DOCUMENTAL PARA VER

Tortuoso laberinto penal: Negro y pobre es más culpable

El grupo HBO y BBC Worlwide pensaban producir a James Gandolfini en el rol del abogado John Stone, pero Gandolfini murió. Entonces pensaron en Robert De Niro, quien no aceptó. Entonces fue el turno para John Turturro, convencido por la viuda de Gandolfini. El resultado fue "The Night Of", 8 episodios basados en la serie de TV británica Criminal Justice (2008-2009): un abogado penalista que trabaja con una clientela abundante en jóvenes marginales. Sin el despliegue de una producción del Grupo Time Warner, en la Argentina se filmó el documental “Los cuerpos dóciles”, que retrata 2 años en la vida del abogado penalista Alfredo García Kalb, apodado "Cacho". La película, si bien muestra varios casos distintos, se estructura en torno al juicio de 2 chicos que roban una peluquería y son condenados a 11 años. La cámara sigue a García Kalb -quien fue presidiario en la década del ’90- en sus jornadas laborales, dialogando o bien instruyendo tanto a imputados como a testigos, ganando y perdiendo juicios.

El film “Los cuerpos dóciles”, ganador de 3 premios en el Festival Internacional de Mar Del Plata (Mención Especial, Mejor Dirección por el jurado de la DAC y Mejor Guion por Argentores) fue dirigido por Matías Scarvaci y Diego Gachassin, y está en cartelera en el Espacio INCAA Gaumont y el museo Malba. “Los cuerpos dóciles” apunta a mostrar un sistema judicial argentino que, en ocasiones es injusto y a veces hasta es bizarro.

Ocurre que, si bien tanto los ricos como los pobres cometen delitos, sólo los pobres están en las cárceles, dice Diego Gachassin., en un enfoque casi clasista del delito que, sin embargo, se corresponde con los hechos: el dinero puede cambiar la escena de un crimen, modificar la carátula de un expediente y hasta hacer aparecer o desaparecer testigos. Encerrados en un círculo que los condena a recaer una y otra vez en el delito.

“Todo el sistema judicial apunta hacia ciertos delitos y no tanto hacia otros, el Estado judicial y el Estado policial” apuntan hacia los delitos de las clases más bajas, afirmó Gachassin en Urgente24.

La fuerza policial, en general, “persigue los delitos contra la propiedad, o también gran parte de los que delinquen están por delitos por la ley de drogas. Las cuestiones financieras, los delitos de las clases altas, no están tan perseguidos. Si tenes plata, es bastante más fácil que termines zafando a que vayas a la cárcel”, dijo Gachassin.

Ante esta circunstancia, García Kalb expresó que lo que él busca con su trabajo es minimizar o, si es posible, eliminar el dolor que puede infligir el Estado sobre sus clientes.

Todo empieza en la adolescencia

El abogado, ex diputado (Frente Renovador) de la provincia de Buenos Aires y actual director del Grupo Banco Provincia, Mauricio D'Alessandro, le dijo a Urgente24 que la clave para entender cómo el Estado argentino criminaliza la pobreza, está en el maltrato que el sistema judicial argentino ejerce sobre los menores, en particular sobre los que son hijos de familias pobres.

“A diferencia de lo que piensa la gente, Argentina tiene un régimen penal juvenil casi equiparable al de los adultos, una de las cosas más criticadas. Y tenemos fallos adversos en todos los organismos internacionales”, explicó D'Alessandro.

¿En dónde empieza para D'Alessandro la criminalización de la pobreza que intenta mostrar la película “Los cuerpos dóciles”? En los menores pobres.

“Los menores hijos de ricos, si cometen un delito, van a la casa. En cambio, los menores que cometen delitos y son hijos de pobres, van a los orfanatos o institutos penales para menores, que son la universidad del delito. (…) Esos institutos están reservados solo para los pobres, porque los ricos van a parar a su casa. El Estado desatiende a pobres y ricos, pero los ricos tienen más posibilidades de zafar”, afirmó el abogado a Urgente24.

Según un informe conjunto realizado por Unicef y la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Sennaf) durante 2015, ese año había 3.908 jóvenes infractores y presuntos infractores de la ley penal de hasta 17 años inclusive, alojados en establecimientos o incluidos en programas de todo el país.

Más de la mitad de los jóvenes están detenidos bajo la acusación de haber cometido delitos contra la propiedad, pero sólo un 10% del total recibió condena. "Estos chicos provienen de sectores sociales de alta exclusión, con bajísima instrucción primaria y muy pocos han terminado la secundaria", explicó el juez de Garantías del Joven de Berazategui, Elbio Ramos, al diario La Provincia.

El garantismo, límites fuertes y rígidos al poder punitivo del Estado

Quizás una discusión de fondo que excede a la película, pero que está relacionada con temas que aparecen allí retratados, sea la del garantismo.

El exjuez de la Corte Suprema, Raúl Eugenio Zaffaroni, es uno de los principales promotores en Argentina del garantismo, una ideología jurídica que predomina en las usinas del derecho penal en los últimos 20 años, que contempla el delito en el contexto de desigualdad económica y exclusión social.

