ELUCUBRANDO DESPUÉS DE CERATI

Acerca de la muerte de Cristina

Los comicios 2011 fueron marcados por una muerte ocurrida en 2010 que permitió la resurrección de Cristina Fernández de Kirchner. La muerte siempre impacta sobre los vivos, aunque con dispar intensidad. Cada caso es cada caso. Buen punto de partida para la reflexión del "Bigote".

por RAÚL ACOSTA
 
SANTA FE DE LA VERA CRUZ (El Litoral). La muerte de Cristina Fernández de Kirchner será un acontecimiento importantísimo. Ojalá suceda dentro de 100 años. Ojalá esté yo para el obituario.
 
En algún momento, como todos, morirá. Entonces habrá que juzgar por los hechos, por lo que hizo y dijo, por lo que quedó; por los amores y por los odios. Los mortales no podemos escapar del balance. Ojalá dentro de cien años, pero sucederá. ¿Qué dirán de Cristina los biógrafos cuando desaparezca de la faz de la Tierra y sea su recuerdo, sus obras, sus acciones públicas y sus secretos los que aparezcan?
 
Las figuras públicas mueren como todos, de dos modos. Sorpresa y anuncio. Las sorpresas tienen un gradiente trágico mayor: nadie lo esperaba. Hay un ejemplo en estas horas, un ejemplo fenomenal sobre la muerte, sobre los diferentes juicios de la historia, ese ejemplo es Mauricio Macri haciendo una notita necrológica a Gustavo Cerati, un tuits: “Mientras la música de Gustavo Cerati suene en algún lado nunca morirá completamente”. Es su mirada sobre Cerati.
 
El comentario no sólo es lo que se dice, también depende el sitio desde donde se escuche a quien habla sobre esa persona; finalmente este destrabalenguas es lo que se entiende. Cualquiera dice lo que dice.
 
He visto, leído, escrito muchas muertes. Las más recordadas: Picasso en Revista Gente y Pablo Neruda en diario El Mundo. Esperaré cien años la de Cristina.
 
La muerte de Cerati aproxima otras muertes ¿Cómo será la propia? ¿Qué quedará de nosotros? Poco. Mucho. Las muertes no tienen empate. Ni desempate. Algunos se enojan con el tema. Prefiero indicar lo más justo. El dolor es la cruz. La muerte dolorosa es eso. Dolor.
 
Una de las últimas muertes a las que asistí o en las que estuve comprometido como persona llana y de la calle, fue la muerte de Evita; por la edad yo estaba vivo pero no era ni aprendiz de periodista ni nada por el estilo.
 
Evita muerta me indicó que los amores y los odios son fundamentales y que la muerte no los cambia. Aprendí que la muerte no beneficia ni glorifica sino que fabrica más mentirosos. Aquel que odia seguirá odiando, quien ama seguirá amando.
 
La muerte de Evita y la franja negra, el luto en la manga del saco fue parte de una folclórica mitología “jodida”, permítaseme la palabra, de aquel primer peronismo. El primer peronismo obligó a que la muerte de Evita se convirtiese en un hecho sacro. Sagrado. Caramba. Paraban a las 20.25 las trasmisiones de todas las radioemisoras argentinas, sonaba un top y un locutor decía: “20:25, hora en que doña María Eva Duarte de Perón pasó a la inmortalidad”. Con eso el populismo -aquel primer populismo- y su folclore -aquel primer folclore- ponía un ícono, hasta ahora, imposible de suplantar.
 
Después las muertes que vinieron, en mi caso, pertenecen al laburo periodístico. ¿Cómo olvidar la de Perón?
 
La muerte, la distancia y los años no arreglan nada. No cambian. Algunas mentirosas sonrisas. Poco más. Nada. Como no arreglaron nada para Balbín, para Alfonsín. Hoy está muriéndose, sin que nadie se entere, Antonio Cafiero. Algún día dirán: “se murió”. Como Natale, como Carballo, Tessio, Silvestre Begnis. Cada uno de los muertos es, en sustancia, una posibilidad de revisar todo el pasado, plantarlo con la memoria en el hoy día y ver hasta qué punto nos influencia, nos pertenece o no. Pero es una suma. Distintos balances. Un sólo universo. Vivos y muertos. Es todo.
 
Con los hombres de la música, nosotros, los argentinos, venimos llorando desde Gardel. Carlos Gardel no es un muerto más. En 1935 muere Gardel y cuando hoy alguien dice “sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando”, lo revive.
 
La “banda” a la que pertenece Cerati, contiene a Luca Prodan, Miguel Abuelo, Tanguito, Spineta, Papo... y Charly, que pasea su eternidad sin saberlo.
 
Entre las muertes que dolieron, que hicieron a la historia del país, la de alguien que dio vuelta la historia de la música: Astor Pantaleón Piazzola. No hay música nacional que no se entienda de un modo con Piazzola y de otro modo sin Piazzola. No hay.
 
Cada uno de ellos fabrica amores y odios y yo me pregunto: ¿qué amores y qué odios fabricará dentro de cien años Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner, cuando me toque hacer dentro de cien años- el obituario? ¿Qué cosas despertará? Pero, ¿despertará algo? ¿Quiénes son los contemporáneos de CFK? Menem, De la Rúa, Alfonsín, Alasino, Scioli, Cobos, Brandoni, Soria, Corach, Nosiglia, Manzano, Reutemann, Carrió, Rodríguez Saá, Duhalde, Ruckauf, Lousteau, Kicillof, Moyano, Boudou.
 
¿Con quiénes armar una biografía? ¿A quién creerle cuando me cuenten cosas íntimas de la señora? Una pasión. ¿A cuáles mencionar en el amor? ¿Despertará amores CFK dentro de cien años? Esperemos. Hay tiempo. Scherazade juntó mil noches en un relato. Cristina no será menos. Yo tampoco.