Barack Obama no llegó a la Casa Blanca apostando por la geopolítica. Había una crisis enorme de la economía, provocada por decisiones de George W. Bush y su equipo, y la prioridad era salir de la recesión, estabilizar la economía y crear empleo. El resto sería por añadidura.
ÚLTIMO G20 PARA OBAMA
Fabricando un legado triple P: Presidente pacifista y Pacífico
Pocos creen que la cumbre prevista en Moscú (Rusia) entre el 1er. ministro israelí Benjamin Netanyahu y el presidente palestino, Abu Mazen, reactive el camino hacia la paz. Muchos creen que la imagen de los 2 enfrentados líderes reunidos bajo la fría sonrisa del anfitrión, Vladimir Putin, es un misil enviado a la Casa Blanca. Ninguno de los 3 participantes de la cumbre lamentará la bofetada diplomática que supondría para el presidente estadounidense, Barack Obama, en sus últimos meses de mandato. "Estamos contentos de que los líderes de Palestina e Israel hayan accedido a reunirse en Rusia", declaró el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, en el anuncio del principio de acuerdo de Abu Mazen y Netanyahu para un encuentro inédito desde 2010. Horas antes, el Departamento de Comercio de USA incluyó 11 empresas rusas del sector de la electrónica en la lista de más de 80 compañías rusas sancionadas tras los acontecimientos en Crimea y Ucrania: Angstrem, Angstrem-M, Angstrem-T, Radioexport, Mikron, Granat y otras.
De todos modos, Obama deja un legado geopolítico, y de eso trató la Cumbre del G20, entre el 04/09 y el 05/09 en Hangzhou, China.
La 11ma. reunión de jefes de Estado y de Gobierno de los países del G-20 fue la última de Barack Obama como Presidente de Estados Unidos.
El G20 es “la reunión familiar anual para líderes mundiales que a nadie entusiasma, pero a la que todos se sienten obligados a asistir”, escribió el servicio de noticias The Skimm. Obama, quien desea ser recordado como el primer Presidente pacifista norteamericano –el mismo título se intentó adjudicar Richard Nixon en 1969-, tuvo una estadía llena de momento incómodos en la casi desconocida hasta Hangzhou.
Desde el momento mismo de su llegada, un desencuentro entre oficiales chinos y estadounidenses respecto de un detalle menor de coordinación de seguridad y protocolo de la visita, puso de manifiesto las diferencias profundas que caracterizaron a la relación entre China y Estados Unidos en los últimos años.
El eje de la controversia fue cuál escalera iba a usar Obama para bajar del avión. Esto, que probablemente no haya sido más que un mal entendido, provocó de inmediato especulaciones respecto de un desaire que los chinos estaban haciéndole a Obama.
“Los enfrentamientos entre China y Estados Unidos sobre la presentación y seguridad de las visitas de Obama han sido una característica de cada viaje que él ha hecho hacia allí desde noviembre de 2009. Mientras que poca gente cree que el presidente Xi Jinping ordenó rechazar el pedido estadounidense sobre las escaleras, el impasse encarna una especie de orgullo nacionalista y desafío a Estados Unidos que se ha profundizado en los años que Xi lleva al poder”, escribieron Mark Landler y Jane Perlez, del diario estadounidense The New York Times.
Pero si ciertos gestos chinos fueron interpretados por algunos analistas como desaires para con el Presidente norteamericano, el nuevo Presidente de Filipinas, Ricardo Duterte, no dejó lugar a interpretaciones. En una rueda de prensa previa, preguntado sobre cómo pensaba responder a Obama si este le preguntaba sobre su guerra contra el narcotráfico (lo acusan de haber llevado a cabo alrededor de 1.000 ejecuciones extrajudiciales en los últimos 2 meses), Duterte dijo que le diría: “Hijo de puta, te voy a insultar en ese foro”.Para tranquilidad de Obama, tiempo antes Duterte dijo algo muy parecido del papa Francisco.
No pudo hacerlo debido a que la Casa Blanca canceló la cita con Duterte horas después de esa declaración. Mientras tanto, el Presidente norcoreano Kim Jong-un, quien no estuvo invitado a la reunión, hizo sentir su presencia de cualquier manera al disparar 3 misiles de prueba en dirección a Japón mientras se llevaba a cabo el encuentro.
