por DANIEL BILOTTA
ESCÁNDALOS EN PINAMAR
Elizalde: crónica de un muchacho de barrio
Pedro Elizalde eligió desacreditar lo que ocurre en Pinamar recurriendo a un brulote impresentable puesto on line por una web local. Más que censurable, la iniciativa refleja la inexperiencia política de un intendente nervioso e inquieto pero con afán de materializar lo que podría ser la oportunidad de su vida. Ser electo en el cargo como candidato del Frente para la Victoria.
24 de noviembre de 2014 - 17:17
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). El domingo 23 de noviembre una amiga de Facebook me advirtió que ambos conocíamos a Pedro Elizalde: que él pertenecía a la misma promoción con la que egresamos del Colegio Nacional Almirante Brown, de Adrogué. La de 1978.
Tal vez porque compartieron también la escuela primaria, lo reconoció en el tumulto que rodeó a Gonzalito, el cronista de “CQC”, cuando en 2012 fue agredido en Pinamar por una patota para impedir que le preguntase al intendente Blas Altieri por las viviendas sociales entregadas a una de sus hijas y a otros amigos del poder político.
Tal como suele ocurrir en estos casos, fue para peor. La visibilidad hizo impresentable ante la opinión pública la defensa de un asunto que es imposible que desconociesen las autoridades provinciales. Altieri quedó solo en esa instancia y fue destituido por el Concejo Deliberante.
Elizalde fue más consecuente que otros. Hasta que debió reemplazar a Hernán Muriale en la Intendencia, él mantuvo en su despacho de concejal el mural de 3 metros cuadrados con el rostro de Altieri en primer plano.
Sólo cuando di a conocer ese dato, en simultáneo con la renuncia posdatada para el 31 de agosto que presentó Muriale una semana antes, decidió descolgar de la pared lo que tal vez haya sido la más importante muestra de gratitud de este profesor de Educación Física arribado a este balneario top de la Costa Atlántica hace 9 años.
Pero hasta el domingo, cuando leyó en Urgente24 del incendio en el Municipio, a mi amiga no le pareció relevante contármerlo. Tampoco que antes de eso él intentó estudiar Derecho en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora pero desistió pronto. En mi recuerdo, borroso, su fuerte no estaba en los libros sino en el deporte. A instancias del padre de otro compañero de estudios ingresó en el equipo de primer año del Bachillerato que disputó el torneo de fútbol “Evita” de 1974, en representación más o menos formal del Colegio Nacional.
Hace unos pocos días, el hasta no hace mucho adorador de Altieri reveló que, en realidad, él es peronista desde siempre. Es una fórmula remanida. Entre sus pocos aciertos en la función pública y convertido en un fundamentalista de la Renovación, el ex ministro de Gobierno bonaerense, Luis Brunatti, definió el carácter “ancho y generoso” de esa fuerza, siempre abierta a justificar, absorber y procesar la ambición de advenedizos y oportunistas
Flaco homenaje a quienes padecieron cárcel, tortura y hasta pérdida de vida en la defensa de sus ideales, tal como les gusta ufanarse a los que bien viven para contarlo. No deja de ser paradójico que el mismo argumento que utiliza para justificar la apetencia de hacerse elegir por el voto en el cargo que actualmente ocupa, sea el mismo con el que intentó desacreditar mis artículos sobre la realidad política en Pinamar, que escribo desde el 2010.
Justo un año antes en que el verticalismo abyecto -única orden de mérito del Movimiento Unidos por Pinamar (MUPP)-, le permitiese acceder a una banca en la Legislatura local y pedir licencia en el establecimiento educativo del que todavía es director. Si se tiene en cuenta su llegada a Pinamar en 2004, debe estimarse cuanto menos esmerada su profesión a ese credo partidario.
De nuevo mi amiga me hizo notar que nuestro origen común va más allá de la Educación Media: los tres somos oriundos de la ciudad de Burzaco, partido de Almirante Brown. Es posible que, por terceros, él haya conocido de mi pasado político. En efecto, comencé a militar en 1982 después de la Guerra con Gran Bretaña y con el antecedente de haber adherido a la primera huelga general contra la dictadura decretada por la CGT Brasil de Saúl Ubaldini.
Lo hicimos dos administrativos en una fábrica de 2.000 operarios y nos valió pasar un mal día al siguiente del paro. Una camioneta verde del RIM II de La Tablada se estacionó por casi 10 horas en las dársenas externas al establecimiento.
Milité espalda con espalda con expresiones tan diversas como el MAS, el Socialismo, el PI, la UCR y la Democracia Cristiana, para recuperar nuestros derechos individuales.
Jamás tuve noticias de que Elizalde haya siquiera estado cerca de simpatizar con algunos de los pocos que nos animábamos a dar la cara entonces. No llamé a nadie para preguntarle pero alguno de ellos me hubiese reprochado si incurriese en una injusticia.
El brulote sin ton ni son publicado por El Cartero de Pinamar, el día 24 de noviembre lleva el sello de los incautos marcado en la frente como un sello de goma. Parece recortado a medida de la inseguridad y temor de quienes se refugian en la superchería que confeccionan para crédulos irredentos con la que suelen entretenerse miembros de la inteligencia de la Policía Bonaerense: así ponen a prueba a quienes, en apariencias, brindan protección.
Se trata de información vieja y amañada para justificar que Elizalde persista en dilatar el cumplimiento de su promesa inicial. Desligar al poder municipal del poder oculto que incide en sus decisiones. Además de exponerlo al ridículo, como lo hizo el incendio de la dirección de Planeamiento, no basta para explicar el silencio.
Hace dos semanas el Concejo Deliberante, por unanimidad, le exigió conocer detalles de los pagos efectuados desde mayo al hotel “El Dorado” de Mar de Ostende por el hospedaje de 80 policías que nunca llegaron a reforzar los 157 de la Departamental de Pinamar, bajo riesgo de desalojo por falta de pago del alquiler.
Las teorías conspirativas hallan campo fértil en quienes llegan a la dirigencia apuntalados por la ambición del éxito fácil como única herramienta. Para desacreditar la información es imprescindible contraponerle otra más precisa e irrefutable.
Es a lo que no se anima Elizalde a quien es preciso recordarle que la política no es un deporte y que ejercer el poder es distinto a pasar la escoba en las canchas de paddle.