que apuntaba a flexibilizar las condiciones de contratación de jóvenes en un país con una de las legislaciones laborales más rígidas y conflictivas del mundo.
En un país que viene resolviendo desde hace décadas con empleo público la reticencia del sector privado -particularmente las pymes- a contratar personal, la flexibilización de las leyes laborales es fundamental. Además, buena parte del déficit fiscal crónico de la Argentina se explica porque todos los gobiernos terminan resolviendo con empleo público y planes sociales las falencias del mercado laboral.
El presidente Mauricio Macri sabe perfectamente que aflojando los cepos laborales no solo dinamizaría la economía, sino que bajaría el déficit fiscal. También sabe perfectamente que facilitando el empleo de los jóvenes mejoraría rápidamente la tasa de criminalidad, la otra gran tragedia argentina.
Desde el punto de vista político, para el gobierno de Cambiemos podría parecer buen negocio que un proyecto de ley tan importante fracasara con el más bajo perfil posible para que afecte lo menos posible la imagen de gobernabilidad, tan cara a un gobierno no peronista sin mayoría en el Congreso.
Pero el fracaso de ese proyecto es también una nueva señal de que el gobierno de Cambiemos no explota el enorme potencial que tiene la comunicación para lograr objetivos políticos y de gestión. Y en eso hace inevitable un paralelismo con el fracaso de la Alianza, en 2000, por imponer la ambiciosa reforma laboral del ministro de Trabajo Armando Caro Figueroa.
En aquellos días, la opinión pública se enteró por los medios que el gobierno del presidente Fernando de la Rúa proyectaba una reforma amplia -más flexible y moderna-de la legislación laboral, porque estalló el escándalo de la Banelco.
Los sindicalistas, con el camionero Hugo Moyano a la cabeza, denunciaron un intento de soborno por parte de un operador del gobierno que había confesado que "para convencer a los senadores, tengo la Banelco". A partir de ahí, todo es historia: el proyecto fracasó, enojado con ese escándalo, el vicepresidente Chacho Alvarez renunció, y poco después terminó cayendo el gobierno.
La opinión pública de entonces, como la de ahora, era receptiva a que le explicaran que Argentina era un país de alto desempleo porque la legislación laboral era una suerte de cepo que espantaba inversiones. De entonces a esta parte, el cepo laboral solo empeoró.
Si De la Rúa hubiese lanzado una campaña de comunicación en todos los terrenos para instalar la necesidad de la reforma y los beneficios que traería a la economía y los propios trabajadores, probablemente no hubiese necesitado la Banelco.
Los sindicalistas -que entienden mucho de comunicación- habían tildado la reforma injustamente de contratos basura porque la ley permitía, por ejemplo, celebrar contratos temporales, algo que hoy sigue prohibido: así se espanta a muchos inversores con proyectos de inversión a riesgo. El fracaso de la ley de Empleo Joven recuerda también al más reciente del ajuste de las tarifas de servicios públicos: encuestas, como las de Giacobbe o la santafesina Alejandrina Retamar, muestran claramente que la mayoría entiende la necesidad de un ajuste importante de los precios.
Pero siempre se impone la opinión más gritona y más conflictiva, que genera un estado de opinión absolutamente artificial. Sobre ese estado de opinión se montan opositores, sindicalistas y jueces politizados.
Como lo explicamos desde aquí en varias oportunidades: generan la Espiral del Silencio de la que hablaba la socióloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann: la mayoría entiende, pero necesita sentirse acompañada para expresarse. De lo contrario la ruidosa izquierda, los piqueteros y sindicalistas generarán un clima de opinión adverso al notable sentido común de las mayorías. Para romper este cepo laboral (y lograr tantas otras reformas clave), Macri va a tener que pensar primero en romper esa Espiral del Silencio.