USA en Siria: Crónica de una línea roja que nunca fue
La administración Obama desea dejar pintado un retrato de él como el “primer Presidente pacifista de Estados Unidos”, escribió Mike Green, de la revista Foreign Policy.
El retrato queda manchado si se tiene en cuenta el estado actual de la guerra civil en Siria. Probablemente no entrar en Siria, como USA había hecho en Afganistán y en Irak, haya sido –para bien según algunos y para mal según otros- una de las decisiones más importantes del Gobierno de Obama.
Sus detractores lo acusan de que la negativa norteamericana a intervenir fue una invitación para que el Presidente ruso, Vladimir Putin, lo hiciera en favor del Presidente sirio, Bashar al-Assad. Hasta China entró en Siria, y entonces parece cada vez más lejana una resolución al conflicto que ya ha quitado la vida a alrededor de 400.000 personas, según las Naciones Unidas, además de haber desplazado a miles de otras.
El problema de intentar juzgar la decisión histórica es que es imposible saber cuál hubiese sido el desarrollo y desenlace de los hechos en Siria si Obama hubiese decidido bombardear Siria en 2013. El 20 de agosto de 2012, Obama dijo en conferencia de prensa: “Hemos sido muy claros con el régimen de Assad que nuestra línea roja es si vemos que se están trasladando o utilizando armas químicas”. Según Jeffrey Goldberg, de The Atlantic, Obama nunca quiso involucrarse en la guerra civil siria.
Por eso, cuando el régimen sirio cruzó la línea roja que Obama había marcado, en agosto de 2013, el Presidente decidió no bombardear de todas maneras y así se abrió del manual de Washington. “Cuando Bashar al-Assad de hecho utilizó armas químicas, (Obama) se dio cuenta que dependía de él detener a Assad de volver a hacerlo, y ahí fue cuando la crisis realmente comenzó”, explica Goldberg.
Obama esperaba contar con la asistencia británica para atacar Siria, algo a lo que el Parlamento de ese país se negó, y esto llenó de dudas a Obama. Goldberg explica que la principal preocupación de Obama era que si USA bombardeaba a Bashar al-Assad y este sobrevivía, declararía la victoria sobre Estados Unidos por el mero hecho de su supervivencia. Esto dejaría muy mal parado al país, que se vería obligado a seguir escalando en sus ataques para combatirlo.
Quizás con los antecedentes de los fracasos en Afganistán e Irak, Obama decidió a último momento, no bombardear. Temía las consecuencias indeseadas que un ataque podría tener, y muchos de sus críticos lo acusaron de haber lastimado la credibilidad de Estados Unidos en el mundo. Otros consideran que el alejamiento de Obama de Medio Oriente, el giro de 180º que dio en esta materia con respecto a sus antecesores, es su mayor logro en política exterior.
A comienzos de esta semana en el G20, los presidentes de USA y Rusia se encontraron para intentar llegar a un acuerdo respecto de la guerra civil siria, reunión que luego quedó retratada en una imagen que recorrió el mundo, evidenciando las miradas de profunda tensión entre los mandatarios. Obama admitió luego que el obstáculo de fondo para llegar a un acuerdo es la falta de confianza.
Probablemente Obama esté procurando diferenciarse del anterior Presidente norteamericano, George W. Bush, quien dijo una vez que había mirado a los ojos a Vladimir Putin y había sentido que era un hombre de confianza (una frase que persiguió a Bush durante el resto de su presidencia y sobre la que su máxima consejera de seguridad, Condolezza Rice, escribió más adelante que había sido un tremendo error).
Una relación muy tensa con Beijing
Obama dejará como legado a su sucesor, asimismo, una relación muy tensa con Beijing. “Seguramente que factores exógenos contribuyeron mucho con los problemas actuales con China: la crisis financiera de 2008 fue considerada por Beijing como el principio de declive permanente de USA, y el Presidente chino, Xi Jinping, resultó ser una contraparte mucho más dura que Hu Jintao, cuyas maneras eran mucho más moderadas”, expresó Mike Green, de Foreign Policy.
