EL GIRO DEL MINISTRO

Axel, el que bajó el cuadro de Keynes

La realidad económica argentina producto de los desaciertos de la "década ganada" ponen al ministro de Economía en un lugar incómodo teniendo en cuenta su catálogo ideológico. Hay un amplio consenso respecto a que la política económica del gobierno de Cristina Fernández ha virado en un sentido ortodoxo, con Axel Kicillof como principal estandarte. Ajuste. Devaluación. Repsol. FMI y el Club de París.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). "Esto no es un ajuste", dice Axel Kicillof mientras explica cómo los usuarios de gas y aguas deberán pagar mucho, muchísimo más, por esos servicios a partir de abril, a excepción de algunos casos. El ministro de Economía no hace más que intentar sostener un relato, El Relato, que desde hace muchos años difunde el gobierno cristinista. 
 
Kicillof quedó atrapado entre 2 mundos. El de la Academia, la facultad donde fue docente y expuso sus teorías. Y el de la realidad Argentina, con un sin fin de factores y particularidades que intervienen y dejan truncos muchos de los ensayos publicados en los libros que leyó el ministro. 
 
Ya lo dijo el no menos cristinista Horacio Verbitsky en una de sus columnas del oficialista diario Página12: la fórmula del equipo que encabeza el ministro Kicillof "da resultados en el agua destilada del laboratorio pero no en el barroso río de las pirañas". 
 
Es parte de la biografía de Kicillof la devoción por la teoría de John Maynard Keynes y su opción por la intervención del Estado como principal actor de una economía, como contracara de la escuela más liberal. De hecho, la tesis que lo convirtió en doctor habla de las "consecuencias teóricas de Lord Keynes"
 
Más de uno se atrevió a corregir la caracterización del ministro. Pedían no llamarlo "marxista" sino "keynesiano"
 
Pero, la realidad económica argentina producto de los desaciertos de la "década ganada" ponen a Kicillof en un lugar incómodo, para no decir el peor lugar teniendo en cuenta su catálogo ideológico. Hay un amplio consenso respecto a que la política económica del gobierno de Cristina Fernández ha virado en un sentido ortodoxo. Hacia la derecha, para los más sensibles. 
 
Urgente24 ya lo ha dicho, Kicillof es el ministro del Ajuste cristinista. El tema es que él no lo asume. 
 
A saber: en lo que va de su gestión Kicillof amparó la devaluación más pronunciada de toda la era K,  cuando dejó flotar el tipo de cambio y éste pasó de los $6,40 a los $8 en cuestión de horas. En un análisis más amplio, el tipo de cambio varió en torno al 60% en un año. Si bien Kicillof no fue ministro todo ese tiempo, fue un actor fundamental en la economía argentina incluso desde antes. 
 
A esto le siguió una corrección de la tasa de interés para los bancos que hoy se ubican en torno al 30% lo que hace más inaccesible la toma de créditos, lo que impacta de lleno y de forma negativa en la actividad económica y, por lo tanto, en las perspectivas de creación y destrucción de puestos de trabajo.
 
La suba de tasas tiene su correlato en la absorsión de pesos del mercado, una contracara de la inundación monetaria que ampara el keynesianismo en pos del crecimiento. 
 
Estas medidas fueron elogiadas por el establishment, por el poder económico concentrado que el ministro, de acuerdo a su formación ideológica, desprecia. No obstante, tuvo que rendirse ante él cuando no hubo más remedio que hacerlo. El caso Repsol es el más claro de todos. 
 
La lista sigue. El ministro de Economía procura además un ajuste de los salarios por debajo de la inflación real, que ya reveló que es muy alta. Kicillof dijo que no tiene pronósticos para todo el año respecto a la suba de precios, pero la opinión generalizada es que ésta estará en torno al 35%, muy por debajo de las pretensiones paritarias de la Casa Rosada. De cumplirse las previsiones y el objetivo del Gobierno, Kicillof habrá colaborada por una fuerte erosión del poder de compra de los asalariados.
 
Y ni hablar de aquellos sectores que no tienen el instrumento de la negociación colectiva a su alcance. 
 
Tal vez sea injusto endilgarle a Kicillof la responsabilidad por el recorte de subsidios, en definitiva, una reconsideración del gasto público. Después de todo se trata de una política que el cristinismo viene poniendo en práctica, aunque de manera irregular, desde hace algunos años. 
 
Sin embargo, él debe soportar cargas más pesadas. Se sabe que el sinceramiento de las estadísticas del INDEC (que revelaron una inflación más alta y un crecmiento más bajo que los que sostenía el Gobierno) es una exigencia del Fondo Monetario Internacional (FMI), la bestia negra del progresismo. Kicillof también es la cara de las negociaciones para cancelar la deuda con los países integrantes del Club de París. 
 
Esas medidas, así como el acuerdo con Repsol para la "compensación" por la expropiación de YPF, responden a una estrategia más amplia que apunta a que la Argentina pueda volver a los mercados de capitales. Es decir, que pueda volver a tomar deuda. 
 
Keynes preferiría seguir emitiendo. Pero, todo indica, y para utilizar términos K,  que Kicillof ya "bajó el cuadro" de John Maynard.