“Una de las ideas del garantismo es la desconfianza hacia todo tipo de poder, prefiere verlos siempre limitados, acotados para preservar los derechos subjetivos”, escribió el investigador en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), Miguel Carbonell.

“El garantismo tiene por noción central o articuladora precisamente la de garantía. Ferrajoli define en términos generales a una garantía como cualquier técnica normativa de tutela de un derecho subjetivo”, explica Carbonell desde su portal.

“El garantismo en materia penal se corresponde con la noción de un derecho penal mínimo, que intenta poner fuertes y rígidos límites a la actuación del poder punitivo del Estado.”

Para el fiscal Ricardo Sáenz, el garantismo tiende a favorecer al autor de un delito. “El garantismo deslegitima la aplicación del derecho penal”, dijo Sáenz a la web Infobae.

Zaffaroni es además uno de los representantes de la biblioteca que dice que la pobreza y la falta de proyectos inducen a delinquir. Del otro lado está la otra biblioteca, la que dice que cada sujeto es responsable de sus actos independientemente de las circunstancias.

D'Alessandro opinó en Urgente24 lo siguiente: Zaffaroni “tiene razón” en ese punto, ya que cuando se les pregunta a los jóvenes delincuentes de los barrios marginales porqué roban, ellos suelen responder que “prefieren vivir 1 día bien” con lo que pudieron robaron “que 365 días mal.”

“El futuro siempre es malo para ellos, por lo tanto lo acortan. La pobreza genera delincuencia. La ausencia de metas convierte a los pobres en gente más proclive a caer en la delincuencia. No tener qué hacer a la mañana ni un futuro lleva a desbarrancar a cualquiera”, consideró D’Alessandro.

Por otro lado, el abogado aportó una posible forma de contemplar el contexto del delincuente, que se está implementando en Estados Unidos: “Yo estuve hace 3 meses en Washington DC y los tipos han hecho fueros para cada cosa. Fueros para borrachos, fueros para drogadictos, fueros para madres solteras. Van dividiendo y los tratan de acuerdo a la problemática. Esta sería una forma de encarar la respuesta punitiva de acuerdo a cómo funcionan.”

De todos modos, advierte D'Alessandro, eso sería difícil de aplicar acá por lo siguiente: “Esto es atacado siempre porque dicen que discrimina. Dividir los tribunales de acuerdo a la patología que vos tenes, discrimina.”

¿Un destino inexorable?

En el año 2014, en plena controversia por el proyecto de reforma del Código Penal -tarea para la que se había designado una comisión especial encabezada por el mismo Zaffaroni-, los fiscales Alejandro Alagia y Javier de Luca dijeron en un evento en la Feria del Libro que el Código Penal actual es “sexista, clasista y oligárquico”.

Sáenz les respondió desde Infobae: “La difusión esta le ha hecho a la sociedad conocer de primera mano, ya no por intérpretes, cuál es este pensamiento”, y añadió que “deslegitima la aplicación de cualquier cuestión”.

“Está diciendo que la sociedad es culpable por no haberle dado a esa persona otra oportunidad, y esto, que en algún plano puede ser cierto, no lo puede ser en el plano penal, porque si no se queda sin sustento la aplicación del derecho penal”, indicó Sáenz.

Consultado sobre si cree que el delito es un destino inexorable para un joven que crece en un contexto de carencias, el director de “Cuerpos dóciles”, Diego Gachassin, dijo a Urgente24: “No creo que sea un destino inexorable. Hay pobres que no delinquen. Pero hay un círculo del cual es muy difícil zafar en algunos casos. Empiezan a circular desde chicos por los institutos de menores, terminan siendo carne de presidio.”

En un momento del documental, este círculo vicioso del cual le cuesta salir al que delinque, es evidenciado en una broma que le hace el abogado García Kalb a uno de sus clientes: “Pagame la causa, la próxima, la que vas a tener, ahora sale la mitad.”

Zaffaroni dijo en una conferencia en el Instituto Latinoamericano de la Universidad de Estocolmo en el año 2009 que si “vamos a una cárcel y vemos a los que están adentro, se parecen. Hay algunas cosas comunes”, dijo Zaffaroni.

“Cada burocracia hace lo que es más fácil: detener a un sujeto que es portador de un estereotipo, es decir, tiene cara de ladrón, habla como ladrón, camina como ladrón, se viste como ladrón y roba.”

Otra forma de estigmatización

“Ay, Dios santo y la virgen María, estoy cansado de toda esta realidad”, dice ya de noche en su auto el abogado García Kalb, exhausto, en una de las escenas más bellas de “Cuerpos dóciles”.

“Cuando hicimos la película buscamos hablar del sistema penal y judicial y también de la situación de los pibes chorros, pero la película no da una solución al problema sino que lo pone de manifiesto y también intenta mostrar la falsedad de un cierto discurso instalado en la clase media que sostiene que los chorros entran por una puerta y salen por la otra, porque se ve claramente que si sos negro y pobre te pueden tocar hasta penas excesivas para el delito que cometiste, también demuestra que si un pibe de 20 o 22 años está 11 preso lo que sacás de ahí es un delincuente profesional”, aseguró Gachassin a Télam.