“Pero la administración agravó estos problemas al fracasar en articular su cuestión principal en Asia. En 2009, el Presidente enfatizó su intención de respetar los ‘intereses centrales’ de China, alarmando a los aliados norteamericanos. Luego, en 2011, cuando una envalentonada China empezó a hacer sentir su peso a su alrededor, la administración anunció su ‘reequilibrio’ en Asia a través de nuevos despliegues militares en Australia, alarmando a China.”
En 2013, el mismo año en el que USA renunció a su propia línea roja en Siria, también anunció su apoyo al “nuevo modelo de relaciones” entre China y USA, propuesto por Beijing. “Xi manifestó su confianza en que el enorme océano Pacífico que se interpone entre China y Estados Unidos sea lo suficientemente extenso para albergar a las dos grandes naciones –escribía en ese momento Antonio Caño del diario El País-.
Por su parte Obama, afirmó que su país ‘da la bienvenida al continuado ascenso pacífico de China como poder mundial’. Obama llegó a Presidente acompañado por un equipo que creía que la cooperación en asuntos de cambio climático minimizaría la competencia geopolítica; una estrategia de elegir la diplomacia por sobre la guerra, explica Green. Confiaban en que el riesgo de adquirir una mala reputación en este aspecto actuaría como una disuasión para el avance chino.
“Todas esas presunciones ignoraban la geopolítica fundamental de Asia”, argumenta Green. “Afortunadamente, la historia no terminó allí, y la administración ha estado dando algunos pasos para enfrentarse a la creciente coerción que China ejerce sobre el Mar del Sur de China. De todas maneras, la articulación reactiva y en constante cambio de las coordenadas estratégicas norteamericanas, ha debilitado el pilar más fundamental de la política de USA en Asia – el manejo estable de las relaciones con grandes potencias.”
El Acuerdo de Comercio del Pacífico, agonizando
La administración quiso presentar a Obama como el primer Presidente en mirar hacia el Pacífico. Pero hoy su política del Pacífico parece estar a punto de morir, argumenta David Francis de Foreign Policy en una nota titulada “Obama llega a Asia, pero su Acuerdo de Comercio del Pacífico está casi muerto”.
“El Presidente pasó 5 años negociando el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (N de la R: TPP según sus siglas en inglés) con otros 11 países de América del Norte, Asia y Latinoamérica que cubren el 40% de la economía global, convirtiéndolo potencialmente en el más grande acuerdo de comercio en la historia de Estados Unidos. La Casa Blanca aduce que el trato beneficia a las empresas norteamericanas al eliminar las tarifas para cada firmante del TPP, lo que haría a las exportaciones estadounidenses más competitivas en Asia”, explica Francis.
La Comisión del Comercio Internacional de Estados Unidos calculó que el acuerdo aumentará el ingreso real de USA por US$ 57.300 millones, impulsará el PBI del país por US$ 42.700 millones y creará 128.000 puestos de trabajo para el 2032.
Pero esos beneficios no alcanzaron para venderle al público norteamericano el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica. “Empujada hacia la izquierda, especialmente por la insurgente campaña primaria del Senador, Bernie Sanders, la nominada presidencial Demócrata, Hillary Clinton abandonó su apoyo al TPP, a pesar de que lo había defendido cuando era la secretaria de Estado de Obama”, explica Francis, y agrega que el acuerdo es percibido como sospechoso en materia de disposiciones laborales y ambientales por muchos demócratas, que además consideran que le brinda demasiado poder a las grandes compañías. El nominado republicano Donald Trump, por otra parte, ha hecho de la oposición al TPP uno de sus ejes de campaña.
Él argumenta que el acuerdo beneficiaría a China, a pesar de que Beijing no es uno de los participantes. Otra vez lo que está en riesgo, según Foreign Policy, es la credibilidad de Estados Unidos en el mundo. Si USA abandona el TPP, sería un gran golpe a la credibilidad regional de Washington, explica Francis. Obama insiste en que él conseguirá que se apruebe el TPP en una sesión del Congreso que tendrá lugar luego de la elección en noviembre, pero si no lo consigue, todo parece indicar que el TPP pasará a la historia.