por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
UN VICEPRESIDENTE EN PROBLEMAS GRAVES
El mundo K hace tic tac tic tac
"La indagatoria de Amado Boudou será sólo un síntoma más de esa decadencia. Lo mismo que su procesamiento. Todo es parte del fin de ciclo que el kirchnerismo, en forma cínica, intenta ignorar. Pero cuando la historia habla, el relato, calla. Por eso, es una cuenta regresiva. Una cuenta regresiva que no puede ser detenida. Tic, tac. Tic, tac": tiene razón Chiaruttini, desde su editorial dominical por AM El Mundo:
08 de junio de 2014 - 12:31
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). Cuenta regresiva. Cuenta regresiva para la declaración indagatoria de Amado Boudou. Cuenta regresiva para saber si el Juez Federal Ariel Lijo imputará al vicepresidente por delitos relacionados al Caso Ciccone. Cuenta regresiva para saber cómo reaccionará Cristina Fernández ante el procesamiento de su ex compañero de fórmula. Cuenta regresiva para saber si el kirchnerismo decidirá inmolarse detrás del ex militante de la UCeDe o si, como hacen los submarinos, “sueltan lastre” para poder salir a flote.
A 18 meses de tener que dejar el cargo, Cristina Fernández nunca pensó que debería llegar a estas instancias. Pocos entienden la causa por la que la Presidente de la Nación eligió a Amado Boudou como su compañero de fórmula, aunque el Caso Ciccone nos otorga algunas sospechas. Pero lo que no tiene explicación es porqué la Mandataria decidió pagar tan alto costo político por una figura que, salvo que se mire desde el punto de vista económico-personal, poco y nada le ha aportado a su segundo mandato.
Julio Cleto Cobos fue una equivocación de Néstor Kirchner. Amado Boudou fue una equivocación de Sergio Massa, aceptada por Néstor Kirchner y potenciada por Cristina Fernández. Pero Julio Cleto Cobos, al lado del vicepresidente de la Nación, es una anécdota menor; mientras que el ex Ministro de Economía es una acumulación de errores que pueden generar un golpe de consecuencias inmensas para la Presidente de la Nación.
Cristina Fernández nunca quiso un peronista a su lado y, menos, que se ubicara en la cadena sucesoria en caso de acefalía o renuncia. El temor a sufrir un golpe institucional por parte del peronismo de paladar negro la condicionó en sus decisiones. Pero pasados dos años y medios de la elección y la Presidente de la Nación debe estar lamentando, con toda su alma, no haber elegido un peronista de bajo perfil en vez de un rockero frustrado.
En una nueva equivocación, Cristina Fernández mandó al Gobierno a defender a Amado Boudou. Pero dejó en manos del propio vicepresidente de la Nación ser vocero de su defensa. De esta forma, por detrás, mueve todos los hilos que tiene a su alcance para salvar a su ex compañero de fórmula de ser imputado; mientras que de cara a la opinión pública, deja en manos de la Justicia el futuro del ex Ministro de Economía.
Así, Cristina Fernández cree que si puede salva a Amado Boudou, logrará una demostración de poder inmenso sobre el Poder Judicial, pero si el Juez Federal Ariel Lijo imputa al VicePresidente de la Nación, será culpa del ex funcionario po haber “traicionado” la confianza presidencial.
Si Amado Boudou tiene que pedir licencia o renunciar a su cargo, la debilidad política explícita que sufre la Presidente de la Nación quedará evidente hasta para los kirchneristas todoterreno. Y, en el peronismo, los liderazgos nunca pueden mostrar signos de debilidad, dado que el “olor a sangre” desata el proceso de traición que destroza al oficialismo de turno.
Es interesante que el único partido político que celebra un “Día de la Lealtad” asegura su supervivencia mutando y fagocitando su pasado para crear su futuro. Por eso, quizás, la tarea más dura que está llevando adelante Cristina Fernández para evitar que el futuro de Amado Boudou “se la lleve puesta” es incentivar candidatos de la interna oficialista, para evitar que Sergio Massa fagocite al peronismo o que Daniel Scioli se quede con los restos del kirchnerismo en el poder.
Pero Cristina Fernández comete el mismo error que hizo Néstor Kirchner cuando trató de crear candidatos propios: eligen figuras con tan poco peso específico, de tan poco vuelo, tan sometidos a la billetera o garrote de la Casa Rosada, que termina por no conformar al electorado, que por lo general, los ignora a la hora de tener que votar.
Sergio Urribarri fue un “invento” del secretario Legal y Técnico, Carlos “Chino” Zannini; Florencio Randazzo está gastando, literalmente hablando, miles de millones de dólares en formaciones de trenes para poder tener una chance presidencial; ahora despertó del ostracismo, previo guiño de la Casa Rosada, el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, aunque pone como condición sumar a Sergio Massa y José Manuel de la Sota.