Para el director del film, los delincuentes retratados son al mismo tiempo víctimas (del sistema que los encierra) y victimarios. Quizás uno de los problemas de esta concepción muy extendida, si bien puede que sea verdad, es que ubica a los sujetos que crecen en contextos adversos o que crecen rodeados de delincuencia, en una posición de objeto de las acciones de los otros y de un destino que no se puede modificar, de alguna manera también estigmatizándolos.

Cuando los dos jóvenes cuyo juicio enhebra la película, admiten ante su abogado (García Kalb) que entraron a robar a la peluquería, uno de ellos dice: “Estábamos re en pedo. Estábamos tan empastillados que no me acuerdo cómo me fui”, como si ese fuese un argumento válido que lo eximiese de tener que responder por sus actos.

“Como para todo abogado, a ‘Cacho’ no le importa si son inocentes o no, sino que logren sacarla lo más barata posible. Para eso hay que hacer lo que hacen los abogados: representar roles, amañar datos, acomodar los hechos en beneficio de sus representados”, escribió Horacio Bernandes, de Página/12.

“Vigilar y castigar”, de Michel Foucault

Gachassin expresó a Urgente24 que el título del documental fue una elección poética, y que surgió del libro “Vigilar y castigar, nacimiento de la prisión”, del filósofo, psicólogo, historiador y teórico social francés, Michel Foucault.

“En el capítulo ‘Disciplina’ del ensayo Vigilar y Castigar, Foucault sostiene que, en los comienzos del siglo XIX, desaparece el gran espectáculo de la pena física y se entra en la era de la sobriedad punitiva. En cuanto a la acción sobre el cuerpo, no se encuentra suprimida por completo a mediados del siglo XIX. La pena ha dejado de estar centrada en el suplicio como técnica de sufrimiento: ha tomado como objeto principal la pérdida de un bien, de un derecho”, explica el blog Resúmenes de Comunicación.

Dice el libro de Foucault: “Quizá nos dan hoy vergüenza nuestras prisiones. El siglo XIX se sentía orgulloso de las fortalezas que construía en los límites y a veces en el corazón de las ciudades. Le encantaba esta nueva benignidad que reemplazaba los patíbulos. Se maravillaba de no castigar ya los cuerpos y de saber corregir en adelante las almas. Aquellos muros, aquellos cerrojos, aquellas celdas figuraban una verdadera empresa de ortopedia social. A los que roban se los encarcela; a los que violan se los encarcela; a los que matan, también. ¿De dónde viene esta extraña práctica y el curioso proyecto de encerrar para corregir, que traen consigo los Códigos penales de la época moderna? ¿Una vieja herencia de las mazmorras de la Edad Media? Más bien una tecnología nueva: el desarrollo, del siglo XVI al XIX, de un verdadero conjunto de procedimientos para dividir en zonas, controlar, medir, encauzar a los individuos y hacerlos a la vez ‘dóciles y útiles’. Vigilancia, ejercicios, maniobras, calificaciones, rangos y lugares, clasificaciones, exámenes, registros, una manera de someter los cuerpos, de dominar las multiplicidades humanas y de manipular sus fuerzas, se ha desarrollado en el curso de los siglos clásicos, en los hospitales, en el ejército, las escuelas, los colegios o los talleres: la disciplina. El siglo XIX inventó, sin duda, las libertades; pero les dio un subsuelo profundo y sólido – la sociedad disciplinaria de la que seguimos dependiendo“.

El fracaso de las cárceles en su supuesta capacidad de re-sociabilización de los presos, está retratado en “Los cuerpos dóciles”.

“El mecanismo inhumano de la justicia argentina”

Dentro del capítulo “Disciplina”, de Foucault, hay un subcapítulo titulado “Los cuerpos dóciles”, en donde Foucault señala que “el hombre máquina (a partir del siglo XVIII) ha sido escrito sobre el registro anatomo-metafísico (médicos, etc.) y el técnico-político (reglamentos militares y escolares, entre otros, destinados a controlar o corregir las operaciones del cuerpo). La noción de docilidad une al cuerpo analizable y al cuerpo manipulable. Es dócil un cuerpo que puede ser sometido, utilizado, transformado y perfeccionado”, explica el blog Resúmenes de Comunicación.

El escritor Ariel Schettini escribió sobre el documental de Gachassin y Scarvaci que este explora el lugar en el que “nuestro cuerpo se vuelve plástico para la cultura y puede ser usado para que se cumplan a pies juntillas los relatos y las ficciones en las que nos vemos envueltos.”

“Con la mirada detallista de un entomólogo que ve cómo actúan los insectos en un ambiente artificialmente provocado, Gachassin y Scarvaci nos sumergen en el peor de los infiernos: la justicia. O quizás habría que decir, algo aún más doloroso: el mecanismo inhumano de la justicia argentina. Simulación de la realidad en la que el ofendido y el agresor se confrontan en el terreno ‘neutral’ del derecho para mostrar que no existe la neutralidad ni hay derecho”, escribió Schettini.