La regla dice que cuando hay tantos candidatos, es que una fuerza política, en realidad, no tiene candidato. Elegir de un montón de personas implica que no hay liderazgos fuertes, que no hay un “primus inter parís” que se imponga sobre los demás. Y el peronismo es un movimiento y acepto un líder por turno; no es una agrupación de colectivos, como sí lo es el kirchnerismo.
Por eso, detrás del futuro de Amado Boudou se juega, en gran parte, el futuro del peronismo tal como fue conocido en el Siglo XX. Néstor Kirchner y su entorno siempre pensaron que el kirchnerismo lograría romper con el peronismo como fuerza política dominante e imponerse como versión superadora. Con Cristina Fernández, siempre pensaron en constituir el “3er. Movimiento Histórico”, aunque nunca quisieron llamarlo de esa forma. Por eso el Frente para la Victoria siempre subsumió al Partido Nacional Justicialista en sus listas electorales.
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Pero hoy el peronismo en su versión ortodoxa mira tenso el escenario político propio. Daniel Scioli no logra ponerse a la cabeza de las encuestas, y aunque lo hiciera, Cristina Fernández lo somete a tener que competir en las PASO con figuras de mucho menor peso político específico.
Sergio Massa, pese a que encabeza las encuestas presidenciales, transita el amesetamiento de su fuerza política y de su figura desde hace tres meses. Luego de José Manuel de la Sota, no ha logrado encolumnar a ningún Gobernador en ejercicio tras su candidatura. Pero, sobre todo, tampoco suma intendentes de peso a su estructura,
Aunque 70% de los encuestados terminan por elegir un candidato peronista, el escenario electoral para el peronismo es muy malo. Si van divididos Daniel Scioli y Sergio Massa, y Mauricio Macri mantiene su candidatura, puede repetirse 2003, donde una figura desconocida o con escaso peso político, en ese momento fue Néstor Kirchner, terminó por “colarse” en una segunda vuelta. Y, acá... ¿quién sabe? el gran ganador sería la figura que el Frente Amplio UNEN que se imponga en las PASO de la agrupación.
Coinciden los analistas que el futuro Presidente de la Nación será aquel que muestre, en la 2da. vuelta, mayor perfil antikirchnerista. De esta forma, el futuro de Amado Boudou y lo que buscan los argentinos como Presidente de la Nación a partir de 2015 se conjugan. Cuanto peor le vaya al VicePresidente de la Nación, la sensación de que el fin del kirchnerismo está cerca potenciará la idea de triunfo antikirchnerista y, el peronismo, deberá elegir si se mantiene detrás de Cristina Fernández o si avanza hacia un nuevo personalismo, llámese sciolismo, massismo o macrismo.
Cristina Fernández creyó que Amado Boudou podría ser su “delfín”, dejarlo en la Casa Rosada “cuidando” el Sillón de Rivadavia cuatro años y volver triunfal, como nunca antes lo logró ningún Presidente de la Nación. Pero, en política, la megalomanía es mala consejera.
Cristina Fernández cree que ser mejor que una caterva de malos políticos opositores la convierte en la mejor Presidente de la Nación. En realidad, una persona se gana esa calificación por las obras que hace y la herencia que deja. Tener 7 millones de personas que reciben subsidios no es una forma de cimentar el poder. Dejar al país endeudado, igual que en 2001, no es una forma de consolidar un proyecto político. Dejar el país en estancamiento y alta inflación tampoco parece ser ideal para tanta megalomanía y personalismo.
Cristina Fernández cree que sumando jubilados por la ventana y repartiendo subsidios a jóvenes que van a las escuelas a no estudiar, mientras lleva a la pobreza a millones de jubilados, se soluciona creando un “Ministerio de Cultura” que tenga una “Secretaría del Pensamiento Nacional”, imitando “1984”, la novela de George Orwell.
Cristina Fernández supone que la gente le cree cuando levanta la bandera del “desendeudamiento” y, en un mes, firma 2 acuerdos que suman 11.700 millones de deuda externa y multiplica por 2 las necesidades financiera para hacer pagos al exterior este año. Como si el votante decidiera mirando la televisión oficial o leyendo diarios kirchneristas.
Cristina Fernández cree que inventando una agencia de ranking oficial va a cambiar las preferencias de los auspiciantes o de los públicos y va a poder manipular, de mejor forma, el mensaje que llega a los ciudadanos.
Son todos proyectos, sueños e ideas que confirman la decadencia del kirchnerismo como proceso histórico político. Cuando se intenta manipular el pensamiento, el mensaje o la voluntad del votante con dinero es que la ideología y el marketing político han fracasado.
Por eso, la indagatoria de Amado Boudou será sólo un síntoma más de esa decadencia. Lo mismo que su procesamiento. Todo es parte del fin de ciclo que el kirchnerismo, en forma cínica, intenta ignorar. Pero cuando la historia habla, el relato, calla. Por eso, es una cuenta regresiva. Una cuenta regresiva que no puede ser detenida. Tic, tac. Tic, tac.